Tiendas en MLC: El “sálvese quien pueda” de la revolución cubana

Las tiendas en MLC no se van a cerrar porque, ahora mismo, son clave para atraer divisas; divisas que, en al menos un 45%, irán a parar a los negocios no auditables de GAESA.


Este artículo es de hace 3 años

A mediados de octubre de 2019, el ministro de economía Alejandro Gil Fernández dijo que la venta en dólares solo sería para “determinados productos (a los que llamo “de gama alta”) y en determinados establecimientos”.

Fernández Gil también aseguró que el gobierno cubano no tenía “la pretensión de eliminar las monedas nacionales, ni de ampliar la venta en dólares o cualquier otra divisa en el resto del comercio”.


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Casi dos años después, y con el CUC fuera de circulación, es extremadamente difícil encontrar un simple jabón de tocador a la venta en otra moneda que no sea MLC -nuevo eufemismo del Comité Central para denominar las divisas-, mientras que los comercios que las aceptan se han multiplicado a lo largo y ancho del país.

Y es cierto, sin divisas no se pueden reabastecer las tiendas en CUP (única moneda nacional que queda en circulación), mucho menos cuando más del 45% de los ingresos del país son destinados a inversiones en servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler.

En contraste, las autoridades invierten apenas un 0,8% en salud pública, a pesar de ser la exportación de profesionales sanitarios el rubro más importante de captación de divisas, a través de la explotación de mano de obra calificada.

Para los cubanos, convivir con las tiendas en MLC no ha sido nada fácil, en tanto, sus productos son inalcanzables para la inmensa mayoría de la población, en especial, para los que no tienen quién les deposite desde el exterior euros, dólares o libras esterlinas. Un botón de muestra: solo uno de cada cuatro cubanos tiene familia en el extranjero.

Pero a los dirigentes “revolucionarios”, que no compran en este tipo de comercios ni en ningún otro conocido por el cubano de a pie, no les importa. Solo insisten en que las tiendas MLC son necesarias, imprescindibles para el país, y que por más que las personas se quejen, griten y pidan, no se van a cerrar porque, ahora mismo, son clave para atraer divisas; divisas que, en al menos un 45%, irán a parar a los negocios no auditables de GAESA, en los que el pueblo no tiene ni voz ni voto.

Al pueblo le corresponde resistir, aunque también puede invertir y donar los MLC que no tiene ni puede devengar, en el sistema fotovoltaico o en la producción de alimentos. ¿Quién dijo que el totalitarismo no da opciones? Eso es lo que mi bisabuela llamaba “trabajar para el inglés”.

La revolución implementa como mantra lo que el mandatario Miguel Díaz-Canel llamara “fetiches del neoliberalismo”, a los que el pueblo de la isla no tiene que envidiar: el que pueda que compre “lo que haya en las tiendas al precio que sea, ¿y el que no?, ¡sálvese como pueda!”.

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Annarella Grimal

Annarella O'Mahony (o Grimal). Aprendiz de ciudadana, con un título de Máster otorgado por la Universidad de Limerick (Irlanda). Ya tuvo hijos, adoptó una mascota, plantó un árbol, y publicó un libro.


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