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El presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez ha aprovechado su estancia en la ciudad de Santiago de Cuba para visitar la tumba de Fidel Castro en el cementerio de Santa Ifigenia.
El mandatario, acompañado por su esposa, como ya es costumbre, depositó calas blancas bajo la tarja a modo de tributo a su predecesor, acto de reafirmación entre los líderes comunistas de la Isla.
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Díaz-Canel también rindió tributo a las tumbas de José Martí, Carlos Manuel de Céspedes y Mariana Grajales, nombres clave en el arsenal de héroes que guarda con recelo la Revolución cubana.
Durante su estancia en Santiago de Cuba, Díaz-Canel visitó una escuela de una barriada pobre e intercambió con sus estudiantes y profesores. Asimismo, visitó varias obras de construcción, negocios locales y el conocido poblado de El Cobre.
El jefe de Estado marcó su entrada a la presidencia del país con la confirmación de lo que ya muchos sospechaban: que Raúl Castro seguiría tomando las decisiones importantes en el país, algo que minó la poca confianza que el pueblo cubano había depositado en el cambio.
Además del gran descontento y cansancio social, el presidente también ha heredado una economía en ruinas y un cambio en la Constitución, por lo que ha marcado su corto mandato con el intento de empatizar con el pueblo.
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