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El régimen cubano reiteró su intención de introducir "cambios estructurales" en la economía, pero dejando claro que estos se llevarán a cabo dentro de los límites del "modelo socialista".
Así lo manifestaron varios economistas oficialistas durante la reciente emisión del programa televisivo Cuadrando la Caja, en el que defendieron la necesidad de reformas, pero bajo el control del Estado y con el Partido Comunista como rector absoluto.
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Sin embargo, la propuesta de transformaciones estructurales no convence a analistas independientes. El economista Pedro Monreal criticó la narrativa gubernamental, señalando que el debate oficialista evita profundizar en la crisis estructural que atraviesa el país, resultado de anteriores reformas fallidas impulsadas por el propio gobierno.
“Si se habla hoy de cambio estructural es porque previamente el gobierno impuso un cambio estructural fallido que culminó en crisis”, sostuvo en una serie de mensajes en su cuenta de X (antigua Twitter).
El discurso oficial: Cambios sin ruptura
Durante el programa televisivo, los panelistas insistieron en que un "cambio estructural" no implica necesariamente un "cambio de régimen" y que el socialismo debe ser fortalecido, no sustituido.
El exministro de Finanzas y Precios, José Luis Rodríguez, afirmó que la proporción actual de la economía cubana no es sostenible, con un sector estatal generando el 84% del PIB, mientras el sector privado, aunque en crecimiento, sigue representando una fracción menor.
Por su parte, el ex espía y economista Ramón Labañino subrayó que el objetivo del gobierno es "salvar el modelo socialista basado en el marxismo y el leninismo". En octubre de 2024, y desde España, donde cursaba estudios de postgrado una de sus hijas, Labañino aseguró que “las Mipymes en Cuba están para fortalecer el socialismo”.
Asimismo, criticó a los economistas que sugieren una transición hacia un sistema de mercado más abierto, afirmando que permitir el libre mercado conduciría inevitablemente a la "concentración de la propiedad y la riqueza, lo que nos llevaría al capitalismo".
La resistencia a reformas de fondo
En sus declaraciones, los economistas oficialistas argumentaron que el principal problema económico de Cuba radica en la necesidad de reorganizar su estructura productiva, mejorar la productividad y controlar la inflación.
Sin embargo, evitaron mencionar temas claves como la libertad de mercado, la privatización de sectores productivos estratégicos o la apertura económica sin restricciones estatales.
Monreal destacó que el programa evitó discutir conceptos fundamentales como "productividad" e "ingresos", esenciales para cualquier transformación económica real. Además, criticó que se desprecie a economistas independientes bajo el calificativo de "gurúes" mientras el gobierno insiste en presentar medidas sin sustancia concreta.
Reformas previas y sus fallos
El discurso oficial sobre "cambios estructurales" llega tras varios intentos de ajuste económico que han terminado agravando la crisis del país.
La llamada Tarea Ordenamiento, que en 2021 buscaba unificar la moneda y reestructurar el salario y los precios, generó una hiperinflación y una caída del poder adquisitivo de los cubanos.
Además, el intento de impulsar a las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) ha sido objeto de controversia, pues muchos las ven como una herramienta de supervivencia del régimen a través de la creación de un tejido clientelar de “nuevos actores de la economía”, más que un verdadero cambio en la estructura productiva del país.
En ese sentido, varios informes han señalado cómo el régimen ha promovido el cooperativismo como una solución, pero sin otorgar a las cooperativas una verdadera independencia del Estado. Al mismo tiempo, ha "experimentado" con el presupuesto estatal, ajustando subsidios y recortes, pero sin una estrategia clara para dinamizar la economía.
La economía cubana en un punto crítico
El contexto en el que se plantea este otro "cambio estructural" no podría ser más crítico. La inflación descontrolada, la crisis alimentaria y la incapacidad del gobierno para atraer inversión extranjera han sumido a la economía en un estancamiento profundo.
Las promesas de “perfeccionar el socialismo” y hacerlo “más próspero y sostenible” han sido una constante en el discurso del gobernante Miguel Díaz-Canel, pero los resultados no han sido tangibles para la mayoría de los cubanos, quienes enfrentan diariamente una situación cada vez más precaria.
Un ciclo repetitivo de falsas promesas
Desde hace décadas, el régimen ha insistido en la idea de "perfeccionar el modelo socialista" como la solución a los problemas económicos del país. En reiteradas ocasiones, Díaz-Canel ha promovido planes de "actualización" o "rectificación" del modelo sin que estos representen cambios estructurales reales.
En 2024, reafirmó que Cuba continuaría "perfeccionando su economía socialista" sin abrir espacio a reformas que permitan la autonomía del sector privado. En 2023, Díaz-Canel reconoció la crisis económica, pero descartó cualquier cambio significativo y reafirmó su compromiso con la "construcción del socialismo" a pesar del fracaso de sus políticas.
A lo largo de los años, el discurso oficial de la "revolución eterna" que pregona la "continuidad" ha sido cíclico: insistencia en el "perfeccionamiento" sin asumir reformas de fondo. La interrogante ahora está en función de saber si el régimen está dispuesto a implementar cambios efectivos, o si se trata de otra estrategia para ganar tiempo sin resolver los problemas estructurales del país.
¿Hacia un capitalismo de Estado?
A pesar de la retórica oficialista de rechazo al capitalismo, las reformas económicas impulsadas por el régimen pueden estar encaminando a Cuba hacia un capitalismo de Estado, un modelo en el que el gobierno mantiene el control político absoluto, pero permite una economía con rasgos de mercado regulados por el Estado, similar a lo que se ha observado en China o Rusia.
Este tipo de sistema tiende a profundizar la desigualdad, ya que el Estado sigue siendo el principal actor económico, pero concede espacios privilegiados a ciertos sectores empresariales afines al poder. En lugar de promover una verdadera descentralización económica, se corre el riesgo de consolidar una élite burocrática con acceso a los principales recursos, mientras la mayoría de la población sigue atrapada en la precariedad.
En países como China y Rusia, el capitalismo de Estado ha generado grandes desigualdades sociales, corrupción estructural y concentración de riqueza en grupos privilegiados cercanos al gobierno. Si Cuba sigue este camino, el resultado podría ser una economía con mayores injusticias que las de sistemas capitalistas liberales, donde al menos existen mecanismos de competencia, movilidad económica y una mayor diversificación del poder.
La pregunta clave es si el régimen cubano está realmente dispuesto a realizar cambios que beneficien a toda la población o si su objetivo es, simplemente, transformar la economía lo justo para asegurar su propia supervivencia política y el control absoluto del país.
Posibles escenarios futuros resultado de los "cambios estructurales" de la "continuidad"
La política económica de Díaz-Canel, al promover "cambios estructurales" sin alterar el régimen político, apunta a un escenario de ajustes limitados que no resuelven los problemas de fondo.
En lugar de una transformación real que permita el desarrollo de un mercado más dinámico y descentralizado, el modelo cubano sigue atrapado en una lógica de reformas controladas que buscan aliviar las tensiones económicas sin ceder poder ni modificar el monopolio estatal sobre la economía.
Esto puede derivar en varios posibles escenarios:
1. Estancamiento prolongado: Sin reformas estructurales que incluyan mayor apertura económica, descentralización productiva y una verdadera autonomía para el sector privado, la crisis económica seguirá profundizándose. La inflación, la escasez y la falta de inversión extranjera continuarían erosionando el nivel de vida de la población.
2. Mayor dependencia de aliados externos: Dado que el modelo económico actual es incapaz de generar suficientes ingresos propios, el gobierno seguirá apostando por apoyo financiero de aliados estratégicos como Rusia, China y el bloque BRICS. Sin embargo, esta dependencia puede no ser sostenible a largo plazo.
3. Reformas a medias que no resuelven la crisis: Como se ha visto con las Mipymes y la bancarización, el régimen implementa cambios limitados para mitigar el deterioro económico, pero sin permitir una liberalización real. Estas medidas pueden aliviar temporalmente algunos problemas, pero no logran revertir la crisis estructural.
4. Mayor control y represión: Para sostener el modelo sin hacer concesiones económicas reales, el gobierno podría recurrir a mayores controles, restricciones y represión contra el descontento social, criminalizando aún más la actividad privada y la oposición política.
En definitiva, sin un cambio político que permita una mayor flexibilidad económica, Cuba continuará en un ciclo de crisis recurrentes, con pequeñas aperturas que no logran generar un cambio real y sostenible.
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