Primer Ministro y 15 gobernadores para seguir jugando a las elecciones en Cuba

Lo de menos es que la elección presidencial sea indirecta sino que los cubanos no tienen posibilidad de elegir entre diferentes opciones políticas como ocurre en buena parte del mundo, y en correspondencia con la pluralidad que se aprecia en las calles y familias de la isla

Imagen de referencia de Raúl Castro votando © ACN
Imagen de referencia de Raúl Castro votando Foto © ACN

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Este artículo es de hace 5 años

El castrismo ha implantado una nueva ley electoral, en la mitad del plazo previsto legalmente, para reforzar aún más el poder del hegemónico y desprestigiado Partido Comunista, que tendrá a su disposición un Primer Ministro y gobernadores en cada provincia y el municipio Isla de la Juventud; aunque los cubanos siguen sin poder elegir entre diferentes opciones políticas.

Ya sabíamos que José Martí fundó un solo partido y que Fidel Castro fundó cuatro: el Movimiento 26 de julio, en 1952, las ORI (Organizaciones Revolucionarias Integradas), en 1961, el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURS), en 1962 y el actual Partido Comunista de Cuba (PCC), en 1965; con el único objetivo de garantizarse el poder absoluto, sacrificando la meritocracia y apartando a las voces discrepantes, a favor de la lealtad ciega al líder.


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Y ha vuelto a suceder. Lo de menos es que la elección presidencial sea indirecta, como ocurre en muchas democracias parlamentarias, España por ejemplo; sino que los cubanos no tienen posibilidad de elegir entre diferentes opciones políticas como ocurre en buena parte del mundo, y en correspondencia con la pluralidad que se aprecia en las calles y familias de la isla.

El castrismo ha tenido 60 años para hacer un país independiente y próspero, incluso para haber incluido a miembros de la oposición democrática en esa Asamblea Nacional que aprueba casi todo por unanimidad y que se repite semestre tras semestre con las vaguedades conocidas de la baba sin quimbombó; pero sigue sin conseguirlo y atenazado por el miedo.

Homero Acosta Álvarez, al que el tardocastrismo anda blanqueando como abogado, es una “aceituna” (verde oliva por fuera y por dentro), proveniente del MINFAR y es el penúltimo Aeda con capacidad para vender la decrepitud política como gran novedad.

El compañero Homero, que hace poco atentó contra la vejiga de su jefe Raúl Castro Ruz, hablando por casi dos horas sin parar; apareció ahora en la tribuna de Macondo y, cual Melquíades, soltó esta simplonería: se preserva la independencia del proceso electoral porque el Partido Comunista no nomina a los candidatos… le faltó añadir: nomina el pueblo, que era la morcilla favorita de Fidel Castro para rematar el embuste electoral.

Así las cosas, solo queda por ver quien será designado Primer Ministro, si su perfil será reformista o fósil y su relación con el MINFAR y la proporción entre reformistas y dinosaurios en la elección de gobernadores. Debe haber forcejeo entre Machado Ventura y Díaz-Canel por nombrar a su gente en esos puestos y Raúl Castro Ruz, se reservará el papel de árbitro por si hiciera falta inclinar la balanza a favor de uno u otro en algún territorio.

Los dinosaurios parten con cierta ventaja boomerang en la lid porque tienen a mano el efecto Trump. ¡Ay, Trump; si no existieras, tendríamos que inventarte!, rezan los fósiles incrustados en la nomenklatura cubana; pero tienen el hándicap de que la economía sigue exhausta, han vuelto los apagones de entre dos y tres horas en las provincias y periferia de La Habana, tras desplomarse un 40% la compra de combustible y la vaquita Pijirigua sigue seca como los valles de Caujerí y Picadura, el Triángulo Lechero de Camagüey y la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, tan especial que sigue sin hacer agua y carbón.

Pero quien no se consuela es porque no quiere. La ley electoral mantiene la prohibición a los candidatos de recibir financiamiento y reduce el número de diputados en 131 (de 605 pasa a 474) y de miembros del Consejo de Estado en 10, ahora serán 21, en vez de 31, incluidos su presidente y vicepresidente. Es decir, menos burócratas a mantener, aunque sea de manera indirecta y parcial, por el pueblo cubano.

Ya avisó aquel alcalde de La Habana, Justo Luis del Pozo, en los albores del castrismo: lo bueno que tiene esto, es lo malo que se está poniendo.

Y años después, en una sesión de la Asamblea Nacional, tras dialogo entre el diputado René Anillo Capote y el entonces presidente del parlamento, Juan Escalona Reguera, que se esforzaban en remarcar la conveniencia de adecuar técnicamente un reglamento a la ley. El compañero Fidel zanjó: Juanito (Escalona) dejémonos de tecnicismos, que cuando yo disparé el primer tiro en el Moncada, ya todos nos pusimos fuera de la ley y el plenario se vino abajo con una cerrada ovación.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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