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Los tres sistemas de abasto de agua con que se alimenta Santa Clara se encuentran inestables, y los pobladores de la ciudad, como si no fuera ya suficiente con la crisis alimentaria que viven desde hace meses, ahora deben buscar el pozo más cercano para proveerse del líquido.
Si bien casi todos los barrios de la urbe manifiestan ahora mismo dificultades con el servicio de acueducto, algunos describen una situación más tensa ante la ausencia del fluido por más de una semana. Tal es el caso del Reparto José Martí, al suroeste de la ciudad, y donde no se recibe ni una gota desde hace ocho días.
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Según Midiala Arencibia, jefa de operaciones del acueducto en la provincia de Villa Clara al rosario de roturas, salideros, tupiciones y las consiguientes intervenciones por parte de sus operarios, se suman ahora los efectos adversos de las sostenidas lluvias.
“Al José Martí ya íbamos a darle agua anoche, pero debido a las intensas lluvias tuvimos un paro eléctrico y no pudimos dar el servicio durante la madrugada, y tampoco en horas de la mañana de hoy. Ahora el tanque se encuentra a menos del 50% y necesitamos darle agua primero a los hospitales para ver si ya luego podemos. Esperemos que no llueva demasiado y la lluvia nos los permita.”
Según explicó por medio de la emisora santaclareña CMHW, las aguas del jueves en la tarde agravaron la situación ya existente pues se produjeron averías eléctricas que impidieron el trabajo de las estaciones de bombeo del sistema Hanabanilla. “Hace falta que no llueva mucho hoy, para no dilatar más los trabajos de nuestras brigadas”, indicó la directiva.
Los santaclareños están prácticamente adaptados a vivir en medio de la sequía crónica. Es difícil encontrar una vivienda que no disponga de tanques, cubos y galones para almacenar el líquido. Otros cuentan con los llamados “ladrones de agua”, artefactos muchas veces artesanales que “chupan el agua de donde sea”, explica Conrado, residente en el reparto Camacho, y quien a pesar de su milagrosa bomba solo está recibiendo un hilito, según cuenta.
Pero si bien a él le queda la alternativa de buscar un pozo cercano, en la casa de un vecino, en José Martí las cosas cambian. Este no es un barrio cualquiera.
Vivir en el Reparto José Martí de la ciudad de Santa Clara es un verdadero dolor de cabeza para sus 17 mil habitantes. Esta comunidad formada por decenas y decenas de edificios Girón amontonados entre sí, muy pronto dejó de ser vista como la barriada promisoria que proyectaron inicialmente los arquitectos del gobierno.
Había sido proyectada como una comunidad de desarrollo, con la que se pretendía desconcentrar buena parte de la población del centro histórico y dotar a la ciudad de un núcleo urbano moderno. Sin embargo, tras la caída de la URSS y la llegada del período especial los primeros pobladores sufrieron en carne propia lo que era vivir tan distantes de los hospitales y demás servicios básicos, sin transporte. Pero se siguió construyendo, sobre todo para familias de militares de menor rango.
“No hay un pozo a la redonda, y cuando ponen pipas es muy duro cargar dos cubos hasta el cuarto o el quinto piso de un edificio”, explicó Mileydis, una joven profesora residente en el mencionado reparto, y que lleva cuatro días en la casa de sus padres ante la interrupción del servicio de acueducto.
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