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El periodista y escritor cubano Carlos Manuel Álvarez denunció este lunes que la Seguridad del Estado mantiene encarcelados en sus propias casas a los huelguistas de San Isidro y a participantes en la manifestación del 27 de noviembre.
Álvarez hizo una trasmisión directa en Facebook desde Cárdenas, Matanzas, donde se refirió a su situación personal ante el asedio de la policía política cubana, así como al resto de las personas que se congregaron en la sede del Movimiento San Isidro (MSI) hasta ser desalojados de allí a la fuerza por la Seguridad del Estado.
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Dijo sentirse afortunado, ya que el cerco policial sobre él no ha tenido la persistencia de otros, particularmente en el caso de las mujeres, como Anamely Ramos, Tania Bruguera y Omara Ruiz Urquiola, lo que hablaba a las claras del machismo y el carácter patriarcal del sistema.
Aseveró que la cárcel en Cuba no se limitaba al espacio físico de la penitenciaria. “En un Estado como este, donde los derechos de los ciudadanos son consistentemente violentados, hay que pensar la cárcel como una cerca perimetral que se mueve de sitio y en ocasiones si tú no vas a la cárcel, ella viene a ti”, advirtió.
Subrayó que los han encarcelado en sus propias casas, si bien aparentemente o de manera formal no estaban tras las rejas. “Nuestra libertad de movimiento es nula”, sostuvo.
Recordó, además, el interrogatorio al que fue sometido por la Seguridad del Estado la semana pasada, donde aclaró que no iba a abandonar su amistad con el artista independiente Luis Manuel Otero Alcántara.
También insistió en la forma en que los medios de comunicación oficialistas habían tratado el tema del Movimiento San Isidro y sus demandas.
“Hemos sufrido una campaña de descrédito violenta desde la televisión cubana, desde los órganos de propaganda del Partido Comunista, del Comité Central del PCC. Soy periodista de formación, sé perfectamente cómo funcionan los entresijos del aparato comunicacional cubano”, advirtió.
“Para mí haberme metido en esta gesta es ganancia. La solidaridad es ganancia y así debemos sentirla. Creo que la narrativa sigue abierta y es la manera en que debemos verlo y sentirlo”, expuso.
Álvarez aseguró que no existía salvación individual en cuanto a mantener la causa del Movimiento San Isidro. “El poder intenta convencerte de que contigo pueden tener un trato específico. Eso no es así. La única salvación individual es la salvación colectiva”, enfatizó.
En otro momento, señaló que varias personas estaban diciendo que el MSI no los representaba, sin embargo, él subrayó que el Movimiento no trataba de imponerse para que lo siguieran y que, por lo que ha podido observar, tenía un carácter muy inclusivo al reunir personas de opiniones muy diversas, incluso opuestas entre sí respecto a determinados asuntos.
Según el periodista, se encuentra en la comunidad cardenense de Fundición, donde viven sus abuelos y él había pasado parte de su infancia. Lo caracterizó como un barrio muy humilde. “En la esquina hay un carro destupiendo una fosa, desde que tengo 10 años ese carro ha venido, y va a seguir eternamente”, contó.
También describió que a una vivienda cercana se le desplomó un techo y que las personas no tenían comida. Relató que desde esa localidad un grupo de jóvenes balseros se lanzaron al mar con el fin de llegar a Estados Unidos y se encuentran desaparecidos, pero la gente no lo asumía como una tragedia. “Todo eso está incorporado; es sumamente triste”, aseguró.
“Nos han seguido pasando cosas durante el encierro. A mí, por ejemplo, me han ido quitando de manera gradual la vigilancia. Ya no hay patrullas, después no hubo agentes, pero tengo una vecina que vigila al frente y seguramente me harían lo mismo que a Tania Bruguera”, relató.
“Nosotros estamos pensando cómo reinventarnos, porque esa lógica de desgaste que aplica el poder al final es una narrativa que les funciona a ellos. Sales y te detienen sucesivamente. No hay problema en que nos detengan, pero la política y la supervivencia se tratan de formas de la imaginación ante un único guion gastado que nos están imponiendo, el represivo y del descrédito. El mismo que han aplicado durante décadas y que cada vez tiene un efecto menos potente. Cada vez la gente se da cuenta de que es una retórica vacía”, dijo.
“No tenemos ningún programa político que no sea el saber que el estado de cosas actual es insostenible y debemos terminar. Desde nuestras lógicas y discursos que son el arte y la cultura, tenemos que seguir desmontando y proponiendo otras narrativas”, explicó.
“Nosotros tenemos que seguir proponiendo un país que sea completamente inclusivo y es lo que estamos haciendo desde acá. Son nuestras armas hoy. Parecen minúsculas. Parece que en este encierro estamos casi maniatados, pero no lo estamos. Tenemos una fortaleza moral que nos cubre las espaldas y el convencimiento de que ese sentido de unidad debe ser inquebrantable”, afirmó.
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