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¿Y ahora se quieren desentender de los jubilados?

El jefe de la Comisión de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos en Cuba dijo en la Mesa Redonda del pasado martes, refiriéndose a la protección de nuestros mayores, que "no es posible que toda la responsabilidad caiga sobre el Estado".

Un anciano, tirado junto al Museo de Bellas Artes, de La Habana. Foto tomada el 9 de septiembre de 2019. © CiberCuba
Un anciano, tirado junto al Museo de Bellas Artes, de La Habana. Foto tomada el 9 de septiembre de 2019. Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

Marino Murillo, el zar de la economía cubana, nos dejó de piedra cuando dijo en la Mesa Redonda del pasado martes 12 de enero que la protección de nuestros mayores, en este momento de caos y escasez que vive el país, no puede ser sólo responsabilidad del Estado. En su opinión, las familias deben asumir parte del gasto que representa ese cuidado.

Muchos de los mayores de los que el Estado cubano pretende desentenderse ahora apelando a que los recursos son finitos, se dejaron la piel por el sueño prometido de que un país mejor era posible. Esa gente que hoy no tiene dinero para ir a un comedor social o para sacar los mandados, hizo domingos rojos, fue a la guerra de Angola, trabajó en la microbrigadas, cortó caña, consiguió diplomas de vanguardias laborales y a cambio de su esfuerzo aceptó el pago en medallas de mierda que hoy están oxidadas y no les valen para asegurarse un plato de comida o un techo decente bajo el que dormir.

La 'revolución' nos traicionó a todos, pero especialmente a esos mayores que se quedaron en Cuba, haciendo guardias del CDR y pagando las MTT y la FMC. Esos que no tienen familia en el extranjero tienen que tragar ahora con el cinismo de Marino Murillo, al que no le basta con decir que "no es posible que toda la responsabilidad caiga sobre el Estado" sino que, además, se atreve a aventurar que con la subida de las pensiones, muchos ancianos dejarán de necesitar la asistencia social porque verán una mejoría en su nivel de vida.

Anciano cubano, en una calle de La Habana. Foto: CiberCuba.

¿En qué país vive este hombre? Sí, Murillo, los salarios han subido, pero ahora un dulce que costaba tres pesos cuesta 15. Siendo economista es difícil que este señor no se dé cuenta de que la subida salarial no hace ni cosquillas a los precios de la vida cotidiana. Salga a la calle, dese un paseo por La Habana para que vea a esos abuelos alcoholizados o que sufren enfermedades mentales, que han quedado abandonados a su suerte. Mírelos a los ojos y dígales que el Estado no va a dejar a nadie atrás.

No se le cae la cara de vergüenza a Murillo cuando repasa las cifras de los beneficiarios de la asistencia social en Cuba. En un país de más de 11 millones de personas, con más del 21% de la población por encima de los 60 años y 1.670.000 pensionistas parece una broma de mal gusto alardear de que 1.811 abuelos tienen subsidiado su internamiento en hogares de ancianos (la mayoría, 1.353, de forma parcial y el resto (458) al 100%). No hay que ser un lince en matemáticas para comprobar que es una cantidad tan ridícula que echa por tierra la propaganda babosa del Partido Comunista.

Un anciano, descalzo, en una calle de La Habana. Foto: CiberCuba.

Sólo el 0,1% de los pensionistas cubanos está en un hogar de ancianos pagado por el Gobierno de Cuba parcial o totalmente. Y todavía este señor nos viene con el cuento de que no van a dejar a nadie atrás. ¿Atrás de qué? ¿De la valla publicitaria? ¿De la pancarta? ¿Del #SomosCuba y #SomosContinuidad?

Hay mucha gente que ya se ha quedado detrás. Pertenece a esa generación de cubanos de la que ahora se desentiende Murillo con la misma labia con que dice que nadie va a ser abandonado a su suerte. Es la que sostiene el desastre de país que tenemos. Sin esa generación estafada, que nunca quiere hablar de política; que no quiere que sus hijos se metan en problemas, que no reclama aunque les pisen la cabeza, ninguno de ustedes podría seguir viviendo a cuerpo de rey. Sin ellos, le aseguro Murillo, el circo de los horrores que tienen montado se vendría abajo.

Un anciano, en un tanque de basura en Cuba. Foto: CiberCuba.

Desgraciadamente para los cubanos que queremos un cambio pacífico en Cuba, el camino hacia la regeneración política en nuestro país pasa necesariamente por el apoyo de nuestros padres y abuelos. Pero ellos son la generación del miedo. Por eso siguen trabajando con casi 70 años sin levantar la vista del suelo. Por eso siguen pagando cuotas del Partido y de la CTC con el dinero que les manda la familia de afuera. Y ustedes salen ahora con que todo no puede ser responsabilidad del Estado.

Asuman su responsabilidad. No tienen nada que ofrecer a los jóvenes y ahora resulta que tampoco quieren hacerse cargo de la pobreza con la que han enfangado a quienes sostienen su Gobierno. Esa gente que hoy no puede ser responsabilidad exclusiva del Estado les dio sus mejores años, sus ilusiones y ahora, cuando debería haberles llegado el momento de descansar, porque han contribuido durante 62 años a la Seguridad Social, se encuentran con que ellos no son responsabilidad del Estado.

Miren a la cara a esa gente y díganle que las tiendas en dólares son para recaudar divisas y que con ese dinero luego ustedes van a surtir las tiendas en pesos cubanos. Podrán engañarlos un tiempo, pero no podrán engañarlos a todos todo el tiempo.

Ojalá nuestros padres y abuelos abran los ojos y nos ayuden a construir una Cuba mejor. Ellos ya saben lo que es quedarse detrás. Necesitamos que levanten la cabeza, que den el paso y nos echen una mano para callar a gente como Murillo.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Tania Costa

(La Habana, 1973) vive en España. Ha dirigido el periódico español El Faro de Melilla y FaroTV Melilla. Fue jefa de la edición murciana de 20 minutos y asesora de Comunicación de la Vicepresidencia del Gobierno de Murcia (España)


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