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Cuba asume que lo peor del coronavirus está por aflorar, pero sigue politiqueando

El paquete de medidas gubernamentales confirman escenario incierto, aunque La Habana no deja de jugar a la gallinita ciega.

Bautizo político de Manuel Marrero Cruz, como Primer Ministro de Cuba © CiberCuba
Bautizo político de Manuel Marrero Cruz, como Primer Ministro de Cuba Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 4 años

El paquete de medidas del gobierno para afrontar la epidemia de coronavirus confirman un escenario incierto a medio y largo plazo y una rectificación total de la irresponsabilidad política con que asumieron, inicialmente, la epidemia surgida en suelo de su aliado chino, aunque siguen combinando realismo con propaganda politiquera.

Un vistazo a la edición digital de Granma, que refleja 40 medidas gubernamentales contra la expansión del COVID-19 en Cuba, deja joyas como estas:

"16-Se intensificará la producción de alimentos y se congelará el uso de insumos en los procesos que, ante esta situación, se paralizan, y se destinarán a la circulación mercantil minorista". Los burócratas comunistas han manipulado las palabras de Marrero Cruz en la Mesa Redonda de este lunes, cuando dijo claramente que destinarán recursos, previstos inicialmente para el turismo, para el consumo de la población.

¿Qué procesos se paralizan ante el coronavirus? El turismo, los viajes de cubanos al extranjero y las clases. Como los lápices y libretas no se comen, pues echar cuenta del rejuego de los burocrátas comunistas contra los tecnócratas verde oliva que han asumido el mando y, pese a que Marrero Cruz anunció una revisión de la política de comunicación, aún no debe haber tenido tiempo porque sufre la manipulación en sus carnes políticas.

Segunda y tercera joyas:

19-Se cierra temporalmente el curso escolar, y se planifican variantes de escalonamiento para su reinicio.

20-Cesan las clases por tres semanas. Si las condiciones lo permiten, el curso se reiniciará el 20 de abril.

De ahí, Granma salta a los puntos del 24 al 29, este último con una errata que cambió el 9 por un cero, apareciendo como 20, y rezan:

"24-A partir del 30 de marzo, se impartirán y orientarán actividades docentes por medio de la televisión, en horarios que se precisarán.

25-Los alumnos de centros internos retornan de inmediato.

26-Los profesores prepararán las clases para el reinicio del curso. Los de maestrías y doctorados adelantar en la investigación.

27-Para evitar aglomeraciones, el reinicio del curso será escalonado.

28-Se suspenden las actividades docentes de pregrado y posgrado en todos los cursos (diurnos, por encuentro y de Educación Superior), aplicando la modalidad no presencial.

20- (sic)-Las residencias quedan abiertas solo para estudiantes extranjeros".

Obviamente, la secuencia lógica resulta una ayuda en la comprensión lectora, pero la distracción es un arma de combate y, como la ministra de Educación disfrutó de su receso escolar parloteando que las clases se suspenderían solo en caso de una "situación extrema", había que maquillar el retozo de la ahora compungida burócrata por la frialdad del amanecer para los niños que vayan a los círculos infantiles. ¿Cuanta frialdad cabe en una ministra?

Y esta es la última joya, momentánea, de la doctrina del aparato ideológico:

"35-Se prolongará por seis meses más la vigencia de los certificados para adquirir medicamentos. Lo mismo para las dietas médicas"

A confesión de parte, relevo de pruebas. Medio año más de dietas médicas, sin aclarar qué ocurre si el beneficiado fallece antes de que expire la prórroga, de cualquier enfermedad, incluido el coronavirus. Flexibilidad que conecta con la autorización a cubanos residentes temporales en el exterior a extender su viaje más allá de los dos años previstos oficialmente.

El Ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda, sometido a una tensión visible y lógica, sigue sin aclarar el trayecto clínico del chino trabajador de la ZED de Mariel. Del resto de los enfermos sabemos casi vida y milagros, pero el narra de 52 años es como los aretes que le faltan a la luna y el secretismo obedece a que ese desgraciado caso desbarata la mentira oficial de que el mal viene de afuera y que no habría contagio autóctono.

¡Que isla!, lo malo siempre viene de afuera, si nos atenemos a la versión oficial. Una pena que el gobierno desconfíe tanto de un pueblo noble y empobrecido, con virtudes de solidaridad, trabajo y capacidad para crear riqueza que alcanzarán su esplendor cuando acabe la noche comunista de baba sin quimbombó.

La manipulación política del coronavirus ha sido una constante en el Departamento Ideológico del Partido Comunista de Cuba, y,este martes, el público selecto de la Mesa Redonda, cuadros del segundo escalón de mando, aparecieron con nasobucos azules, como las franjas de la bandera, el cielo y la mar.

Los mismos compañeros que, menos de una semana antes, trabajaban en el diseño de gran hospital flotante para salvar al mundo, sazonan sus discursos con la excepcionalidad de Cuba y han apelado al corrupto Luiz Inacio "Lula" de Silva para vender humo donde apenas queda fuego.

Pero lo peor, hasta ahora, ha sido el uso de una enferma de coronavirus aparecida en televisión alabando las virtudes de la dictadura y agradeciendo lo que es obligación estatal, en correspondencia con las leyes y la Constitución cubanas. ¡Pobre señora!, aún cuando sea sincera, hay límites éticos y humanos que un gobierno no debería traspasar nunca, sobre todo, porque como avisó el poeta Rilke: Un dios que revela su fuerza, carece de sentido.

La salud pública cubana fue universal y de la máxima calidad hasta el desmerengamiento de la URSS que -con su generosísimo Plan Marshall- financió la obra social de la revolución que, junto con el papel desempeñado en el Tercer Mundo, reservaron un sitio a Fidel Castro Ruz en la historia universal.

Por tanto, carece de sentido, a estas alturas del juego de pelota, seguir machacando en una supuesta sanidad del primer mundo, cuando este martes el propio presidente del Instituto Nacional de Recursos Humanos, Enrique Rodríguez Rodríguez, reconoció el desastre que padece Cuba en el abastecimiento de agua potable, que es un indicador de salud pública.

La venta de servicios médicos al extranjero es la cuenta de resultados más saneada de la maltrecha economía y sería sensato que el Partido Comunista y sus repetidores de antena cesen en el vano empeño de venderlo como solidaridad, cuando es ya la principal fuente de ingresos, junto con las solidarias remesas monetarias y recargas telefónicas de la vilipendiada emigración cubana.

Lo que da la mano izquierda no debe saberlo la derecha; y los cubanos están empobrecidos, pero no son tontos y la mayoría no aprobó la evacuación del MS Braemar en La Habana ni aprueba que compatriotas suyos pongan en riesgo sus vidas por el 25% del salario que Cuba cobra a los países necesitados.

Una vida humana, una sola; no debe arriesgarse a cambio de un probable automóvil básico, usado y caro, una lavadora automática y un televisor de pantalla plana, entre otras fruslerías de la agonizante sociedad de consumo neoliberal, que el discurso oficial cubano pronostica, aunque no pueda vivir sin los dólares norteamericanos que recauda con la ansiedad del avaro de Moliere.

En los casos del bloque bolivariano, la asistencia médica castrista tuvo - además- un carácter batistiano, de Fulgencio Batista Zaldívar y otros males republicanos, pues cambiaron operaciones milagro por votos populares para los aliados geopolíticos del tardocastrismo.

Los interferones cubanos no curan el coronavirus, tienen calidad y efectos secundarios en los pacientes, pero resultan muy atractivos por su bajo precio en el mercado internacional.

Otra insensatez comunista, pues si el compañero Nicolás Maduro, Telesur y otros repetidores de antena alineados con La Habana, insiste en presentarlos como el cuarto milagro de la Virgen de Fátima, lo lógico es que se cobren a precio deTantalio.

Cuba debe cobrar sus servicios médicos acorde a los precios internacionales y respetar las reglas salariales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y los derechos humanos de sus médicos y enfermeras, la riqueza produce bienestar y felicidad, el reparto selectivo de pobreza produce malestar y rabia, que generan emigración, pero ese juego también está cerrado.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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