Para ser una crisis coyuntural y de corto alcance fue excesiva la puesta en escena de la Mesa Redonda de este miércoles en La Habana, donde el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez instauró el socialismo remendón, acompañado por históricos y el Consejo de Ministros y con Raúl Castro Ruz brillando por su ausencia.
Si todo se reduce al retraso de la llegada de un buque tanque petrolero, bastaba con una Nota Oficial explicando que de tal fecha a tal fecha habrá problemas o -a lo sumo los ministros de Economía y de Energía contando las amargas verdades de los barqueros.
Pero el inconsciente presidencial le jugó una mala pasada al revelar que no se trata de improvisación, sino de medidas que forman parte de un programa elaborado por el Consejo de Ministros, tras una advertencia del General-Primer Secretario de que Trump provocaría marejadas peligrosas para embarcaciones menores.
El gobierno norteamericano carece de legitimidad para sancionar o acorralar a Cuba, intentando haciendo saltar a los cubanos por hambre y hastío, pero si Donald Trump es tan villano por qué razón La Habana acaba de tragarse 120 emigrantes devueltos en un solo vuelo y por qué anteayer se inauguró en la capital cubana la segunda sesión de una comisión agrícola bilateral.
Randy Alonso tuvo la valentía de mentar la soga en casa del ahorcado, preguntando si la isla entraría en un nuevo “Período Especial en Tiempos de Paz” (menuda tarea para los filólogos del futuro) y el presidente –cual Judas- negó tres veces, pero otra vez el inconsciente lo desmintió al afirmar que se adoptarían decisiones ya tomadas durante la crisis de los años 90 del siglo pasado. Y que las acciones habían sido aprobadas el día antes por el Buró Político.
Díaz-Canel intentó por tres veces relativizar la dura carga que soporta, pero en la primera solo consiguió confirmar la inquietud que sienten los cubanos: una artista llamó a una amiga periodista para saber de qué hablaría el mandatario; en la segunda rozó el cinismo: de vez en cuando son buenos estos retos porque nos obligan a innovar, a reaccionar con soluciones nuevas a problemas viejos (Fidel dixit). Y en la tercera aventuró el teletrabajo como fórmula paliativa en un país que padece los índices de conexión más bajos de la región. Don Miguel, pocas bromas, recuerde que la Magdalena no está para tafetanes y nadie mejor que usted para conocer el alcance y profundidad real de la tragedia que asola a los cubanos.
El Ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, imitó a su jefe en el cinismo y tras desgranar algunas medidas se puso la guayabera de palo y mintió sin recato: nosotros no subimos los precios ni despedimos masivamente. ¿Más, Don Alejandro? Si sube los precios en una moneda que vale 25 veces más que la que usted usa para pagar los salarios, los pobres tomarían el Palacio de la Revolución y en cuanto al desempleo, lleváis años mandando gente al acosado sector privado y a la economía sumergida.
Una de las medidas más acertadas que tomarán, serán las de reducir jornadas laborales y escalonar turnos de trabajo en aquellas actividades imprescindibles porque reduce el consumo de combustible, el robo en los trabajos (muchos cubanos tienen un empleo mal pagado y una búsqueda por imposición del castrismo empobrecedor) y el gasto telefónico, pues muchos empleados estatales usan los teléfonos de empresas para llamar a familiares, amigos y amantes.
Pero toda crisis es también una oportunidad y –teniendo en cuenta que el presidente Díaz-Canel exhortó a ser valientes y a acercarse a los jóvenes- el Consejo de Ministros podría autorizar, mientras llega el barco de no se sabe dónde por razones de seguridad, la libre importación de alimentos y medicinas, promover que boteros y taxistas funcionen con arreglo a las normas de la oferta y la demanda y una reducción de las tarifas de trámites consulares y otros atracos que perpetran los consulados cubanos contra los emigrados. Total, sería cuestión de 15 días, un mes y medio como mucho…
La oposición y el exilio están ante otra excelente oportunidad para tender la mano a Cuba, a sus hermanos, y plantear al gobierno un diálogo sensato y respetuoso que privilegie una solución made in Cuba, sin interferencias de USA, la Unión Europea y el conflicto venezolano.
El principal capital de la emigración cubana es su vida de trabajo, esfuerzo, honradez y solidaridad, que son también virtudes de muchos cubanos dentro de Cuba, como esa señora de Güira de Melena que devolvió 24.800 pesos encontrados en la calle.
El futuro pasa por una alianza entre cubanos de bien y no por una bronca constante entre castristas y anticastristas con esfuerzos baldíos que solo conducen primero a la rabia y luego a la melancolía. Aún hay tiempo para gestionar la crisis más perdurable e intensa que soportan los cubanos por el esquema de dependencia económica que impuso el castrismo.
Los violentos irreductibles de ambos bandos cuentan con la ventaja de las armas, así que ya podéis ir gritándose que os veis en el parque de Trillo o de los Chivos, a las cuatro y media de la tarde.
Unos confiados en que Cuba se acercaba al socialismo próspero y sostenible que pregonaba Díaz-Canel y este miércoles supimos que la isla entra en la coyuntura del socialismo remendón, que encarcela a opositores y periodistas, agradece la oferta de Vietnam de cooperar en la agricultura (un país diezmado por el Napalm y las bombas de los B-52 americanos cosecha mejor que la hacienda Marabú) y aprovecha el décimo aniversario de la muerte del Comandante de la Revolución, Juan Almeida Bosque, para que Cubadebate grite: ¡Aquí no se rinde nadie!
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