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La noticia invade el éter: Televisión, radio, prensa plana, páginas web, publicaciones digitales se hacen eco del anuncio oficializado este martes, pero que desde hace unos días yo intuía.
El más explosivo de nuestros jugadores, el más explosivo de nuestros mánagers, uno de los más grandes conocedores del béisbol; y que sin embargo no ha podido lograr un título tras 14 años dirigiendo a Villa Clara y Matanzas: el polémico Víctor Mesa, amado por unos, odiado por otros, será el que conduzca las riendas de Industriales en la ya muy cercana Serie Nacional de Béisbol número 57.
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He tenido la oportunidad de opinar sobre esto en varias encuestas y conversaciones privadas sostenidas en estos últimos días. Debo confesar que, en algunos casos, he sido yo contra el mundo. Opiniones como “prefiero seguir haciendo papelazos a que ese payaso nos dirija” , “¡qué falta de ética la de la comisión provincial de La Habana con Guillermo Carmona que siguió los entrenamientos desde la provincial como seguro sustituto de Javier Méndez!", “que se crea él que va a poder faltarle el respeto a los de La Habana, que sí no se dejan trajinar”.
Y así, opinión tras opinión, frase ofensiva tras frase ofensiva, han sido rebatidas por mí, que desde siempre, desde que nos conocimos y hablamos en su Sagua la Grande natal, con su hija mayor aún bebita en su cochecito, admiro en este hombre toda fuerza, todo su espíritu, toda su bondad. Sí, porque ese impetuoso mánager que vemos como fiera enjaulada en el dogaut cuando sus muchachos no hacen lo que deben, no es ese que muchos pintan y que la mayoría de las veces ni ofende ni increpa, aunque otras sí se le va a la cabeza lo que tiene de “gallego” y pierde los estribos. ¡Es cierto!
Como también lo es que es el director de equipo que más ayuda a los suyos, que más los apoya, que irrumpe en sus hogares a ver cómo viven, que se preocupa por los problemas personales de sus peloteros. Es el padre que, quizás a veces malhumorado, regaña pero nunca se excede. Ahí saldrán los que dicen que arrojó tierra en la cara de un árbitro, que le permiten lo que a nadie más; que es el niño mimado de no sé quién. Que hace lo que le dé su real deseo. ¡En fin!
Pero hay otros que reconocen la cantidad de buenos peloteros que formó en Villa Clara y que hizo la hombrada de volver a repletar uno de los estadios más espaciosos del país, el “Victoria de Girón” cuando un Matanzas olvidado, obligado al húmedo sótano, pasó a discutir varias veces el título, con récord de victorias (para mí muy discutido porque Industriales lo logró sólo con capitalinos y cuando la pelota era pelota) pero récord al fin.
¿Que nunca ganó? (Con los naranjas, dos platas y cuatro bronce; con los cocodrilos, iguales resultados... En ambos casos sacó a esos conjuntos de lugares bien distantes de la élite.) Y lo cierto es que ganar el que no se podía perder no dependía de él. Cuando de él dependió muchas veces, su equipo ganó tanto con Villa Clara como con Las Villas y ni qué decir con el Cuba.
¿Que se equivocó, que se equivoca, que se equivocará? ¡Qué lance la primera piedra el que sea perfecto, el que no cometa errores! Pero ¿que al Industriales actual, para nada equipo insignia de nada, falto de entusiasmo, de amor a la camiseta, indisciplinado, sin saber lo que representan esas letras que llevan en el pecho, le hace falta un Víctor Mesa?, que me perdonen sus detractores y los míos, pero yo no lo dudo.
Cuando conocí la designación conversé con él y textualmente les transcribo sus palabras (hoy más que nunca extraño mi tele, cómo haría cosas yo con este notición):
“Es una cosa muy importante para mí esta designación. Dirigir el equipo insignia me gusta. Un equipo que hace años no obtiene el campeonato, desde 2010, equipo que en los últimos años no ha ni clasificado para la discusión del título.
Se puede clasificar, podemos ubicarnos entre los cuatro; podemos ganar, ¿por qué no?
“Se puede clasificar, podemos ubicarnos entre los cuatro; podemos ganar, ¿por qué no? Es un buen momento y una buena oportunidad para mí.”
Al preguntarle la pésima actuación del Habana en el Nacional sub 23, y teniendo en cuenta que muchos de sus jugadores integrarán Industriales, el ahora mentor azul opinó:
“Quiero formar un cuerpo de dirección confiable, capaz, que exija mucha disciplina, abnegación. Debe existir un respeto mutuo, va a primar la exigencia. Que ellos se metan en la cabeza que el objetivo es ganar. Estoy seguro que con lo que tenemos no debemos tener muchos problemas para hacer un buen papel y rescatar la afición azul, perdida del Latinoamericano.”
Quiero formar un cuerpo de dirección confiable, capaz, que exija mucha disciplina, abnegación
Con el tremendo paso de Santiago de Cuba en el sub 23 y dirigidos por el Tambor Mayor Orestes Kindelán, ¿quién puede negar que el clásico de clásicos de la pelota cubana de todos los tiempos no replete el Coloso del Cerro y el “Guillermón Moncada”, y ni qué decir del Pinar del Rascacielos Pedro Luis Lazo en un enfrentamiento con los leones azules en el “San Luis”?
Por supuesto, no me engaño. Los actuales Santiago, Pinar e Industriales para nada son aquella fenomenal aplanadora, ni esos extraordinarios jugadores vueltabajeros ni los fieros leones de antaño, pero ¿quién sabe si al menos regrese el espectáculo a nuestros parques? ¿Estoy autorizada a soñar?
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