El ex preso político de la Primavera Negra Ricardo González Alfonso ha compartido con Las Mañanas de CiberCuba sus recuerdos del último día de Lorenzo Enrique Copello, uno de los tres jóvenes fusilados en La Habana, en el año 2003, tras el intento fallido de desviar a los Estados Unidos la lanchita de Regla.
Ricardo González coincidió con Copello en la prisión de Villa Marista. A él lo acababan de detener junto a un centenar de intelectuales, disidentes y opositores al Partido Comunista de Cuba en lo que se conoce como Primavera Negra. A Copello lo acusaban de ser el cabecilla del intento de secuestro de la lancha Baraguá, en la que viajaban dos turistas extranjeras junto a cubanos que hacían el trayecto entre Regla y el muelle de Luz, en La Habana Vieja.
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González guarda en su memoria un recuerdo de Enrique Copello que no se parece en nada a la fotografía que circula por internet. Él cierra los ojos y ve a un "criollazo", con facilidad de palabras y "muy valiente".
El único lamento que González le escuchó decir a Copello fue: "¡Quién me iba a decir a mí hace una semana que iba a desear 30 años de cárcel!"
Copello entró en Villa Marista y en nueve días Fidel Castro lo juzgó, lo condenó a pena de muerte, rechazó su apelación y ordenó que lo fusilaran.
Saber que estaba condenado a la pena capital no hundió en la tristeza a Copello, que compartió con Ricardo González la historia de su vida. Trabajaba de custodio en un policlínico de Centro Habana un día sí y uno no. Allí era ejemplar. Incluso el director del centro envió una carta de recomendación a las autoridades cubanas para tratar de impedir que lo fusilaran.
Sin embargo, en días alternos se dedicaba a sobrevivir como buenamente podía. A veces al margen de la ley y así lo reconoció a Ricardo González en los días que compartieron prisión.
Allí, en aquella celda en la que la Seguridad del Estado nunca apaga la luz él habló de Rorro, su hija, y de Muñe, su mujer. A las dos las amaba con locura.
El propio González confiesa que al principio creyó que no iban a fusilar a Copello. Incluso lo llamó un mando de la Seguridad del Estado para pedirle que lo vigilara para que no se suicidara.
Pero poco a poco Ricardo González fue dándose cuenta de que la suerte estaba echada. Primero porque un día trajeron a toda la familia de Copello y el día antes de fusilarlo sirvieron una comida especial: moros y medio pollo asado para cada uno.
Copello sospechó al ver medio pollo por cabeza y preguntó a los guardias a qué se debía tanta generosidad. Le contestaron que habían traído demasiado pollo y no cabía en las neveras, por lo que habían tenido que cocinar lo que no podían guardar. Mentían. "Era su última cena", recuerda Ricardo González en la entrevista a CiberCuba.
Los que compartían celda con él no saben exactamente qué hora era cuando se lo llevaron al paredón de fusilamiento. Creen que serían las doce de la noche, cuando seis guardias abrieron la puerta. Copello miró a González. Los dos sabían que iban a fusilarlo.
Pocos días después, la esposa de González le confirmó sus temores.
A González Alfonso la Fiscalía le pedía cadena perpetua, pero lo condenaron a 20 años de prisión. Finalmente cumplió 7 años y cuatro meses. Fue desterrado a España en 2010, donde vive actualmente, luego de que la Conferencia Episcopal cubana y los gobiernos de España y Cuba alcanzaran un acuerdo para dejarlo en libertad lejos de su país.
Él asegura que se acostumbró a la vida en España en la misma escalerilla del avión de Iberia que le traía de Cuba. Cualquier cosa era mejor que el infierno que había vivido en las cárceles de la Isla.
Al principio, González recorrió media Europa junto a ex prisioneros de la Primavera Negra, dando conferencias y lo llamaban para entrevistas. Ahora, 18 años después sólo ha hablado con CiberCuba.
Este año también se cumplen 18 años de los sucesos de la lanchita de Regla y del intento de desvío de un avión en Isla de Pinos. Quedan en prisión nueve personas cumpliendo cadena perpetua por esos hechos. Su abogado, Edilio Hernández, pedirá el indulto.
A continuación, la entrevista completa:
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