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Cual Buda pensativo, dominando con su sola mirada, movimientos lentos acorde a su voluminoso físico, inteligente rostro. Así siempre recordaré a quien considero uno de los cuatro grandes entrenadores cubanos de todos los tiempos: el profesor Ronaldo Veitía.
Él, junto a Eugenio George, director técnico de las espectaculares morenas del Caribe (tricampeonas olímpicas del voly cubano), Alcides Sagarra, guía imperecedero de la Nave Insignia del deporte cubano, el boxeo, y Pedro Val, cabeza pensante de los éxitos de la lucha greco, con el tricampeón olímpico Mijaín López al frente, integra un cuarteto de talentosos maestros que lamentablemente no tienen sustitutos en el deporte actual.
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Recientemente retirado, tras largos años de éxitos en seis Juegos Olímpicos, Campeonatos Mundiales y continentales, certámenes de Grand Prix, es Veitía sinónimo de eficiencia y éxitos.
Sin embargo, al decir del natural del Cotorro, municipio periférico de la capital cubana, fue su encuentro hace cuatro décadas con Mercedes, su esposa de toda la vida, el factor de éxito.
“A Mercedes, mi señora, la conocí cuando ella llevaba a su hijo René, entonces de siete años a las sesiones de entrenamiento. Fue un flechazo; a René lo he criado como mío, y cómo no hacerlo si su madre es la arquitecta de mi vida. Ella ha sido mi punto más fuerte y el más débil.
“¿El más fuerte? Porque ella me ha apoyado en todas las batallas.
“Su compresión ha equilibrado mis majaderías, ha sido la persona que supo soportar mis largas ausencias durante las tres décadas que estuve en la selección nacional. Ella fue mamá y papá, criando a nuestros cinco hijos sin estar yo, prácticamente, presente. Por eso mis premios, mis homenajes siempre los comparto con ella, son de ella.
“El más débil, porque siempre le pido a Dios que ella dure más que yo, porque sin ella mi existencia no tendría sentido, es la ilusión, la luz de mi vida.
“Mi carrera profesional, tras haber sido judoca en activo, comienza en el complejo deportivo del Cotorro, y después de varios saltos, pasé a la Escuela de Iniciación Deportiva “Mártires de Barbados”, de donde di el muy esperado brinco a la selección nacional.
“Debuté en incursiones olímpicas, en el debut del judo para damas en citas estivales, en Barcelona 92. “Allí, Cuba se ubicó tercero entre las damas con Odalys Revé como monarca, la plata de Estela Rodríguez y las aún juveniles Driulis González y Amarylis Savón en el tercer lugar del podio.
“Cuatro años después, Atlanta vio cómo Driulis González, tras una proeza médica recuperativa por una fuerte lesión, se instalaba en la cima, con Estela nuevamente subcampeona, y por países, el Verde Caimán se ubicaba segundo.
“Llegaría Sídney 2000 y el ascenso del judo femenino fue notorio al escalar el primer sitial colectivo con dos títulos a los pechos de Legna Verdecia y Sibelis Veranes, y plata para Driulis y Daima Beltrán”. Atenas 2004 y Beijing 2008 mantendría en la élite al elenco del profe Veitía aunque fue en Londres donde nuevamente una cubana se titulaba campeona: inédito hecho que una judoca no asiática se apoderara del oro en más de 78 kilos, en este caso Idalys Ortíz.
En total 25 medallas olímpicas, cinco de ellas de oro.
El profesor Veitía, además de un estudioso del judo, es un estudioso de la vida. Sus constantes pensamientos y fábulas siempre han puesto a pensar a sus discípulas. ”El que olvida la historia corre el riesgo de dejar huérfano al futuro o en la ciencia de lo absurdo, la estupidez es lógica” , son enunciados muy empleados por este hombre controversial que es amado y respetado por muchos y no tanto por otros (estos otros para mí, mediocres, sólo mediocres que huyen del Sol porque la luz los daña).
El profesor Ronaldo Veitía cuida de su salud y cada mañana se le ve caminando varios kilómetros por Cuatro Caminos, barrio cercano a su Cotorro natal.
Y por supuesto, su pluma no se detiene: su biografía será publicada en el venidero año Ronaldo Veitía Valdivie, Ippon de historias, así como Estela Rodríguez, el ébano del judo femenino y uno dedicado a la técnica: Ronaldo Veitía, el arquitecto visible del judo femenino cubano.
Ya con el grado de máster, Veitía no deja de estudiar para su doctorado y mientras los homenajes internacionales no se detienen: España, Japón, Bélgica han sido algunos países que han homenajeado a este grande del deporte cubano.
El Samurai Veitía, el Veiti, el profe prosigue su lento andar que cual elefante no olvida a su Padre, el San Lázaro que defiende su hogar, y el cual exhibe con orgullo, no ahora en que creer en dioses o deidades es algo común entre los cubanos; sino en aquellos tiempos en los que creer era un serio problema. Su San Lázaro siempre estuvo ahí y seguirá por siempre.
Por cierto, yo siempre he sido de las que he estado a su lado, me he enorgullecido de su amistad y lo he venerado como el Buda amigo que siempre ha sido, como el General de sus indomables Guerreras.
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