Las autoridades sanitarias de Matanzas han tenido que inaugurar nuevas salas en sus centros hospitalarios para tratar de evitar la aparición de nuevos casos de coronavirus, ante el rebrote de la pandemia en el país.
En el Hospital Clínico Quirúrgico Comandante Faustino Pérez, situado en el municipio cabecera y que brinda servicios a toda la provincia, está disponible una sala con 12 camas para pacientes positivos al virus, donde en este momento se mantienen ingresadas ocho personas, de las cuales una ya fue confirmada con la enfermedad.
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Se trata de un joven de 22 años que está asintomático y evoluciona de forma favorable. Los otros siete están en espera del resultado de la prueba PCR que les fue realizada.
Además, esta semana se inauguró otra nueva sala con 28 camas, donde se internarán sospechosos de alto riesgo.
Según revelaron fuentes de la institución al telecentro TV Yumurí, allí se ingresarán aquellos pacientes que han dado positivo en un test rápido, o presentan comorbilidades (término que se refiere a la presencia de más enfermedades), o han tenido contacto con alguna otra persona con la COVID-19.
Por otra parte, en la sala de cuidados intensivos polivalentes se crearon condiciones para el tratamiento de casos de COVID-19 en dos cubículos de aislamiento.
También se preparó un salón de parto y uno quirúrgico, por si algún paciente de coronavirus, ya sea positivo o sospechoso, necesita una cirugía o si una embarazada se pone de parto.
La institución se mantiene ofertando sus servicios asistenciales habituales, para lo cual ha intensificado los protocolos higiénicos sanitarios en todas sus áreas, fundamentalmente en los cinco puntos de entrada, donde se le toma la temperatura a todo el que vaya a entrar.
Asimismo, la dirección del centro ordenó la suspensión de las visitas a los enfermos ingresados, quienes solo podrán tener un acompañante junto a ellos.
A finales de mayo, en el Faustino Pérez se registró uno de los eventos de transmisión de coronavirus más grandes desde el inicio de la pandemia en el país, con cerca de 50 infectados.
Las autoridades cubanas admitieron entonces que el brote se originó debido al incumplimiento de las medidas de desinfección y del control de acceso al centro, aunque el personal médico denunció que las malas condiciones de trabajo impedían cumplir con los protocolos de higiene y prevención establecidos para evitar la propagación del virus.
Una residente en Oftalmología relató al periódico local Girón que solo le habían dado dos nasobucos desechables, y algunos de tela que no eran idóneos.
“En el tratamiento a pacientes con ventilación que se deben chequear cada tres o cuatro horas, muchas veces se tenían que reutilizar los guantes, entonces, con todo este panorama no resulta para nada descabellado pensar que pudiese existir algún contagio. Eso, quienes trabajamos allí, lo sabemos”, detalló.
El propio director general del hospital, Andrés Lamas Acevedo, reveló que además de reciclar los guantes y usar caretas rotas, la sala de terapia Intermedia, principal foco de la infección, llevaba más de un año sin agua. Tras el brote, el dirigente fue suspendido de su cargo, una medida que provocó protestas por parte de sus compañeros.
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