Según Nicolás Guillén a Rita Montaner sólo podría llamársele “la Única” y “de Cuba”, porque su arte expresa lo verdaderamente nuestro. Guillén aseguraba además que solo ella “ha hecho del solar habanero, de la calle cubana, una categoría universal”.
Rita Montaner Facenda nació en Guanabacoa
La destacada artista, de exquisito timbre vocal, nació en el municipio Guanabacoa, el 20 de agosto de 1900. Este territorio sirvió de cuna a otros grandes de la música cubana como Ignacio Villa (Bola de Nieve) y Ernesto Lecuona.
Rita se desarrolló entre la música clásica de su infancia, los toques de tambor, las congas y el ritmo y colorido de las comparsas que desfilaban por las calles guanabacoenses.
Estudió piano a la perfección, dominaba el pentagrama, cantaba lo culto y lo popular con excelencia, demostrando que no existe separación entre lo uno y lo otro.
Una artista desde muy joven
Su talento comenzó a ser reconocido desde muy joven. A los 22 años fue protagonista de un sorprendente suceso cultural, al cantar en el programa de inauguración de la radio en Cuba, a través de la emisora PWX.
De ese modo se convierte, en 1922, en la primera voz femenina que se escuchó por este medio en toda la Isla, acompañada por la orquesta que dirigía Luis Casas Romero.
Cinco años después ya la Montaner se había adueñado para siempre de la escena. Alcanzó una popularidad extraordinaria al debutar en la zarzuela Niña Rita, del maestro Lecuona.
Con su voz y sus dotes de actriz asumió el tango-congo Ay, mamá Inés, de Grenet, una de las piezas antológicas del cancionero criollo cubano.
Luego, otros escenarios del mundo se abrieron a Rita, como el Olimpia y el Palace, de París. En 1931 los Estados Unidos, donde brindó conciertos y recitales junto a su talentoso amigo Bola de Nieve.
En el habanero Teatro Martí entregó con estilo propio su versión de la zarzuela Cecilia Valdés cuyo autor, Gonzalo Roig, calificó su interpretación de genial, artística y sobresaliente.
Supo elegir su propio repertorio
Según muchos musicólogos su repertorio fue uno de los más amplios y reflejó lo mejor de su época. Compuso congas, rumbas, boleros, comparsas y tangos, a la vez que legó estudios para violín y piano.
Además, Rita tributó su creación en múltiples óperas italianas y modernas, zarzuelas cubanas y españolas e interpretó lo mejor del quehacer autoral del mundo, como pianista y cantante.
Gonzalo Roig (Cecilia Valdés), Moisés Simons (El manisero), Eliseo Grenet (Ay, mamá Inés), Ernesto Lecuona (El cafetal), Gilberto S. Valdés (Ogguere) y los norteamericanos Al Jolson y Xavier Cugat, entre otros prominentes compositores cubanos y extranjeros, concedieron a esta estrella la primicia de sus partituras.
Paseó por los escenarios del mundo la música de su patria
Rita Montaner se convirtió en una mensajera de todos los ritmos y canciones cubanas, quizás por eso el pueblo la identificó como «La Única».
El primer concierto típico de nuestra música, la primera audición radial y los inicios de nuestro teatro lírico la tuvieron como intérprete y desde allí conectó su carrera triunfal que la hizo imprescindible en el ámbito teatral cubano.
Sobre esa calidad artística Alejo Carpentier escribiría: «Fue Rita Montaner la que desde el escenario del Palace realizó una labor fecundísima para la divulgación de nuestros ritmos… Olía a Trópico. Tenía fragancia de fruta al sol y auténtica alegría arrabalera».
Siempre cubanísima
Destacada cantante, pianista y actriz de la radio, del teatro, la televisión y el cine. Así coinciden en señalar varias crónicas publicadas en periódicos y revistas en los años 40 y 50 del siglo pasado, diciendo que «Rita se adentraba tanto en su quehacer profesional, que envuelta en éxtasis creativo se daba por entero al escenario».
El cine, tanto de Cuba como de México, Argentina, Francia y los Estados Unidos, la tuvo entre sus figuras. Ella dio vida a melodramas y puso particular énfasis de humor y sensibilidad al llamado género musical.
La viveza de su gracia y la singular intensidad de sus interpretaciones quedan para siempre en las cintas Sucedió en La Habana, Romance musical, La única y El romance del palmar. Esta última, estrenada en diciembre de 1938.
Se destacó en el humor político
Rita también participó en espacios radiales de humor cubanísimo y de crítica política, logrando audiencias sin precedentes.
Sus seguidores admiraban a “La Chismosa” y “Lengualisa”, personajes que encarnó y con los cuales reflejó el justo sentir de los cubanos. Por ello fue amenazada de muerte, boicoteada y suspendida, durante los gobiernos de Carlos Prío y de Fulgencio Batista.
El cáncer fue un duro golpe
Ya enferma en la década de los 50, con la herida del cáncer en su garganta, la Montaner se situó de nuevo en el primer plano de la opinión pública, gracias a la ópera La médium, del italiano Gian Carlo Menotti. De ese modo inmortalizó a Madame Flora.
Sus 13 representaciones hicieron época en el Teatro Hubert de Blanck. De esta incursión, que se ha considerado la mejor interpretación de su carrera, Luis Carbonell, el Acuarelista de la Poesía Antillana, opinó: «Me quedé asombrado del talento que Rita desarrolló ante un papel tan difícil, un papel que demanda de la artista gran flexibilidad y unas dotes interpretativas de sumo alcance».
El 14 de julio de 1957, en la sala Arlequín mientras actuaba en Fiebre de primavera de Noel Coward, perdió la voz casi por completo. La recuperó por milagro de la voluntad y la disciplina artística para terminar las que serían sus últimas funciones.
El amor de su pueblo aún la acompaña
Estando ya muy enferma disfrutó el más impresionante homenaje nacional tributado a una artista. Participaron los más afamados cantantes y músicos cubanos y fue transmitido en cadena por la televisión y por 20 emisoras de radio.
Tan pronto terminó el acto, Rita entregó al Diario Avance una breve carta donde escribió: «Pueblo mío: Después del homenaje arrollador e indescriptible no encuentro palabras para dar las gracias, mi corazón hace tiempo se los di. ¿Qué más puedo decir? ¡Que Dios los bendiga!».
Murió el 17 de abril de 1958. En la despedida de duelo, el locutor, actor y animador de radio y televisión Germán Pinelli afirmó: «El pueblo de Cuba trae sobre sus hombros su propio corazón».
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