¿Qué hace en New York la esposa de Díaz-Canel?

Hace solo unas semanas el gobierno cubano le negó a la multimedallista Marcia Videaux su participación en un importante evento deportivo por razones de presupuesto. Si Marcia hubiese sido la esposa de la persona adecuada quizás hoy Cuba tendría otra medalla deportiva.

Miguel Díaz-Canel y Lis Cuesta arriban a Nueva York © Granma/ Estudios Revolución
Miguel Díaz-Canel y Lis Cuesta arriban a Nueva York Foto © Granma/ Estudios Revolución

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Este artículo es de hace 6 años

Si bien los medios estatales de prensa han hecho mutis esta vez y evitan mencionar la presencia de la “Primera Dama” cubana entre la comitiva oficial que viajó con Díaz Canel a New York, las fotografías no dejan lugar a dudas: Lis Cuesta Peraza, esposa del mandatario cubano, se encuentra en tierras neoyorquinas.

Ese viaje podría ser visto en otros países como algo normal, pero en el caso de Cuba resulta bastante cuestionable, pues a pesar de que algunos reportes de prensa del Gobierno han presentado a la holguinera como “Primera Dama”, lo cierto es que esa figura no está reconocida en el protocolo gubernamental cubano.


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Fue Estados Unidos el primer país en emplear el título de Primera Dama, equivalente al de reina consorte en las monarquías europeas. Luego, a partir de la influencia política y cultural de esa nación, la figura se extendió por buena parte del mundo.

Pero hoy, de hecho, solo determinados estados reconocen a la cónyuge del titular del poder ejecutivo bajo ese término, quien en consecuencia participa en ciertas ceremonias y actos protocolarios como acompañante del presidente, así como en actividades benéficas, sociales o culturales.

No hace falta aclarar que Cuba no se incluye entre estos países.

Reconocer o favorecer de cualquier manera a una mujer que no haya sido electa por el pueblo y cuyo único “mérito presumible” deriva de su filiación con el jefe de estado, es éticamente contraproducente con la retórica comunista, la falsa meritocracia del gobierno, y hasta con la legalidad cubana.

En la isla ni siquiera existe oficialmente un “presidente de la República” sino un presidente de los Consejos de Estado y de Ministros; y todo ello, en consecuencia, inhabilita el reconocimiento público a la mujer del mandatario.

Pero nada de ello impidió que Cuesta Peraza viajara, y que los medios oficiales de prensa la mostraran descendiendo del avión junto a su esposo, aunque no la mencionaran entre la comitiva oficial. ¿Acaso por ser conscientes los periodistas de que no se trata de algo correcto? ¿Qué puede interpretarse de ese silencio?

Esta visita, de hecho, genera muchas otras preguntas:

¿Qué fue a hacer a Nueva York la Primera Dama de Cuba? ¿Se reunió con activistas contra "el bloqueo"? ¿Acaso ha participado en algunos eventos en favor de la igualdad de género como lo ha hecho, por ejemplo, la argentina Juliana Awada, esposa de Mauricio Macri?

¿Cuánto nos costó a los cubanos el viaje de Lis Cuesta, y sus zapatos, y su bolso? ¿Acaso sus vestidos se los confeccionó Cuqui, la costurera de la esquina, o habrán sido comprados en el extranjero? ¿Comprados con su salario? ¿Cuánto cobra entonces la mujer del presidente? ¿Le descontarán de ese salario sus días de viaje por New York o acaso tenía vacaciones acumuladas en la Agencia Paradiso? Si así fuera, entonces… ¿se fue de vacaciones a New York? ¿Qué pensaría Fidel Castro —quien siempre ocultó celosamente su vida íntima— de todo esto?

Francamente los cubanos no tenemos respuestas para ninguna de esas interrogantes, y sabemos más sobre otras comitivas presidenciales que sobre la nuestra.

Sabemos que no todos los presidentes de aquellos países donde sí existe la figura de Primera Dama asistieron acompañados de ellas. Y sabemos, por ejemplo, que en el caso de Perú se formó todo un revuelo en torno al viaje de Maribel Díaz Cabello, a quien se le retiró la cobertura de sus gastos y debió renunciar, incluso, a sus viáticos, — $1.320.00— para poder acompañar a su esposo, el presidente Martín Vizcarra.

Aún así, varios parlamentarios peruanos cuestionaron en las redes sociales el viaje de la Primera Dama, algo que en el caso de Cuba tendría mucho más sentido pues al menos en Perú —reiteramos— se trata de una figura reconocida en la Constitución. En Cuba no.

Por ejemplo, la exparlamentaria Martha Chávez Cossío dijo en Twitter:" ¿Y desde cuándo la cónyuge de quien ejerce el cargo del presidente de la República, hoy Martín Vizcarra, es servidora o funcionaria pública que pueda recibir viáticos por acompañarlo en un viaje oficial?".

El legislador Octavio Salazar tuvo una postura similar también en Twitter: "Muy mal que en plena austeridad la esposa del presidente Martín Vizcarra esté viajando al extranjero con recursos públicos", indicó en Twitter”.

Sin embargo, en Cuba, donde la pobreza —y no ya la austeridad— es una patología crónica para las mayorías, ningún parlamentario se cuestiona los viajes de Cuesta Peraza a Corea del Norte, Bolivia, Venezuela o New York.

Hace solo unas semanas el Gobierno cubano le negó a la multimedallista Marcia Videaux su participación en un importante evento deportivo por razones de presupuesto. Si Marcia hubiese sido la esposa de la persona adecuada quizás hoy Cuba tendría otra medalla deportiva.

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