El profesor cubanoamericano Carlos Lazo, veterano de la guerra de Iraq y maestro en Estados Unidos, ha degenerado en gusañero de guardia y útil al tardocastrismo porque aprovecha las ventajas de vivir en la democracia más antigua de Occidente para cabildear en defensa de la dictadura más antigua del hemisferio, como hace el lobbista Arturo López-Levy, quien se disfraza de académico y politólogo para contribuir a la causa que desterró a ambos de Cuba.
Lazo acaba de cosechar su penúltimo fracaso en Washington, adonde acudió acompañado de unos pocos para reiterar su insensata petición que Joe Biden vuelva, incondicionalmente, al deshielo Obama con La Habana, donde el gusañero Lazo es convenientemente matraqueado por la Dirección de Inteligencia, que al mismo tiempo lo vigila para partirle el tentén, si se descarría; mientras es jaleado por el gobierno y la prensa que paga.
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La caravana y manifestación de cubanoamericanos en apoyo a la rebelión del 11J en Cuba, fue más numerosa y efectiva ante la Casa Blanca y la embajada de La Habana en Washington que el insensato pedaleo promovido por el penúltimo voluntario de la casta verde oliva y enguayaberada.
Lazo y López-Levy, muy activos frente a Trump y contra el embargo, no han levantado la voz para criticar la represión tardocastrista del 11J ni el bloqueo permanente del gobierno contra la mayoría de los ciudadanos, a los que ha reducido a la condición de mendigos de izquierda o derecha, según bailen o no el agua a sus ocurrencias trasnochadas y antidemocráticas.
El periódico Adelante, del partido comunista en Camagüey, glosó la figura de Carlos Lazo, alabándolo como Un cubano de verdad porque con una vida hecha allá, no deja de hacer por los suyos aquí, otra bobería solemne de la prensa oficialista porque achaca a Lazo una cualidad que distingue a la esforzada, maltratada, trabajadora, solidaria y noble emigración cubana que -con sus remesas- alivia las penurias comunistas de sus rehenes en la isla.
Algo falla en los gusañeros, cuando viviendo y disfrutando las inobjetables ventajas de la libertad y la democracia, se arrodillan frente al totalitarismo cubano o brillan por su silencio cómplice con la dictadura, como el cabildero Arturo López-Levy que tras la pirueta con sus apellidos, se disfraza de académico para exigir el fin del embargo, pero calla ante las injusticias en Cuba, donde la prensa oficial ni lo menciona por temor a que su primo Luis Alberto Rodríguez López-Calleja monte en cólera y decrete Planes pijama para los atrevidos.
Cuando Lazo, maestro y formador de adolescentes, y López-Levy, profesor y politólogo, ignoran las razones del embargo norteamericano a Cuba, violentando políticamente un conflicto económico y jurídico pendiente desde hace 62 años por expropiaciones forzosas sin indemnización contra la nación que los acogió, cuando no pudieron o no quisieron seguir viviendo en el paraíso que ahora defienden, solo demuestran su oportunismo, su endeblez y su cinismo.
Sobre el embargo a Cuba hay disponible bibliografía en Estados Unidos y el resto del mundo democrático, incluida una tesis universitaria secretizada por los gobiernos cubano y español; pero los gusañeros de guardia no reparan en estos detalles porque su misión consiste en promover la piedad por un supuesto David frente a Goliath, y donaciones, que luego la dictadura reparte con criterio político y discriminando a cubanos que no la apoyan.
Los gusañeros de guardia viven protegidos por las leyes de la democracia; mientras que la mayoría de sus compatriotas padece las injusticia del totalitarismo empobrecedor que desterró a Carlos Lazo, López-Levy y a millones de cubanos; agredidos por La Habana y sus agentes de influencia en tierras de libertad, que no han abierto la boca para solidarizarse con los miles de cubanos hambrientos de libertad, pan y medicinas, que el 11J estremecieron la isla y pusieron a temblar a la casta verde oliva y enguayaberada.
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