Fiscales estatales del estado de Arizona afirmaron que tienen pruebas sólidas de que los asaltantes del Capitolio planeaban capturar y asesinar a miembros del Congreso.
Los fiscales buscan mantener bajo custodia en espera de juicio a Jacob Chansley, conocido como Jake Angeli, que entró al Capitolio con cuernos, piel animal en la cabeza, el torso desnudo y el rostro pintado.
La moción, presentada en un tribunal federal de Phoenix, dice que las declaraciones de Chansley confirman las intenciones de varios asaltantes, que planean regresar a Washington para la toma de posesión.
“Pruebas sólidas, incluidas las propias palabras y acciones de Chansley en el Capitolio, respaldan que la intención de los asaltantes del Capitolio era capturar y asesinar a funcionarios electos del Gobierno de Estados Unidos", dice el documento.
Durante su irrupción al Capitolio, Chansley dejó una nota en el estrado de la cámara del Senado, donde el vicepresidente Mike Pence había estado presidiendo el recuento de votos electorales, en la que advertía que "es solo cuestión de tiempo, la justicia está llegando".
No obstante, los fiscales de Arizona no especifican en la moción qué declaraciones de Chansley indican la intención de varios asaltantes de capturar y matar congresistas, y los cargos reales que enfrenta tampoco hacen referencia a esto.
Chansley, que se convirtió en uno de los rostros más conocidos de los disturbios del 6 de enero, está acusado de interferir con la policía, interrumpir los procedimientos, entrar al Capitolio sin autorización, alterar el orden público y entrar en áreas restringidas.
El documento describe a Chansley, de 33 años, como un consumidor habitual de drogas y con problemas mentales, que le impiden tener un trabajo.
"Chansley ha hablado abiertamente sobre su creencia de que es un extraterrestre, un ser superior, y que está aquí en la Tierra para ascender a otra realidad", dice la moción.
El hombre también estuvo entre los manifestantes pro-Trump que se reunieron frente al Departamento de Elecciones del condado de Maricopa, en Phoenix, el 5 de noviembre pasado, alegando que la elección fue robada por los demócratas.
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