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El periodista y escritor Carlos Manuel Álvarez publicó hoy un artítuclo de opinión en el prestigioso diario estadounidense The New York Times donde denuncia la difamación a la que ha venido siendo sometido por los medios oficiales cubanos, desde que el 24 de noviembre llegó a la sede del Movimiento San Isidro (MSI) para compañar a los huelguistas de hambre.
Álvarez declaró que ha salido dos veces en televisón nacional. "La primera vez tenía diez años, le daba la mano a Fidel Castro y era un niño feliz. La segunda vez, hace unos pocos días, fue en varios reportajes donde" lo "calificaban como alguien “abiertamente hostil contra Cuba”, es decir, enemigo de" su "país".
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Para el escritor, este no es "un recorrido inédito", pues "es probable que muchas de las personas que alguna vez le dieron la mano a Fidel Castro hayan sido luego tildados de “traidores a la patria”, juzgados por ello, borrados de fotos y cortados de cintas cinematográficas. Ese hombre, que no admitía el disenso, era un pasaporte directo hacia la muerte civil de quienes no coincidían con él".
Carlos Manuel contextualiza el proceso de corte represivo de los últimos días en Cuba, el arresto del rapero Denis Solís, el sitio a los huelguistas de San Isidro, el desalojo por parte de la Seguridad del Estado de la sede de MSI que usó como pretexto la propagación del Covid-19, los arrestos express a los que fueron sometidos los huelguistas, el interrogatorio de 3 horas al fue sometido, y la vigilancia que la policía ha ejercido sobre los huelguistas desde entonces a través de patrullas estacionadas frente a sus casas para restringir su movilidad.
El escritor describe cómo en un programa de televisión nacional lo delararon un enemigo de Cuba, editaron y recortaron su imagen, suprimieron su voz con el objetivo de deshumanizarlo, y todo eso lo hicieron de la mano de Lázaro Manuel Alonso, un excompañero de estudios de la facultad de periodismo de la universidad, lo que acentúa el carácter totalitario de los medios cubanos.
Por otra parte, la Seguridad del Estado lo había amenazado y acusado "de recibir órdenes de un gobierno extranjero, queriendo encontrar las señas de una conspiración internacional donde solo hay reclamo popular", señaló.
"Verme difamado en televisión hizo que pensara en mi familia. Esa conexión afectiva fue lo único que disipó hasta cierto punto el profundo sentido de extrañamiento. Como todos los cubanos, una vez fui pionero, alumno ejemplar de la patria (...) Ahora el régimen, como director de la puesta en escena nacional, me asignaba el rol de enemigo de Cuba", escribió Álvarez en su texto.
Además, Carlos Manuel Álvarez echa mano de algunas bellas metáforas para describir la situación de Cuba en estos momentos, a la cual se refiere como "un país lesionado":
"Por las calles del comunismo caminamos como quien se pone tacones para atravesar un suelo de adoquín. Hacemos malabares para no caernos, simulando normalidad, hasta que algunos, desesperados por el contorsionismo, se doblan el tobillo. Protestar luego por ese esguince sin cura es lo que hace que te llamen enemigo del pueblo. Lo que el Movimiento San Isidro expresa entonces, como una articulación dolida, es el reclamo de un país lesionado".
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