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En el oriente de Cuba no hay refresco más sabroso que el prú, tampoco más popular, lo mismo entre quienes llevan 2 CUP en la billetera o quienes tienen 20 CUC en el bolsillo. El maravilloso brebaje vio la luz para ser el archienemigo del calor que tanto azota por estos lares.
La champaña de raíz, cerveza de raíz, prú oriental, o simplemente «prú», como le conocen muchos, es una bebida refrescante y de gran significación, pues resume parte de la esencia del ser oriental cubano con su herencia francesa.
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Cuentan los ancianos que el brebaje fermentado daba fuerzas a los esclavos para realizar las duras faenas agrícolas, les animaba el espíritu y curaba enfermedades, especialmente por sus efectos hipotensivos, depurativos y diuréticos. Desde entonces el prú es una bendición en esta parte del mundo.
Beneficios del Prú oriental
La fama del prú, además de ser refrescante, se debe a que se considera medicinal. Para quien sufre de cálculos en los riñones, dolores estomacales o presión arterial alta es muy beneficioso. También es afrodisíaca para los urgidos de soluciones maravillosas, aunque esto no se ha comprobado científicamente, es una creencia popular.
Al prú hay quien le atribuye otras propiedades. Se asegura que purifica al ingerirse pues ayuda a eliminar el colesterol y otras grasas malas. Es energizante, refrescante y limpia diversos sistemas del cuerpo humano, entre ellos el renal.
Se cuenta, además, que es una bebida analgésica, digestiva, antioxidante, antihistamínica, alivia la tos y la fatiga. Es antiséptica y anticoagulante, aunque no se recomienda consumir durante el embarazo y tampoco debe darse a niños pequeños.
Más allá del mito y la oralidad
Con el pasar de los años, la tradicional bebida ha sufrido transformaciones y sus secretos originales muchas veces llegan con la oralidad y una que otra investigación que roza el legado francés a la cultura cubana.
Se dice llegó al oriente de Cuba con las migraciones de los colonos franceses y sus esclavos. La receta, extensa según se plantea, se ha simplificado en la actualidad en parte porque se ha convertido, más allá de lo cultural, en sustento de vida de familias de bajos ingresos, o que busquen un dinero extra.
Originalmente se empleaban palos de jaboncillo, el bejuco ubí, las hojas del árbol de la pimienta, jengibre, la raíz de china, unos gramos de canela en rama, agua y azúcar parda o morena. También se requiere una «madre», que no es más que un poco de prú ya elaborado, o sea, de bebida fermentada.
Algunas personas comentan que antiguamente, terminada la cocción, muchas veces se envasaba el brebaje en pomos con hojas de caña santa.
En algunas zonas del oriente de Cuba se añadía raíz de palma y retoños de pino a la cocción, y no pocos agregaban aguardiente. Sin embargo, estos detalles no se practican en la actualidad. Quienes hoy hacen prú ni los conocen, el menos en las zonas urbanas de la ciudad de Santiago de Cuba.
La oralidad refiere que los recipientes con la bebida a fermentar antes se enterraban bajo tierra por espacio de tres días (si tenía «madre») y hasta cinco si requería más tiempo (cuando no tenía prú previamente elaborado), tradición que muy pocos practican hoy.
En la actualidad se prefiere colocar la bebida en pomos plásticos, los llamados «balitas», y estos al sol para acelerar el proceso. Otros detalles, secretos, de la fabricación artesanal de la maravillosa bebida, sencillamente se los ha tragado el tiempo.
La champaña de raíz, cerveza de raíz... sustento de algunas familias
La receta original de preparación del famoso prú oriental y sus variaciones, no se respetan íntegramente en la actualidad.
Al interior de pocas familias se mantiene como una sabrosa bebida que se consume por placer. Quienes más lo preparan hoy son aquellas personas que lo hacen con fines comerciales.
El desgaste cotidiano y la dificultad para conseguir algunos ingredientes han hecho que la receta original haya derivado, por facilismo, en el uso casi exclusivo de la hoja de pimienta (para el sabor), la raíz china (color) y el jaboncillo (efervescencia).
“Pero si la quieres más simple aún, le echas sólo la hoja de pimienta y el jaboncillo, la raíz china se sustituye por el azúcar «prieta», ya te darás cuenta que al final tiene color igual”, asegura Ángela, una habilidosa y veterana en la fabricación de prú y venta ilegal del sabroso brebaje.
“Por día me busco, cuando lo hago a pulmón, perfectamente unos 50 pesos y hasta más, pero no me mato tampoco, esto es para apoyar mi chequera”, comenta.
El principal problema de esta señora, como el de cualquier cuentapropista cubano, es conseguir la materia prima. Debe jugar entre los márgenes de la legalidad, con las situaciones epidemiológicas «coyunturales», y con la intermitencia de los combustibles, como el gas licuado.
“No necesito muchas cosas, sin embargo, los ingredientes sólo los venden en determinados lugares, por eso es que es difícil. Además, cuando hay brotes de cólera, como los ha habido, se prohíbe la venta de esta bebida, a pesar de que en su fabricación se hierven los ingredientes. Entonces, por esto y más, es que lo hago de forma ilegal, al fin y al cabo, siempre estoy a la deriva entre conseguir materias primas y que me dejen o no vender”, afirma.
Además, reconoce que en estos momentos la precaria situación del gas licuado dificulta la fabricación del prú. “A mi edad no estoy para estar prendiendo cocinas de carbón ni de leña, lo más sencillo es el gas, pero imagina que hervir ollas y ollas, acaba con la balita, así que ahora mismo estoy pensando en suspender la venta mientras no se regule el tema del gas. Así vivimos: a la deriva”.
Cuando uno le compra un prú a esta señora, lo primero que advierte es que “lo hago fuerte, te lo digo para que no te me desmayes aquí mismo. Además, no batuquees el pomo, que sale disparado y manchas el piso y tu ropa, y si lo haces, antes pon la mano debajo, el calor hace que no se bote, ese es un truco de vieja prusera”.
Después de varios siglos de elaboración artesanal de este sabroso brebaje, en las provincias de Granma y Santiago de Cuba se fabrica industrialmente y se expende en recipientes comerciales propios, sin embargo, lo habitual es que ni tenga el mismo sabor, y casi nunca aparece en los establecimientos.
“Hay quien dice que el prú es de barrio marginal. No es que no se venda donde quiera, porque se vende en cualquier barrio de Santiago de Cuba, pero la verdad es que es más común que la gente venda prú en algunos lugares más que en otros. No es una regla, pero se vende más en los barrios humildes, donde la gente necesita buscar dinero”, detalla.
Una vez tuve una profesora de Economía Política que, en franco y explícito ejercicio de chovinismo, decía que prefería un buen prú a una Coca Cola. En su momento no lo entendí, hasta que sentí la efervescencia de la famosa bebida de origen francés.
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