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A mí no me crean, pero los carros no están saliendo para allá, dijo apenada una señora -este jueves- a los que desde hacía media hora esperábamos un taxi en el capitalino poblado de Santiago de Las Vegas para ir a Bejucal.
La señora, que vive justo al lado de la piquera, nos dio la noticia de que, aunque haya algunos “rompehuelgas”, el paro del transporte privado que enlaza el suroeste de la capital cubana con las vecinas provincias de Mayabeque y Artemisa es casi total.
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Molestos por la implementación de las regulaciones del transporte que entraron en vigor este primero de febrero, los llamados boteros -que recorren tramos desde Santiago de Las Vegas hasta localidades como El Rincón, Bejucal, San Antonio de los Baños y Quivicán- decidieron hacer huelga porque las nuevas medidas los obligan a comprarle el combustible al estado, a menor precio, y también a bajar el costo del pasaje.
Las tarifas máximas para la transportación de pasajeros, establecidas por el Consejo de la Administración de Mayabeque, parecen hechas “para apretarnos la tuerca hasta que cedamos y hagamos las cosas como ellos quieren o entreguemos nuestros permisos de trabajo. Si eso no es represión no sé qué lo es”, explicó el conductor particular Julián Martínez.
Desde el sábado no estamos boteando y seguiremos así hasta que los que mandan se sienten a hablar con nosotros. No es justo que nos quieran bajar el precio del pasaje. Nos venderán el litro de petróleo a ocho pesos, pero la cantidad que asignan no nos alcanzará para dar la cantidad de servicios que damos normalmente, añadió.
Los precios del pasaje que nos quieren imponer no son justos porque no se corresponden con el kilometraje, que es como debería ser. No hay taxi particular casi para ningún destino de Mayabeque y algunops de Artemisa y -cada día- son mayores las aglomeraciones de personas en las paradas y las piqueras. No tiene ni pies ni cabeza lo que está pasando, precisó el taxista privado.
Fernando, un chofer de 57 años que se dedica a ir de Santiago de Las Vegas a Bejucal, asegura que las autoridades se van a llenar la boca de decir que subvencionan el combustible, pero nosotros vamos a tener que seguir comprándolo por la izquierda (mercado ilegal) si no queremos perder dinero.
El taxi puede parecer un servicio de lujo, pero para los que se mueven de Santiago de Las Vegas a Quivicán, por ejemplo, es una necesidad porque las guaguas apenas pasan, comentó.
La solución, una vez más, no está en cortarle las alas al privado, sino en hacerle la competencia. No se trata de fijar nuestras tarifas, sino de tener suficientes ómnibus o taxis estatales que respondan a la demanda pública, con precios más económicos. Si el estado diera un mejor servicio, la realidad sería otra, subrayó Fernando.
Para Elías Pérez resulta "evidente" que algún ‘gordo’ en este país le molesta que los cuentapropistas ganemos dinero.
Los choferes deberíamos poder hacer con nuestros vehículos lo que nos venga en ganas. ¿Quién tiene derecho a decirnos qué precio ponerle a nuestras tarifas o dónde y cómo comprar el combustible? Solo deberían controlar que no hagamos nada ilegal, matiza Pérez.
El albañil Tony, de 43 años,cuenta que este martes, como a las siete de la noche, para salir de San Antonio de los Baños para mi casa en La Habana tuvo que pagar 50 pesos.
Era de esperar que los boteros se retiraran en masa y la decisión del gobierno terminara echándole el muerto a la propia población, que ahora no tiene en qué moverse y debe hasta fajarse para montar en una guagua o pagar cinco veces más que antes para poder irse en un carro.
Como casi todo el que tiene un carro viejo en Cuba pasa de los 60 años, contrata a choferes jóvenes y, mientras más se alarga la cadena, hay que exprimir más al pasajero. Hay cientos de personas que viven en Mayabeque, pero trabajan en La Habana y ahora deben cazar un taxi directo para llegar a su casa. Con el Estado tomando este tipo de normas solo nos jodemos los trabajadores, concluye.
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