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Un inquietante cartel pende de un alto balcón de hierro en la calle Gloria de la ciudad de Santa Clara. Se trata de un clamor inusual que nadie sabe a quién va dirigido, pero todos entienden la causa que lo origina. Rodeado de varios recipientes vacíos se distingue claramente el rótulo que implora: “Dios, necesito agua”.
Quizás esa familia padezca, como otras tantas, la prolongada escasez de agua que agobia a los habitantes de la ciudad. Si bien los largos ciclos de abasto, la mala calidad del líquido y las irregularidades en los suministros son males crónicos que aquejan a los santaclareños, las recientes roturas de la conductora Hanabanilla, han dejado sedienta a la mitad de una urbe con más de 220 mil habitantes.
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Se trata de la principal red de abasto de agua potable en la ciudad, y que ante las dificultades se ha debido servir de la estación de bombeo de Palmarito, pero esta, a su vez, también tiene una de sus bombas rotas, según información ofrecida a la emisora santaclareña CMHW por Midiala Arencibia, jefa de operaciones del acueducto en la provincia.
En días pasados se originó una situación tensa ante las imprevistas roturas de algunos tramos de la conductora recién instalada, y fue necesario movilizar carros de termofusión y brigadas especializadas desde La Habana. Luego de dos semanas de espera, se logró sellar las fisuras y quedó reparada la bomba 4 de Palmarito, pero un par de días después la situación se reitera.
Hoy el panorama que exhibe la ciudad es realmente preocupante. Si bien muchas casas reciben el servicio, la escasa presión con que se logra bombear deja a cientos de viviendas sin recibir una gota. “Es bien complicado movilizar pipas pues en un mismo barrio puede haber casas que reciben agua y otras que no, en dependencia, por ejemplo, de si se encuentran en un primer piso o segundo piso”, explicó un trabajador de acueducto.
Si bien los vecinos de las zonas más afectadas reclaman que se les asignen carros cisternas para satisfacer sus necesidades, lo cierto es que el gobierno en el territorio no dispone de un número razonable de esos vehículos, y los pocos con que cuenta deben priorizar aquellos barrios que históricamente han dependido de las pipas.
Según la información ofrecida por la jefa de operaciones del acueducto, ahora mismo no se vislumbra una solución al problema, por el contrario, pudiera agravarse mucho más, pues las reparaciones dependen de la intervención de otras empresas.
A la par de la escasez de agua, cada día se originan nuevos reportes de salideros y averías en diferentes puntos de la vieja urbe. Decenas de familias han denunciado igualmente que el líquido que llega a sus viviendas contiene residuos tóxicos, toda vez que se juntan tuberías albañales con las redes de agua potable.
Según estimados del gobierno en la provincia se requieren aproximadamente 130 millones de pesos (en ambas monedas) para acometer una reparación capital del casi centenario acueducto de Santa Clara.
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