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Durán, un sabio calmo y duro como un Quiebra Hacha

Hasta la epidemia de coronavirus, pasó desapercibido para el gran público; ahora ya no lo pueden borrar.


Este artículo es de hace 3 años

Francisco Alberto Durán García (Santiago de Cuba, 4 de junio de 1952) es médico, epidemiólogo; casado, dos hijas, abuelo y -como muchos Géminis- emplea la versatilidad para afrontar los desafíos, como ser la voz y cara diarios del coronavirus en La Habana, donde se ha plantado como un Quiebra Hacha tranquilo, a veces absorto, y respondón sin alzar la voz.

Epidemia, 30 mil enfermos en el momento pico, y la picardía de elegir el 18 de abril, San Perfecto, para suministrar la dosis exacta de Caiguarán a un atribulado burócrata: yo no meto miedo, lo que digo son las realidades... El miedo lo coge cada cual. Y creo, no me siento satisfecho del miedo que pueda transmitir porque, o no escuchan, o consideran que no, no debe ser tan grave... esta es un enfermedad muy peligrosa para lo cual tenemos que apretarnos los pantalones, reajustarse el nasobuco y marcharse con la alegría de Tilingo, tilingo, mañana es domingo y se casa la gata con Juan Pirindingo.

En San Diego de Núñez, cuna de Cirilo Villaverde, vive una mujer que ama al doctor Durán, aunque ni siquiera se han besado. Madre de un niño con una enfermedad neurolómuscular, de esas que los profanos llamamos rara; viajó hasta el hospital habanero William Soler buscando un remedio para su hijo y un frío laboratorista la rechazó porque "me vio guajira, pobre, flaca, mal vestida".

Salí llorando de allí y tropecé con un hombre entrecano, bigotudo y vestido con una bata blanca, que me preguntó porque lloraba; le conté como pude y me pidió que lo esperara. Nunca sé lo que hizo, pero el mismo compañero que poco antes me rechazó por "no ser de La Habana", me pidió estuviera allí al día siguiente por la mañana y nos hicieron todas las pruebas.

"Tu mira a ver donde vas a contar eso porque lo último que yo quisiera en mi vida es desgraciarle la vida a ese hombre tan bueno que -sin conocerme de nada- me ayudó cuando más lo necesitaba y yo no he podido regalarle ni una librita de mi café, porque nunca más lo había visto, hasta ahora, que lo ponen en la televisión por la mañana para darnos el parte de ese bicho malo que mata gente".

Durán hizo el Servicio Social en Camagüey, como médico de un destacamento del Ejército Juvenil del Trabajo, uno de los pocas milicias del mundo desprovista de fusiles y balas y cuyo nombre se articula, en el habla coloquial de los cubanos, como femenino: La ejotaté, lo llaman, sin saber que el epidemiólogo más conocido de la isla, cuidó de parte de esas huestes entre 1976 y 1978.

De la planicie camagüeyana volvió a su escarpado Santiago de Cuba, donde conserva amigos de toda la vida, orientales serios y reservados que -cuando nadie los oye- llaman duro al doctor Durán, que destacó en su trabajo como epidemiólogo y jefe del sidatorio local, hasta el punto de que lo promovieron al nivel central, en 2001 o 2002, para que se hiciera cargo del Viceministerio docente.

Pero en ese cargo no encajó porque es un investigador nato y encontró reacomodo en la Dirección de Epidemiología del MINSAP, puesto clave en una potencia médica con dengue, zika, chikungunya, cólera, escasez de agua potable y, ahora COVID-19.

Vivian Kourí, Jorge Pérez y otros científicos cubanos del entorno del IPK forman parte del núcleo afectivo habanero de Durán que -como la mayoría de los padres de su generación y la anterior- vive con la tranquilidad de saber que sus dos hijas están a salvo de las inclemencias de la OFICODA, una en Washington, otra en Guyana; pero con el pesar de no haber podido llegar al término de sus embarazos con sendas botellas de Aliñado.

Francisco Alberto Durán García, asume contar el coronavirus con mensajes cortos y el lenguaje no verbal, porque en su ética no cabe engañar a los cubanos y -cuando algún mediocre amaga con regañarlo- evoca a su tío Eduardo García Lavandero, que se batió solo contra soldados batistianos en una lavandería de La Habana, siendo uno de los jefes del Directorio Estudiantil Universitario.

Nadie elige a la familia ni a los compañeros de revolución y contrarrevolución; a los amigos si. Y ese hombre tranquilo e inmutable escogió los días 17 y 18 de abril de 2020 para decir sus verdades, como San Perfecto, que renegó de Mahoma y evocó a Jesucristo frente a unos musulmanes cordobeses exaltados, que lo decapitaron.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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