La promoción de la hidroxicloroquina como fármaco de efectividad para combatir el coronavirus se ha convertido en la piedra de escándalo que moviliza hoy desde criterios científicos y estrategias políticas hasta implicaciones comerciales y éticas en Estados Unidos. Por supuesto, con el presidente Donald Trump a la cabeza.
El campo de batalla se libra día tras día en los medios de comunicación y en las sesiones informativas en la Casa Blanca sobre la situación del COVID-19, aunque el debate ha arrastrado a prominentes luminarias médicas alrededor del mundo.
"Es algo que puede ayudar a combatir este horrible virus y hay algunos resultados favorables", repitió Trump este miércoles. "Solo he dicho que intentemos usarlo con prescripción médica cuando hay un enfermo que puede perder la vida... No soy doctor, pero tengo sentido común".
La controversia se calentó desde comienzos de la semana, luego de que una investigación periodística del diario The New York Times deslizara la tesis de que detrás de la insistencia de Trump en promover el medicamento como una alternativa de salvación para los enfermos de coronavirus, estaría su propio interés personal como accionista de Sanofi, el fabricante francés de Plaquenil, la versión de marca de la hidroxicloroquina.
El pasado año, aún sin desatarse el vendaval del coronavirus, Trump había informado que sus tres fideicomisos familiares tenían acciones en un fondo de inversión de Dodge & Cox, cuya mayor participación era en Sanofi. Otras personalidad allegadas al presidente, como el inversionista y contribuyente republicano Ken Fisher y el secretario de Comercio, Wilbur Ross, también aparecen vinculados a intereses financieros con Sanofi, según el diario neoyorquino.
Bajo el signo de urgencia
Más allá de si la hidroxicloroquina se convierte en un tratamiento aceptado y varias compañías farmacéuticas, accionistas y altos ejecutivos pudieran verse favorecidos, el panorama de incertidumbre entre miles de pacientes está poniendo un signo de urgencia a su empleo, con la inevitable cuota de esperanza que comporta todo empeño de curación.
La Administración de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos (FDA) tiene aprobada la hidroxicloroquina como tratamiento para el paludismo, la artritis reumatoidea y el lupus, pero no lo ha certificado contra el coronavirus por considerar que no existen suficientes evidencias científicas de su efectividad. Muchos de los cuestionamientos a su uso extendido tienen que ver con los efectos secundarios del medicamentos, principalmente en pacientes cardíacos.
La perspectiva de Trump es que se trata de un medicamento esperanzador y que nadie se pierde con probar, sobre todo cuando el enfermo se debate entre la vida y la muerte.
"¿Qué tienes que perder? ¿Qué se pierde con tratar si no es algo que puede matar al paciente y pudiera salvarlo?", se ha cuestionado Trump cada vez que en sus encuentros con la prensa en la Casa Blanca se le piden razones para la aplicación del medicamento.
La paciente salvada
Por segundo día consecutivo, este miércoles Trump apeló a una de sus narrativas favoritas para demostrar que la hidroxicloroquina puede representar un aliento esperanzador: el caso de la representante estatal demócrata Karen Whitsett, de Michigan, quien experimentó una rápida recuperación tras consumir el medicamento.
Whitsett agradeció al presidente por promoverla y "salvarle le vida". El pasado lunes recibió el alta tras someterse al tratamiento de hidroxicloroquina, bajo prescripción médica, desde el 31 de marzo.
"Tiene mucho que ver con el presidente... Él es la única persona que tiene el poder de convertirlo en una prioridad", dijo la legisladora estatal.
Pero también el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, quien está enfrascado en la batalla en el epicentro mundial de la pandemia, cree que debe apelarse al medicamento de manera masiva. Nueva York ha sido diezmado por la epidemia, con más de 4.000 muertes y unos 76.800 casos. Más de 800 decesos se registraron este martes.
Millones de píldoras a disposición
Cuomo, un crítico de la gestión de Trump ante la pandemia, le pidió esta semana al presidente que aumentara el suministro federal de hidroxicloroquina a las farmacias de Nueva York, permitiendo al estado levantar el límite de compras.
"Ha habido evidencia anecdótica de que es prometedor", dijo Cuomo, aunque reconoció la inexistencia de un estudio científico formal sobre los efectos terapéuticos del medicamento sobre el COVID-19.
Horas después, Trump estaba anunciando que 29 millones de dosis de hidroxicloroquina estaban disponibles para su distribución en hospitales e instalaciones médicas en todo el país. Además, dijo que ya había llamado al Primer Ministro de la India, Narendra Modi, para solicitarle más suministros del fármaco.
India ha autorizado las ventas de hidroxicloroquina a Estados Unidos haciendo una excepción a una anterior prohibición de las exportaciones para mantenerse abastecida del medicamento.
En medio de la presión sobre el empleo del medicamento, la FDA emitió una orden de emergencia a finales de marzo para permitirle a los médicos administrarla a pacientes con coronavirus si lo consideran oportuno. Incluso el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) había publicado una guía titulada Información a Médicos sobre Opciones Terapéuticas para Pacientes con COVID-19, con un inusual lenguaje: "Aunque se desconoce la dosis y duración óptimas de la hidroxicloroquina para el tratamiento de COVID-19, algunos clínicos estadounidenses han informado anecdóticamente sobre varias formas de prescribir el medicamento".
El CDC cambia las instrucciones
Ante las críticas de numerosos especialistas por la sugerencia de prescribir los medicamentos sin haber establecido que sean eficaces o perjudiciales, el CDC modificó este martes la guía, eliminando cualquier recomendación para prescribirla.
Ahora la información de la guía actualizada solo señala que "no hay medicamentos u otras terapias aprobadas por la FDA para prevenir o tratar el COVID-19"y añade que "la hidroxicloroquina y la cloroquina se están investigando en ensayos clínicos para su uso en pacientes con coronavirus".
El ajuste de las instrucciones del CDC responde a las propias contradicciones manifiestas en el propio círculo de asesores cercanos a Trump.
El doctor Anthony Fauci, el principal especialista del gobierno para epidemias, ha manifestado moderación sobre el tema. "Creo que debemos tener cuidado de no dar el salto para asumir que tenemos una medicina poderosa para el coronavirus. Todavía tenemos que hacer el tipo de estudios que prueben definitivamente si cualquier aplicación, no sólo esta, es en realidad segura y efectiva", dijo Fauci la pasada semana a la cadena Fox.
Enfrentados a Fauci, un coro de partidarios de promover el medicamento, con el asesor comercial Peter Navarro a la vanguardia, le hizo saber las discrepancias con su intervención televisiva, según testimonios citados por el sitio digital Axios. Al día siguiente, en una reunión de trabajo especial de la Casa Blanca, Navarro, designado para agilizar la producción de los suministros médicos contra el coronavirus, reprendió a Fauci con un dossier de estudios realizados en el extranjero que, según él, mostraban "una clara eficacia terapéutica" de la hidroxicloroquina.
Fauci respondió que solo había pruebas anecdóticas de que la hidroxicloroquina funciona contra el coronavirus e insistió en que se necesitan muchos más datos para probar la efectividad del medicamento.
El pulso de la esperanza
La confrontación entre Fauci y Navarro marca el pulso entre la ciencia y el pragmatismo que rodean el uso de la hidroxicloroquina en Estados Unidos. Trump no vaciló en posicionarse en torno al debate con una declaración explícita en la sesión informativa posterior a la reunión del grupo: "No tenemos tiempo... No tenemos dos horas porque hay gente muriendo ahora mismo".
Navarro es el encargado de hacer las gestiones para obtener hidroxicloroquina en los mercados farmacéuticos alrededor del mundo, a la vez que busca asegurar suficientes capacidades de producción doméstica del medicamento.
Varios fabricantes de medicamentos genéricos se están preparando para producir píldoras de hidroxicloroquina, entre ellos Mylan, Teva y Amneal Pharmaceuticals, cuyo cofundador, Chirag Patel, es miembro del Trump National Golf Course Bedminster de Nueva Jersey y ha jugado golf con el presidente al menos dos veces desde que llegó a la presidencia, según confirmó The New York Times.
Lo cierto es que muchos médicos han optado por usar hidroxicloroquina ante la desolación de la pandemia. En Nueva York, Health and Hospitals Corporation, la entidad que administra los hospitales públicos de la ciudad, ha aconsejando su empleo para disminuir la tos y la fiebre de los pacientes. Como criterio médico generalizado, se administra caso por caso, con la advertencia de que es una medicina sin certeza de curación para esta enfermedad. Algunos han preferido aplicarla con un régimen combinado de hidroxicloroquina y azitromicina (un antibiótico), con resultados diversos en la reducción de la carga viral.
Un intensivista del Brooklyn Hospital Center, en Nueva York, el doctor Joshua Rosenberg, valoró los dos polos del debate con una salida conciliadora: "Entiendo por qué el presidente está presionando: es el presidente de Estados Unidos. Tiene que proyectar esperanza. Y cuando estás en una situación sin esperanza, las cosas van muy mal. Así que no lo culpo por promover el medicamento, aunque no haya mucha ciencia detrás, porque es, en este momento, la mejor y más disponible opción para su uso".
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