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España se marchó de la Eurocopa con la cabeza altísima ante Italia: hace minutos, en una refriega trepidante, La Roja le plantó cara al mejor equipo que ha visto este torneo, le empató a un gol en los últimos compases del segundo tiempo, lo atacó por todas las vías posibles en la prórroga y solo cedió espacio en la lotería de los penales.
En el mítico escenario de Wembley, Italia salió al césped extrañando a su lateral izquierdo Leonardo Spinazzola -lesionado en el partido de cuartos de final-, en tanto España lo hizo con la sorpresiva introducción de Mikel Oyarzábal por el futbolista que Luis Enrique había defendido con uñas y dientes hasta hoy, Álvaro Morata.
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En general, La Roja dominó el primer período. Su movilidad, la capacidad de varios de sus hombres para gastarse lujos eficaces y una intensa presión tras pérdida, dejaron la sensación de que España estaba en condiciones de contender con el equipo que más había impresionado en la Euro.
De hecho, las mejores ocasiones las tuvieron los ibéricos, que en algunos pasajes superaron la presión alta de la Azzurra y acabaron generando peligro: digamos, un disparo de Dani Olmo que Donnarumma desvió in extremis, y un balón filtrado por Pedri que Oyarzábal no controló debidamente, con todo a su favor.
Tal como se esperaba, la batalla en el centro fue brutal, y la experiencia de la dupla de centrales italianos salió a relucir continuamente. Pero la mejor muestra de la superioridad exhibida por La Roja en ese tramo se vio en la posesión, 61% contra 39% del rival. Y como esta Italia es amante del balón, a Roberto Mancini no le gustaba lo que veía.
Justamente por eso mandó a varios elementos a calentar tempranamente. No obstante, poco a poco su equipo le fue tomando el pulso al desafío y a punto estuvo de irse al descaso en ventaja con un tiro al larguero de Jorginho.
Ambas escuadras mantuvieron sus alineaciones en el arranque del complementario, y de pronto la pulseada devino un ida y vuelta que estremeció las gradas londinenses. España explotaba a fondo las bandas (a ratos erraba a la hora de dar el último pase); Italia amenazaba con sacarle lascas a su velocidad para contragolpear.
Por ahí mismo llegó el gol italiano. Donnarumma sacó rápido, Verratti le entregó a Insigne, este cedió un precioso toque de tres dedos para Immobile, Laporte lo desarmó, pero Chiesa recogió el balón y soltó un tiro al palo largo ante el que nada pudo hacer Unai Simón.
Era el minuto 60. Luis Enrique renunció al falso ‘9’ y metió a Morata por Ferrán Torres; Mancini contestó con Domenico Berardi por Immobile. Unos minutos después, asistido por alto por Koke, Oyarzábal se comía un gol cantado.
Entonces fue que entró Gerard Moreno en lugar del jugador de la Real Sociedad, y también Rodri suplió a Koke. Quedaban 20 minutos para igualar, y en Italia salieron Verratti y Emerson para las apariciones de Pessina y Toloi.
De ahí en adelante hubo dominio alterno, en España se dejaban ver señales de desesperación, pero al minuto 80 encontró la llave de la felicidad con una genialidad de Morata, quien recibió en el centro del campo, tiró la pared con Olmo (el mejor de todos este martes) y superó de izquierda a Donnarumma. 1x1, juego nuevo, Marcos Llorente por Azpilicueta y otra vez, como frente a Croacia y Suiza, España iba a la prórroga.
Es decir, que la parte física no le favorecía, aunque sí la ausencia en la trinchera opuesta de Lorenzo Insigne, el cual había sido sustituido por Andrea Belotti en los postrimerías del complementario. Además, entonces también había ingresado Manuel Locatelli por Nicolo Barella.
De modo que los cambios habían disminuido a la Azzurra sobre el campo. En el 97', La Roja estuvo al borde de ponerse delante, pero el balón suelto en el área no conoció las redes. En el 101' fue la misma película. En el 104', Llorente mandó un estéril centro de la muerte.
Thiago Alcántara reemplazó a Busquets para los 15 minutos de cierre, y Bernardeschi a un Chiesa adolorido. Luego Pau Torres entró en el puesto de Eric García, y los ejércitos completaron su ración de reemplazos. ¿Penales? Sí. A esas alturas el miedo a perder hizo nido en Wembley, y los dos se limitaron a incursiones sin demasiados efectivos.
Una vez desde los doce pasos, la cosa se comportó como sigue: Simón detuvo el tiro de Locatelli; Olmo la mandó a las nubes; Belotti, Moreno, Bonucci, Alcántara y Bernardeschi anotaron; Donnarumma atajó el disparo de Morata; y Jorginho engañó finalmente a Simón con un toque sutil.
El adversario de Italia en la final del próximo domingo se conocerá mañana tras el encuentro entre Inglaterra y Dinamarca.
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