El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel visitó el consejo popular Pocito Palmar, en el habanero municipio de Marianao, donde las autoridades intervienen para aliviar la extrema pobreza de unos vecinos a los que el mandatario trasladó la responsabilidad sobre el resultado de la intervención comunitaria emprendida por el Estado.
En un recorrido por el asentamiento conocido como La Escalera, donde conviven 118 núcleos familiares y cuyo principal problema es el estado constructivo de las viviendas, Díaz-Canel y su comitiva dialogaron con los vecinos, a los que informó de los planes de las autoridades de trasladar a los habitantes de las precarias viviendas levantadas hasta las márgenes del río Quibú a una nueva urbanización en la que, según afirmó, ya se construyen nuevas casas.
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“Hay que tener un poquito de paciencia para terminar, pero se va a hacer. ¿De acuerdo? Porque aquí donde viven, no tiene sentido que sigan viviendo así”, prometió el primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), acompañado por Luis Antonio Torres Iríbar, primer secretario del PCC en La Habana, y otras autoridades de la provincia.
“Hace muchos años que nosotros estamos batallando por esto. A ver si podemos salir de este lugar malo”, le manifestó una vecina al gobernante, quien -desde las históricas protestas del 11J en Cuba- orientó a toda la dirigencia del régimen que se acercaran a las preocupaciones del pueblo, que visitaran los barrios y escucharan de primera mano sus problemas y les buscaran soluciones.
Desde entonces, los responsables de no haber implementado políticas públicas eficaces durante décadas, los “servidores públicos” supuestamente comprometidos con el bienestar y la igualdad de los ciudadanos –que no han hecho sino disparar los indicadores de desigualdad en el país-, andan a la desesperada intentando apaciguar los ánimos de amplias capas de población excluida y desfavorecida por paquetazos neoliberales y una vulnerabilidad evidenciada aún más durante la pandemia de coronavirus.
“Lo que tenemos que evitar es que después venga gente de nuevo a vivir aquí [en este asentamiento]. ¿De acuerdo? Y ustedes participan en las mejoras. ¿Estamos de acuerdo en eso?”, insistió Díaz-Canel, en lo que pareció un acuerdo verbal con los vecinos para que controlen la proliferación en la zona de nuevos asentamientos, a cambio de mejoras en los actuales.
“Hay que participar haciendo y hay que participar controlando, para que las cosas que se hagan queden bien. Por lo tanto si ustedes participan, haciendo y controlando... si algo queda mal, ¿de quién es la responsabilidad?”, preguntó el gobernante, a lo que los vecinos contestaron a coro: “¡de nosotros!”.
No satisfecho con el descargo de responsabilidad conseguido de manera populista, el gobernante volvió a preguntar: “Entonces, si ustedes son responsables, ¿cómo van a quedar las cosas?”. A lo que los vecinos volvieron a contestar en coro: “¡Bieeeeennn!”.
Satisfecho por la repuesta popular, Díaz-Canel –quien previamente había recibido bendiciones de todos los altares por parte del coordinador del Centro memorial Martin Luther King, Joel Suárez- concluyó: “A eso es a lo que tenemos que aspirar para que todo el mundo vaya mejorando. ¿De acuerdo?”.
La conclusión que deja el reporte de la televisión oficialista sobre la visita de Díaz-Canel al consejo popular Pocito Palmar es esa: la miseria de sus habitantes y el encadenamiento de condiciones de pobreza entre ellos no forman parte de la responsabilidad del gobierno y las autoridades, ni de sus políticas públicas, sino de las propias víctimas durante décadas de su incompetencia y su corrupción.
Una señora, aparentemente feliz ante las cámaras, afirmó que ahora sí que no se iba de La Escalera, luego de que brigadas movilizadas por las autoridades de prisa y corriendo, realizaran mejoras en su infravivienda. “Hay optimismo y sabemos que se puede. Llevo 49 años viviendo así aquí. Ahora que me van a arreglar la casa, no me pienso ir jamás de aquí”, afirmó.
“La gente es muy sencilla, muy modesta, muy revolucionaria”, indicó Reinaldo Romero Pérez, delegado de Pocito Palmar, uno de los muchos consejos populares en los que el régimen se vuelca desesperadamente en estos días, temeroso de ver en las calles una nueva protesta como la histórica del 11J a falta de dos días para la Marcha Cívica por el Cambio del 15N.
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