El escritor cubano Leonardo Padura, considerado uno de los maestros del género policíaco, es silenciado o ninguneado en su país, a pesar de haber recibido lauros tan importantes como el Premio Princesa de Asturias o el Internacional de Novela Histórica Barcino.
“Es una situación absurda. Yo camino por Cartagena o Medellín y la gente se me acerca porque me conoce. Sin embargo, en Cuba, alguien decidió que esa visibilidad mía no era la mejor. No hay derecho a que los cubanos, que son mi público natural, tengan tan difícil leer mis libros. Eso me duele”, dijo a la agencia Efe.
Considerado un periodista contestatario por las autoridades de la Isla cuando era joven, Padura duda sobre la continuidad del sistema político de la Isla tal y como está concebido hoy.
“Hay que ver cómo se sostiene, porque el salario no alcanza para vivir, y eso no lo digo yo, lo dice Raúl Castro desde hace casi diez años. Tiene que haber modificaciones, porque si intentan resolver los mismos problemas con los mismos métodos que no han funcionado, volveremos a tener los mismos problemas”, acotó.
El también periodista, guionista y escritor, que participa en el Hay Festival Cartagena de Indias, estima que el policiaco “es una forma narrativa muy generosa que le permite al escritor contar todo lo que quiera”.
Según él, la novela negra siempre ha gozado de la preferencia del público, pero que la crítica y la academia siempre la han rechazado, realidad que empezó a cambiar hace veinticinco años.
“Ahora ya ha entrado en el 'mainstream' de la literatura y ha dejado de ser considerada como un subgénero”, señaló.
Gran admirador de Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Muñoz Molina y Eduardo Mendoza, el cubano ganó en 2018 el Premio Internacional de Novela Histórica Barcino. El jurado destacó la contribución de su personaje, el detective Mario Conde, para entender la Cuba actual.
Que un protagonista contemporáneo de relatos de ficción se convierta en una referencia histórica “es uno de los mejores piropos que me han echado”, confesó el escritor.
En su novela “La Transparencia del tiempo”, Conde comienza a hacer balance de su vida.
“Ha comido poco y mal, ha fumado mucho, ha bebido demasiado y empieza a denotar un cansancio que no es sólo físico, sino también histórico, mental. Es una novela agónica en cierto sentido, no sólo por la edad del personaje, sino por el envejecimiento de la situación, que está llegando a un punto en el que necesariamente va a cambiar”, explicó.
La obra concluyó el 17 de diciembre de 2014, el día en que se anunció que Cuba y Estados Unidos restablecerían relaciones diplomáticas.
“Lamentablemente, después los acontecimientos revirtieron ese momento en el que tuvimos la gran esperanza de que muchas cosas podían cambiar”, dijo.
El maestro cubano de la novela negra cree que hacer periodismo en la era digital le habría resultado mucho más difícil.
“La cantidad de procesos que están fraguándose, transformándose e incluso desapareciendo, son muchísimos. Estamos en una de las situaciones más oscuras que ha tenido el ejercicio de la prensa", reflexionó.
Acaba de publicar un trabajo en la edición digital The New York Times sobre el exilio cubano después de 1959, y tuvo que cercenar el texto quitando adjetivos. “No lo entiendo. Es muy difícil hacer ese tipo de periodismo”.
Gran aficionado del béisbol, Padura fue a recoger el Premio Princesa de Asturias con la pelota de caucho en la mano y presume de que habría sido un buen director técnico.
“A lo mejor de literatura no sé mucho, pero de béisbol, lo sé todo”, sentenció.
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