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Santiago de Cuba, una ciudad llena de tradiciones, casas antiguas y calles angostas, se convierte en una verdadera máquina del tiempo para aquellos que visitan la villa, fundada hace más de 5 siglos.
En 2015, a propósito del cumplimiento de los 500 años de la ciudad santiaguera, se inició un proceso de renovación y rescate, que se ha extendido a la actualidad, en un intento de atraer más turistas a la llamada “Capital del Caribe”.
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Entre los proyectos de expansión turística se encuentra el Hotel Enramadas, que ya comienza la última fase para su terminación, con la liberación del terreno que será utilizado para la construcción de una piscina.
La edificación data de los años 30, y antes de que la empresa hotelera Cubanacán pusiera su mirada inversionista en la estructura ecléctica, pertenecía a la Empresa de Inspección Estatal.
Los altos valores arquitectónicos del edificio, además de su ubicación privilegiada en la calle Enramadas, principal arteria comercial de la urbe santiaguera, hicieron que a principios del pasado año se comenzara un rescate del inmueble.
Estudios realizados demostraron que la estructura no poseía la resistencia necesaria para convertirse en hotel. Pese a ello, se comenzó un plan para reforzar la estructura del antiguo edificio, empleando fibra de carbón y restructurando su interior de grandes oficinas administrativas por habitaciones de huéspedes, según detalló el semanario oficialista Sierra Maestra.
El hotel, que contará con 72 habitaciones, lobby, Roof Garden, y una piscina en el patio trasero, se erigirá justo en el centro de la ciudad como un hotel cuatro estrellas y mantendrá una decoración de época, para las cuales trabajan en conjunto la Fundación Caguayo y el Fondo Cubano de Bienes Culturales.
Datos recopilados en la prensa oficialista aseguran que al culminar el 2030, Santiago de Cuba tendrá 17 nuevas instalaciones hoteleras, de las cuales algunas ya ostentan sus últimas transformaciones, como el Hotel Segundo Frente y el Hotel Deportivo.
Del mismo modo, también comienzan los inicios de obra del que será el Hotel 5 estrellas Plus, un coloso en cuanto a instalaciones turísticas, y que estará destinado a conferencias, visitas de negocios, exposiciones y los más exorbitantes lujos en las 452 habitaciones con las cuales contará.
Sin embargo, Marta Torres, una “santiaguera adoptada” como ella suele caracterizarse, puesto que en 1960 emigró desde su provincia natal, Holguín, hasta la Capital del Caribe, vive entre innovadas paredes, que la cobijan de las inclemencias del tiempo, en la misma ciudad donde se están destinando cuantiosos recursos para el turismo.
La señora vivió la catástrofe del 2012 y también recogió los escombros que una vez formaron parte de su morada, ubicada en el reparto Flores. Desde entonces, su día a día está marcado por madrugadas en vela y colas en las oficinas de Vivienda y el Gobierno Provincial y Municipal.
“No descansaré hasta que vea mi casa terminada, no dejaré de ir al gobierno y a vivienda a reclamar, lo que debieron darme por el ciclón”, manifiesta.
Torres perdió su casa la noche en que los vientos huracanados azotaron Santiago de Cuba. Tras esto recibió una bonificación de materiales para construir una improvisada casa que le permitiera sobrevivir hasta que el subsidio llegara, algo que aún no ha visto esta señora que ya supera los 65 años de vida.
“Me prometieron primero que me iban a dar una casa en el Sala'o, pero después cambiaron, me dijeron que me iban a incluir en el plan de construcciones del 2016, y nada, aún sigo esperando, ahora quiero que me den un subsidio, pero este tampoco parece llegar. Lo que estoy es cansada de verles la cara a la cantidad de jefes corruptos que piensan que, por sonreír y hacerse los buenos, uno les va a creer”, reprochó Torres.
Marta es una de las aproximadamente 28 000 personas que aún no han visto solucionados los derrumbes totales o parciales de su vivienda tras el paso de Sandy en Santiago de Cuba.
No obstante, la construcción de tiendas, hoteles, y otras instalaciones destinadas al turismo avanzan a pasos agigantados en la provincia, pretendiendo disimular las ruinas de la ciudad ante la mirada de foráneos, pero bien es sabido para los coterráneos que las nuevas luces de colores y los edificios remozados muestran una realidad diferente a la que ellos viven.
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