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Esta popular frase se considera de marcado origen geográfico, pues nos remite a la ciudad de Valencia, España. Existen varias teorías que explican qué pudo dar pie a que la luna de esta maravillosa urbe se volviera un referente de la enajenación y el despiste.
La Luna de Valencia
En Cuba cuando alguien está despistado, se retrasó o está pensando en las musarañas le solemos decir: “estás en la Luna de Valencia”. La frase no es solo nuestra, se usa en otros lugares del mundo, especialmente en España.
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Según la Real Academia Española la popular sentencia se refiere al estado en el que se queda alguien cuando se ven “frustradas las esperanzas de lo que deseaba o pretendía”. Sin embargo, para los cubanos tiene más que ver con un toque de enajenación.
Origen de la frase
Existen en Internet varios artículos sobre el posible origen de esta frase que pueden agruparse en cuatro versiones.
Las antiguas murallas que protegían la ciudad de Valencia tenían portones que cerraban al caer la noche. Quienes no arribaban antes de este horario debían dormir en las afueras, a campo abierto y la gente se referían a ellos como “los que se quedaron en la Luna”.
También se atribuye la frase al período de la expulsión de los moros de la ciudad, cuando miles de ellos fueron reunidos en las playas de Valencia para trasladarlos en barcos hasta Argelia, Marruecos y Túnez. Eran tantos que no cabían en los barcos y tuvieron que pernoctar bajo la luna varios días, con miedo, incertidumbre y sueños frustrados.
Otras versiones posibles
Otra explicación tiene que ver con la luna sobre Valencia vista desde el mar. Antaño algunos barcos arribaban a las costas valencianas y por la mala marea u otras razones mercantiles, no podían atracar. Sus tripulantes y pasajeros permanecían mirando la ciudad en el horizonte, dibujada bajo la luz de la luna, pero sin poderla alcanzar.
La cuarta interpretación se atribuye a un dicho popular español, “dejar a la luna” que equivale a “dejar en blanco”, aunque este caso no aporta el elemento geográfico tan singular.
Ya sea por una u otra versión, la frase llegó a Cuba y nos apropiamos de ella. Actualmente la usamos para designar a los que llegan retrasados, están despistados o van enajenados por la vida, pero también para nombrar a esas curiosas personas que sueñan despiertas y esperan por un milagro.
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