La Habana en sus 500: censura, represión, tumulto y un fogoso Fidel Castro

La grosería del tardocastrismo empañó el cumpleaños de La Habana, a la que no acudieron sus principales aliados.

500 años de La Habana © CiberCuba
500 años de La Habana Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 5 años

La torpeza del tardocastrismo quedó evidenciada en la celebración del 500 cumpleaños de La Habana, manipulando groseramente los fuegos artificiales con la simplonería de "Viva Fidel", politizando innecesariamente un acto festivo en tributo a la capital de Cuba, donde las habituales censura y represión totalitarias y la pobreza crónica se unieron a la ausencia de los principales aliados de la dictadura cubana.

Solo una acusada guataquería futil pudo haber influido en la ocurrencia comunista de manipular un espectáculo vistoso en una ciudad mayoritariamente a oscuras, convirtiendo los fuegos artificiales en consigna a favor del hombre que más daño hizo a La Habana, Fidel Castro Ruz. Con un viva a la ciudad, incluso a Cuba, habrían resuelto la obsesiva intencionalidad política, sin caer en el exceso demagójico.


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Censurar canciones y artistas forma parte de la tradición totalitaria de la dictadura cubana, que llegó a idear la fórmula escrita de "D.R." (Derechos Reservados) para no poner en los discos que editaba los nombres de compositores como Ernesto Duarte, Arsenio Rodríguez, Ernesto Lecuona, Guillermo Portabales, Oswaldo Farrés, Mike Porcell, Meme Solís y al resto de creadores exiliados. En esa línea, prohibió que sonaran en la radio y se vieran en la televisión a La Lupe, Graciela y Machito, Celia Cruz. Olga Guillot, Osvaldo Rodríguez y un largo etcétera, etc.

Pero el censor verde oliva no se paró en músicos exiliados, sino que, en un alarde anticatólico innecesario, cambió la letra de "Novia mía", del genial José Antonio Méndez, que había escrito: Bendito Dios porque al tenerte yo en vida... y su frase fue suplantada, temporalmente, por: Desmiento a Dios porque al tenerte yo en vida. También prohibieron la tonada Mamá, mamá, el perico está llorando; a raíz de la Zafra de los 10 millones que no fueron. En fin, nada nuevo bajo la censura del ¿quinquenio? gris.

Durante todos esos días de celebración, Roberto Quiñones Haces, José Daniel Ferrer y otros 118 presos políticos siguieron en sus celdas; mientras que periodistas independientes y opositores fueron impedidos de salir de sus casas y los reporteros de Cubanet Vladimir Turra y Enrique Díaz fueron arrestados cuando cubrían los incidentes en el Mercado de Cuatro Caminos.

La reinauguración del Mercado de los Cuatro Caminos, previamente destruido por el general deterioro y la desidia oficial, fue apurada para saludar la efemérides, viejo vicio de la nomenklatura; y los habaneros -expertos conocedores de las trampas del gobierno para generar ficciones- acudieron en masa a comprar lo posible, tras años soportando el empobrecimiento por decreto. La TV pagada por el partido comunista salió anoche llamando indisciplinados a los habaneros tumultuarios, en ese viejo e inútil ejercicio de culpar al Totí de lo que no se puede culpar a Donald Trump.

Todo este festival del tardocastrismo, ocurrió en medio de la ausencia de sus principales aliados, los compañeros Daniel Ortega y Nicolás Maduro, que todavía no deben haberse repuesto del susto que les dio el hermano Evo Morales con su huida, tras fracasar en su intento de trampear las elecciones para no someterse a una segunda vuelta y arriesgarse a perder el jacuzzi.

La supuesta asistencia de Ortega y Maduro a los actos por el 500 aniversario de La Habana fue el pretexto esgrimido por el gobierno en funciones de España para que los Reyes Felipe VI y Letizia no participaran en los fastos habaneros, al que si acudieron autoridades rusas, kuwaitíes y un ex presidente de Francia para velar por sus intereses y el de las empresas que los patrocinan. Viet Nam, Corea del Norte, China y Argelia y el resto de gobiernos latinoamericanos hicieron mutis por el foro.

La luz cegadora de los fuegos artificiales de Fidel Castro, no consiguió esconder la sensación de fracaso que ha dejado en muchos habaneros el 500 cumpleaños de una ciudad magullada y donde la censura totalitaria sigue teniendo voz de ordeno y mando porque los mandamases del castrismo son incorregibles, incluso cuando fingen que se van a portar bien.

¿Ha publicado el Poder Popular de La Habana el coste de los festejos? Sería un reportaje que ni pintado para la aguerrida televisión cubana, dolida con esos habaneros revoltosos que riñeron por lo que habitualmente no hay en las tiendas de la capital y ante la certeza aprendida de que, una vez pasado el jubileo, volverá la OFICODA en son de continuidad; sobre todo cuando sabemos que un perro tiene cuatro patas, pero siempre coge un solo camino.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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