De Diosdado ni un Cabello

Cabello es el más anticastrista de la cúpula venezolana y siempre receló de las andanzas habaneras de su jefe Hugo Chávez.

Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel reciben a Diosdado Cabello © Estudios Revolución
Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel reciben a Diosdado Cabello Foto © Estudios Revolución

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Este artículo es de hace 5 años

El pretexto oficial de la visita en fin de semana de Diosdado Cabello a La Habana es la preparación de la próxima reunión del Foro de Sao Paulo, la causa real son los preparativos del funeral político de Nicolás Maduro, que se ha convertido en hombre incómodo para todas las partes en conflicto.

Cabello es el más anticastrista de la cúpula venezolana y siempre receló de las andanzas habaneras de su jefe Hugo Chávez, apoyado en ese empeño cubanizador por Luis Miquilena (hasta que descubrió las trampas castristas), el fallecido Alí Rodríguez Araque y José Vicente Rangel; pero la política hace extraños compañeros de cama y Diosdado y Raúl se necesitan como el comer en la hora de los mameyes venezolanos.


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La fotografía publicada por Granma y el “lead” de la nota, confirman la importancia que La Habana concede a la visita, pues Cabello ha sido recibido por Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel y José Ramón Machado Ventura en búsqueda de una salida complicada porque se trata de armonizar los intereses del Palacio de la Revolución, salvar la cuota petrolera venezolana o parte de ella; y los de Diosdado Cabello, hacerse con el control total de Venezuela, pactando con USA y la oposición, a la que el general parece haberle tomado la medida.

Sobre la escena del sofá habanero sobrevuelan las acusaciones de la Casa Blanca contra Cabello por liderar el llamado “Cártel de los Soles”, un grupo de generales y altos cargos militares bolivarianos dedicados al narcotráfico en sus ratos libres, datos que habrían sido confirmados por desertores venezolanos, incluido Hugo “El Pollo” Carvajal, ex jefe de la Contrainteligencia Militar venezolana y detenido recientemente en Madrid, a petición de Estados Unidos.

Pero Cabello jugará la carta de la estabilidad que puede aportar a la transición venezolana, haciendo valer su férreo control del partido chavista, de la asamblea populista y de los aparatos de Inteligencia y Contrainteligencia militar; y ese es el mensaje que Diosdado necesita trasladar a la Casa Blanca por diferentes vías, incluidos los cubanos, que llevan meses cabildeando con Estados Unidos y Canadá, ofreciéndose como parte de la solución y no del problema Venezuela.

A estas horas, puede que USA no ha encontrado a nadie que reúna tanto poder como Cabello y que pueda garantizar cierta estabilidad en la coyuntura venezolana, que se ha convertido en un foco de desestabilización regional por su incidencia negativa en Colombia, Brasil, Perú, Ecuador y parte del Caribe.

Los círculos de poder norteamericano podrían estar viviendo por enésima vez el viejo adagio de que es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta; mientras que La Habana apuesta por mediar entre las partes a cambio de que Trump, una vez sea reelegido, afloje el cerco que afecta el nivel de vida de los cubanos, según el canciller Rodríguez Parrilla. ¡Que nivel, Maribel!, que diría un castizo.

Cabello sabe que esa vía puede librarle del asedio norteamericano y garantizarle inmunidad por un tiempo prolongado o eterna, pero para ello necesita oír a Raúl Castro, que se esmerará en el trato a su incómodo huésped, intentando hacerle ver que es preferible un mal acuerdo con la Casa Blanca que arriesgarse a hundirse con Maduro, Tareck El Aissami y Vladimir Padrino, con cara de Trotski desde que se descubrió que estaba en el enjuague con Pompeo y Guaidó.

Nicaragua también sobrevolará la reunión de La Habana por el amargo recuerdo del engaño sufrido por Augusto César Sandino, que desembocó en asesinato; pero también porque los compañeros Daniel y Rosario son perfectamente sacrificables, operación que contaría con las bendiciones de Washington, la numerosa disidencia sandinista, la Iglesia Católica, la oposición y el empresariado nicaragüense.

Y aquí no se trata de que tardocastristas y Cabello sean amigos; sino que comparten la desdicha de no tener sitio para esconderse en este mundo tan vigilado, especialmente, desde los ataques del terrorismo islámico a Estados Unidos en 2001.

Fulgencio Batista encontró refugió en el Portugal de Antonio de Oliveira Salazar; Marcos Pérez Jiménez en la España de Francisco Franco Bahamonde y el Sha de Irán, Mohammad Reza Palhevi, en la Panamá del General Omar Torrijos Herrera; todos a cambio de unos pagos suculentos y discretos.

Raúl Castro y Diosdado Cabello, con sus respectivas cortes y familiares, no tendrían escondrijo posible y ambos saben que cuando la mona no carga al hijo; lo sensato es pactar con el Diablo, sobre todo ahora, cuando Fidel y Hugo murieron en sus camas y Donald Trump les ha colocado sendas corbatas a juego con las guerreras verde oliva con las que hacen murumacas defensivas.

Nicolás Maduro Moro quisiera ser huésped de Siboney o Kholy, pero Raúl Castro, viejo gallero, sabe dos cosas: los gallos con heridas nobles, son mejor para sopa y que, si gana, cobra…

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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