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Cuando los precios de la carne de cerdo se descontrolaban, el pollo se desaparecía y el huevo aburría ya en la mesa más humilde, los villaclareños tenían su tabla de salvación más probable en Pescavilla, la red de pescaderías pertenecientes a la Empresa Pesquera Provincial.
Mientras las croquetas, el picadillo o las sardinas eran la opción más frecuente de miles de santaclareños, el filete de claria se impuso por derecho propio y se convirtió en una ambrosía para muchas familias. Ahora ni eso.
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Desde que a nivel nacional comenzó la crisis con la harina de trigo, se deprimió la producción de panes y dulces, pero también de las croquetas y embutidos que se ofertaban en Pescavilla. Y eran ausencias entendibles. Luego, y casi definitivamente, se fueron desapareciendo los demás productos hasta llegar al preocupante panorama actual.
Mientras los marchantes de siempre se estiran sobre el largo mostrador de aluminio queriendo ver más que las neveras vacías, y los dependientes atendiendo impasibles sus celulares, la tablilla de ofertas solo exhibe un producto: revistas Mar y Pesca.
“Es una burla que en tiempos de tanta hambre lo que le oferten a uno sean papeles presillados. Y para colmo hablando maravillas de técnicas pesqueras, barcos, peces y camarones, cuando somos una isla, estamos rodeados de mar, y jamás podemos comernos un pargo frito. Es indignante, ¿no crees?”, reflexiona Agustín, un cuentapropista que administra un hostal en la calle Alemán, de la ciudad de Santa Clara.
Según refiere, está en ascuas ahora mismo, pues siempre encontraba en Pescavilla buena parte de lo que le ofertaba a los extranjeros que se hospedaban en su negocio. “No reparan demasiado, están acostumbrados a comer sano y les encantaba la claria, pero hace mucho tiempo que no traen”, explicó.
Pescavilla cuenta con 26 unidades en la provincia, las que se abastecen a partir de las producciones de una red de minindustrias pertenecientes al sector pesquero, donde se procesa la biomasa, fundamentalmente de agua dulce.
Un trabajador de la pescadería del Sandino confirmó que las ventas del presente año constituyen el 60 por ciento de las registradas en igual período del año anterior, siendo los embutidos y las croquetas los productos más deficitarios, a partir de la mencionada irregularidad con los suministros de harina.
“Hemos sacado camarones unas cuantas veces, y vuelan también, a pesar de que no están al alcance de cualquiera, pues cada caja cuesta 150 pesos (6 CUC) lo que viene siendo la mitad del salario de cualquiera. La gente quiere sobre todo claria, picadillo y cosas más baratas, pero no hay”, explicó la fuente.
Si bien hasta la fecha los directivos de la empresa pesquera provincial no han ofrecido explicaciones exactas sobre la inestabilidad de sus producciones, puede deducirse que la insuficiencia de pienso animal que hoy afecta la producción porcina ha hecho sus estragos también en los centros de alevinaje.
El pasado 8 de abril, el semanario Vanguardia dedicó un trabajo especial a la labor de la Empresa Pesquera Provincial, en el que no hacía referencia al desabastecimiento sino a resultados alentadores.
“El proceso es largo y engorroso, pero conlleva buenos resultados. Hay que alimentar correctamente a los peces, con una dieta que integra residuos de pescado procesados en la industria, pienso y subproductos de la industria cárnica”, aseguró al rotativo Yendry Pineda González, director de la unidad empresarial Acuaman, de Manicaragua, subordinada a Pescavilla.
El mismo día que se publicó el elogioso artículo, varios clientes dejaron saber su descontento en la página digital del referido medio. Algunos se quejaban de que solo se ofertaba picadillo y revistas Mar y Pesca.
Al momento de redactar este trabajo solo quedaba lo segundo.
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