Vídeos relacionados:
Cuando me jubilé, increíblemente hace ya cuatro años que para mí han pasado volando, muchos me preguntaron el por qué en plenitud de facultades físicas y psíquicas lo hacía. Yo esgrimí varias respuestas: “hay que darle paso a las nuevas generaciones; yo cumplí: dejé cuatro muchachitas en la Redacción Deportiva de la tele cubana, y unas cuantas más en Telecentros y espacios de otros medios radiales y escritos.
“Quiero dedicarme a mis nietos lo que no pude hacer con mis hijos”, fue otra de mis afirmaciones. “¿Para qué jubilarme mal si puedo hacerlo en forma óptima? ¡Así quiero ser recordada!”
Lo más leído hoy:
Una tras otra fueron mis categóricas respuestas que hasta yo llegué a creer, pero ¿la principal razón? Sencillamente, yo había vivido los mejores momentos del deporte cubano desde los exitosos Juegos Panamericanos Habana 91, las 14 medallas de oro en Barcelona 92, las aplastantes victorias del equipo CUBA de béisbol, el no menos dominante paso de la Nave Insignia, el boxeo, o de las espectaculares morenas del Caribe, aquellos endemoniados ataques de esgrimistas, judocas y luchadores, el buen desempeño del remo y el canotaje, las pesas, las deslumbrantes actuaciones de Javier Sotomayor, Iván Pedroso, Ana Fidelia Quirot, Alberto Juantorena, Osleydis Menéndez, Yipsi Moreno, encabezando al deporte rey.
¡En fin! Había compartido la sapiencia de los Ronaldo Veitía, Eugenio George, Alcides Sagarra, Pedro Val (lamentablemente fallecido hace pocos días, aún muy joven), Jesús Molina, padre del atletismo cubano, tampoco entre nosotros, Miguelito Valdés (para mí el más grande técnico que ha tenido nuestra pelota). Y, ¡para nada estaba en condiciones de asimilar lo que se veía venir, y era el declive del deporte cubano, mi amado deporte cubano! Nunca he sido ni soy cobarde, pero ese sufrimiento, a esta edad, me resultaría intolerable si tuviera que chocar con él como periodista.
Conversando con ese grande del atletismo cubano que es el profesor Lázaro Betancourt, congeniamos en que tres inmensos fracasos asimilamos en estos Juegos Centroamericanos y del Caribe, recién celebrados en Barranquilla: la nueva y nunca asimilada derrota del béisbol, pasión del cubano; el revés del atletismo que, desde 1954 en México, no se perdía, y, por supuesto, caer ante los aztecas en la tabla de posiciones 132 títulos dorados por 102.
Hubo preparación; de eso no hay duda.
Sobresalientes la esgrima, el balonmano (m), el voly playero, las luchas, el boxeo (cojo desde el inicio pues sólo siete púgiles pudieron, asistir y el único revés del campeón olímpico y mundial Arley López, fue de campana a campana frente a un guapo y desconocido guatemateco); bien la gimnástica, el ciclismo, el judo, y ¿por qué no? el atletismo (a pesar de perder la vanguardia), cuajado de una pléyade joven que va surgiendo.
Pero, ¿esos deportes colectivos que no saben ganar el bueno, esos básquet y voly que tanto amamos y tanto nos decepcionaron?
El presidente del INDER, doctor Antonio Becali, expresó en una conferencia de prensa que México tuvo una gran actuación, “le dieron continuidad a la preparación que hicieron cuando cuatro años atrás fueron sede de estos Juegos en Veracruz, y el fruto lo han alcanzado ahora”. También el titular del deporte cubano (por cierto, para mí de los mayores aciertos que se han realizado en los últimos tiempos) afirmó que el compromiso de la delegación cubana de alcanzar 100 o más cetros, se cumplió; incluso, varios atletas fueron más allá de lo pensado. Y, créanme, estoy de acuerdo con Becali.
Lo que hizo México fue una gran hazaña, reconocida por todos los que asistieron a la cita estival regional; hubo atletas descollantes como la Rose Mary Almanza, que se alzó con tres coronas pero eso no justifica, para nada, nuestro segundo lugar.
Puedo entender que se hayan perdido preseas por la apreciación de los jueces como sucedió en la gimnasia artística (por ejemplo, la que le quitaron en la barra a Randy Leroux), pero nada justifica perder dos juegos con ese equipo de béisbol, que si bien no pudo contar ni con Alfredo Despaigne ni con Liván Moinelo (contratados por la liga japonesa e imposibilitados a participar) ni muchísimos menos con las decenas de buenos jugadores que tenemos regados por ahí (sin incluir los de la MLB), tenían calidad suficiente para ganar el torneo.
He leído, he “buceado” en las redes sociales -compartiendo o no criterios con colegas tan queridos como Hernández Luján y Yasel Porto-, y quiero reiterar: ¡nada justifica este segundo lugar!
Cuba se presentó en Barranquilla con los mismos que llevará a los Panamericanos y a los Olímpicos: ¡con toda su artillería pesada! y si no pudieron imponerse ahora, ¿qué nos aguarda en la justa continental con la entrada de atletas de Estados Unidos, Brasil, Canadá, Argentina, y mucho menos en los Olímpicos, a los que asiste la flor y nata del deporte en el planeta?
¿Qué nos aguarda en la justa continental con la entrada de atletas de Estados Unidos, Brasil, Canadá, Argentina, y mucho menos en los Olímpicos, a los que asiste la flor y nata del deporte en el planeta?
¿Los contrarios en Barranquilla? Sí, hubo figuras relevantes en la gimnástica, atletismo, los Ibargüen, Nesta, Luguelín, Braford; púgiles que le han perdido el miedo a los guantes cubanos que dieron batalla, pero en la gran mayoría de los casos no para ganarle a Cuba.
En el que más duele, la pelota, quizás si no se hubiera utilizado el sistema obsoleto, carente de espectacularidad, aunque justo, de ganados y perdidos, hubiéramos ganado. Pero, me pregunto yo: series especiales, entrenamiento hostigante, inventos y más inventos, ¿para qué?
Concuerdo con Yasel en que esos muchachos tienen, ¡tienen! que descansar, y después, veremos. Estaban, simplemente más que agotados, ¡agobiados del terreno que pisaban!
Llama mi atención que muchos colegas nos hemos unido al mismo precepto de buscar la unión. Pocos, creo que sobran dedos de una mano, serían aquellos deportistas cubanos que juegan en el exterior que se nieguen a defender nuestros colores de una forma desinteresada.
¡Somos muchas gargantas pidiendo que todos seamos considerados de igual forma: simplemente cubanos! Por supuesto, aquí no entran los que rechacen nuestra enseña patria, algunos apóstatas que hay por ahí; pero sí los que como Yulieski Gurriel se abrazara a su bandera en la victoria de los Astros en la MLB; sí, por los chicos del balonmano que se aprestaron a integrar el Cuba aunque jugaran en otras ligas por su cuenta; sí, por esos voleibolistas, esgrimistas (como la estelarísima Maité Chappé) y de otros deportes que han tratado, ¡en vano! de que les permitan jugar por sus cuatro letras, sólo por el pecado, el delito, de querer vivir mejor.
¡Nos urge agrupar a los que se pueda agrupar (ya sabemos que con los de la MLB no se puede contar por ahora, por tema bloqueo), pero a los demás, ¡llamarlos a filas! Ya no somos segundos del continente, tampoco primeros de la región, en Juegos Olímpicos andamos lejos. Es la hora de aplicar la dialéctica: ¡hay que cambiar!
Nos urge que a nuestros niños, en campos y ciudades, les lleguen guantes, pelotas, balones, redes, cestos, yudoguis, colchones, bicicletas, nos urge que los entrenadores se preparen científicamente. Estamos a años luz de otras preparaciones y sistemas de juego, aunque para ser sincera, el INDER está remodelando todas sus instalaciones, convirtiéndolas en lugares apropiados para realizar el mejor de los entrenamientos; poco a poco, pienso que se logre totalmente.
¿Por qué las primeras figuras del Ballet Nacional de Cuba que se quedan en el extranjero pueden bailar en el Festival de la Habana y son reconocidos como integrantes del prestigioso BNC? ¿Por qué los integrantes de Gente de Zona puede ser millonarios y siguen siendo cubanos, y los peloteros cubanos no?
¿Por qué se nos hace tan difícil nadar a favor de la corriente? ¿Por qué si la medicina es gratuita no van a ver al oftalmólogo para que puedan ver las realidades? ¿Por qué las primeras figuras del Ballet Nacional de Cuba que se quedan en el extranjero pueden bailar en el Festival de la Habana y son reconocidos como integrantes del prestigioso BNC? ¿Por qué los integrantes de Gente de Zona puede ser millonarios y siguen siendo cubanos, y los peloteros cubanos no? ¿Hasta cuándo buscaremos los talentos para que otros los disfruten? ¿Hasta cuándo Señor, hasta cuándo?
Sería bueno parafrasear al Apóstol, cuando clarividente como siempre, dijo “es la hora de los hornos y no habrá de verse más que luz”.
Archivado en:
Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.