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En su carrera desesperada por captar divisas, el gobierno cubano autoriza por vez primera en su historia que “entidades de gestión no estatal naturales o jurídicas”, léase empresarios privados, puedan realizar exportaciones e importaciones de bienes.
“A los efectos de la presente Resolución se entiende por “formas de gestión no estatal” a las personas naturales y jurídicas cubanas que realizan actividad comercial y de servicios legalmente autorizada y que no pertenecen al sector estatal de la economía ni constituyen modalidades de inversión extranjera”, explica el documento publicado en la Gaceta Oficial.
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En un principio todo es muy bonito, pero en los detalles de implementación es donde se observa el interés recaudatorio de la nueva medida.
Las operaciones de importación y exportación tienen que ser única y exclusivamente a través de una empresa estatal autorizada, la cual de acuerdo a las resoluciones recientemente publicadas se convierten nada más y nada menos que en un socio comercial obligado y con capacidad para regular la actividad de las empresas privadas.
Estas empresas no solo se inmiscuirán en el proceso de contratación y negociación de un exportador cubano con su cliente, sino que “recomendarán” mejores clientes y/o proveedores de su propia cartera. Si no les gusta tu cliente, estás jodido.
“Las entidades autorizadas, responsables de la aprobación del cliente o proveedor extranjero para la operación, analizan las solicitudes que les hagan las formas de gestión no estatal y, de resultar necesario, les proponen otras opciones de venta y compra más ventajosas”, agrega el documento oficial.
¿Opciones más ventajosas, de verdad? Si fueran tan expertos en las operaciones de exportación cómo es posible que Cuba casi no exporte nada e importe casi todo y a precios tan caros. ¿Por qué hacen empresas mixtas para gestionar la comercialización y exportación de productos cubanos? La realidad es que nos quieren meter a una panda de burócratas prehistóricos a gestionar nuestras exportaciones. No, gracias.
Rodrigo Malmierca, ministro cubano de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, y la maquinaria mediática del Partido Comunista nos quieren convencer que es así en todo el mundo. Nada más lejano a la realidad. Es cierto que para exportar una mercancía se requiere una empresa especializada en el proceso aduanero de exportación. Estas empresas llamadas en general transitarias cuentan con almacenes en zonas de puertos y aeropuertos donde se produce el acto legal de exportar/importar, y reportan a las aduanas del país las operaciones realizadas, adicionalmente las autoridades aduaneras pueden inspeccionar dichas instalaciones y procedimientos de importación/exportación.
Aunque pueden prestar otros servicios, estas empresas no se inmiscuyen en la relación comercial de los proveedores nacionales con sus clientes extranjeros, eso es siempre única y exclusivamente potestad de las empresas. Si le vendiste a un cliente chino y este no te pagó, es tu problema. Si tienes un cliente ruso que va a pagar una fortuna por tu mercancía, felicidades. Si quieres que la empresa transitaria además te gestione el flete marítimo a Australia, excelente. El empresario siempre decide qué es lo que quiere, lo que le da más beneficios o mejores prestaciones, es su empresa, su producto y su exportación.
Pero el punto más importante de la nueva regulación es el dinero. En el mundo entero el cobro de la venta/exportación entra directamente y sin intermediarios en tu cuenta bancaria, sin que nadie te toque un centavo. Nadie convierte el 20% de tus ingresos en una moneda devaluada de poco uso como es ahora el CUC. Nadie descuenta tasas comerciales, tarifas por servicios innecesarios, “márgenes comerciales” y otros impuestos revolucionarios.
“Del saldo resultante de la operación comercial, la empresa exportadora transfiere el ochenta por ciento (80%) a la cuenta en moneda libremente convertible de la forma de gestión no estatal que tiene habilitada a esos efectos, de conformidad con lo establecido por el Banco Central de Cuba, y el veinte por ciento (20%) restante, equivalente al contravalor, a la cuenta corriente en pesos convertibles, según lo dispuesto por el Ministerio de Economía y Planificación”, puntualiza el documento.
El pago a la empresa transitaria lo haces tú, de acuerdo a tarifas conocidas y previamente acordadas, y que en general son perfectamente acorde a sus servicios. La existencia de decenas de empresas especializadas en esta labor crea un mercado competitivo que impide que ninguna tenga precios monopólicos como ocurre en Cuba.
El pago al barco o avión por el flete (transporte) de tu mercancía lo haces tú, igualmente con tarifas económicas y competitivas. Tu preparas tu envío en tu almacén o negocio, tu contratas a alguien que te lo recoja y lo lleve al transitario (o lo llevas tú mismo) y este lo pone en manos del barco o avión que lo va a transportar. Parece complicado pero no lo es en casi ningún país. En Cuba será un proceso burocrático, complejo y más que nada costosísimo para el empresario.
Todo este análisis es para la actividad de exportación mayorista, quizás la más complicada. Para el comercio minorista, o sea la exportación directa a clientes finales todo es aún más sencillo. Solo tienes que preparar tu paquete e ir a una oficina de correos o de paquetería (DHL, Fedex, UPS, etc.) entregarlo, firmar una declaración de aduana en el momento, pagar el costo del envío y tu exportación está en camino. Si realizaste la venta a través de tu web, o de cualquier otro medio, es totalmente tu problema, ningún estado se mete en el medio de tu negocio.
Otro punto importantísimo, las exportaciones son de interés para las economías de los países, implican ingresos de divisas a la economía nacional, por lo que en la inmensa mayoría de los casos no existen aranceles para exportar. Contrario a la importación, no existen impuestos que tasen la actividad exportadora. De hecho en muchos países existen incentivos fiscales importantes para las empresas que exportan.
En Cuba no será así. El gobierno quiere una tajada de tu negocio de exportación. Quiere meterse en el medio del negocio del cubano que planea exportar sus humidores a España, del artesano que quiere vender sus esculturas en Rusia, del fabricante de carbón de marabú que tiene un comprador en Canadá, del cooperativista que quiere exportar ajo a Italia, del talabartero que desea exportar zapatos a México, de la tejedora que quiere vender vestidos de hilo en Francia. De todos ellos quiere tomar un pedazo el gobierno cubano.
Lo más interesante es que la implementación de estas y otras medidas está aún por verse. Uno de los puntos más importantes es que las “entidades jurídicas no estatales” aun solo existen en los papeles del gobierno, la eliminación de los “listados de actividades por cuenta propia” están en similar estado. Todas estas nuevas medidas llevan meses sin ser realmente implementadas. ¿Quizás para ver cómo logran maximizar el expolio a los empresarios cubanos?
La que pudo ser una medida excelente para los futuros empresarios cubanos nació envenenada, como todas las medidas que puedan beneficiar al pueblo, y que han tomado más que nada por desesperación. Por ese camino nunca se resolverá la crisis cubana.
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