La administración de Joe Biden nombró este viernes a la embajadora Pamela Spratlen como asesora principal de alto nivel para buscar respuestas a los polémicos incidentes acústicos que afectaron a 26 diplomáticos estadounidenses en la embajada de Estados Unidos en Cuba.
El Departamento de Estado anunció oficialmente la designación de Spratlen al frente del Grupo de Respuesta a Incidentes Sanitarios, creado en mayo de 2018 para indagar sobre el llamado “síndrome de La Habana”, y que también investiga los daños cerebrales y auditivos causados a funcionarios estadounidenses en sedes diplomáticas de China y Rusia.
"La selección de la embajadora Spratlen nos ayudará a avanzar en la solución de este problema allí donde afecte al personal del Departamento y a sus familias. Ella agilizará nuestros esfuerzos de coordinación con la comunidad de nuestras agencias e instituciones, y reafirmará nuestro compromiso de asegurarnos de que los afectados reciban la atención y el tratamiento que necesitan", dijo el Secretario de Estado, Antony Blinken en un comunicado.
Spratlen estará en contacto permanente con los altos funcionarios del Departamento de Estado y responderá directamente al Secretario Antony Blinken.
La decisión pudiera marcar un primer paso para reanimar los servicios en la embajada de Estados Unidos en La Habana, prácticamente congelados desde finales de 2017.
Durante la rueda de prensa del viernes en el Departamento de Estado, el portavoz Ned Price afirmó que Blinken está comprometido a garantizar un enfoque de todo el gobierno para abordar los aún inexplicables incidentes sanitarios del personal diplomático estadounidense.
“No tenemos mayor prioridad que la seguridad del personal estadounidense, de sus familias y de otros ciudadanos estadounidenses. Por supuesto, estos incidentes sanitarios han sido una prioridad para el Secretario Blinken incluso antes de ser oficialmente confirmado al frente del Departamento de Estado”, dijo Price.
El portavoz recordó que desde su primer día completo de trabajo en el Departamento de Estado, Blinken recibió una actualización sobre la situación de los incidentes ocurridos en Cuba y otros países, y desde entonces ha tenido un seguimiento del tema “mediante informes sistemáticos y exhaustivos”.
“Estamos buscando un recuento completo de todos los que puedan haberse visto afectados por estos incidentes y esa será una parte importante del papel de la embajadora Spratlen, quien se asegurará de que conozcamos todo el alcance de estos incidentes”, agregó Price.
Explicó además que habrá una persona en el Grupo de Trabajo que se encargará exclusivamente de contactar con las personas que puedan haber sido víctimas de los efectos acústicos.
Spratlen, de 66 años, es una experimentada diplomática de carrera, con 30 años en el servicio exterior y numerosas asignaciones de alto rango dentro del Departamento de Estado, donde se desempeñó como asesor principal de la Oficina del Inspector General )OIG) en la División de Inspecciones.
Integró la delegación de Estados Unidos ante la Organización de Estados Americanos (1992-1994) y fue asistente especial del Consejero del Departamento de Estado (2005-2006).
Desde 2002 a la fecha ha formado parte de las misiones diplomáticas en Rusia y Kazajistán, y sirvió como embajadora en Kirguistán (2011- 2014) y Uzbekistán (2015-2018). Habla con fluidez ruso, español y francés.
La labor de Spratlen será clave para tratar de despejar una incógnita que prevalece después de cinco años de aparecer los primeros indicios de las afectaciones en el personal diplomático en La Habana y también para dilucidar la magnitud de las decisiones tomadas por el Departamento de Estado, aún cuando no había una clara conclusión sobre lo ocurrido.
Los síntomas de las personas afectadas se han atribuido a ataques sónicos intencionados, pesticidas, grillos, enfermedades infecciosas y energía de microondas, pero ninguno de los reportes oficiales y las investigaciones de entidades científicas de Estados Unidos y otros países se han aventurado a dar una conclusión definitiva sobre las causas del problema.
El pasado miércoles durante una audiencia ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, Blinken fue interrogado sobre si podía identificarse quién estaba detrás de los supuestos ataques sónicos y su respuesta fue negativa, aunque admitió estar limitado a hablar en un entorno no clasificado.
Pero una crítica coincidente entre algunas de las víctimas y un informe interno del Departamento de Estado recientemente desclasificado es la errática respuesta que el Departamento de Estado dio a los incidentes desde el inicio del caso.
El documento elaborado por la Junta de Revisión de la Rendición de Cuentas (ARB) en julio de 2018 y difundido el pasado mes por el Archivo de Seguridad Nacional (NSA) indica que la respuesta de la administración de Donald Trump a los episodios que afectaron la salud del personal diplomático de la embajada en La Habana estuvo plagada de mala gestión, liderazgo deficiente, falta de coordinación e incumplimiento de los procedimientos establecidos.
El reporte considera fallidas y excesivas las decisiones que acompañaron el comportamiento gubernamental y sugiere que la decisión de reducir el personal de la Embajada de La Habana y cerrar los servicios consulares a fines de septiembre de 2017 fue precipitada, pues no respetó las normas correspondientes ante los supuestos ataques acústicos.
Un reto fundamental de la tarea asignada a Spratlen es tratar de sincronizar e integrar los esfuerzos entre la CIA, el FBI, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y el Departamento de Estado, que el reporte consideró aislados y descoordinados. Parte de la información sobre los incidentes es de naturaleza altamente clasificada y los registros de salud de los afectados tienen carácter privado, lo que obstaculiza avanzar en el proceso investigativo.
Un empeño fundamental de Spratlen será estrechar la colaboración entre el grupo especial del Departamento de Estado y el equipo multidisciplinario formado por la CIA en una fecha reciente.
En el reporte desclasificado de 2018, la ARB criticó el "secretismo" de la CIA al no compartir información sobre las afectaciones sufridas y la retirada de dos de sus agentes en La Habana, en agosto de 2017, lo cual retrasó la capacidad del Departamento de Estado para reaccionar adecuadamente.
Por esa fecha, el jefe de la CIA era Mike Pompeo, que meses más tarde, en abril de 2018, asumiría el puesto de Secretario de Estado en sustitución de Rex Tillerson.
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