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Un joven cubano residente en Miami, Estados Unidos, recordó con añoranza el oficio del amolador de cuchillos y tijeras, una labor que con su característico silbato recorría las calles de su natal Cárdenas, Matanzas, marcando las rutinas de muchos hogares y que, aunque hoy ha desaparecido, sigue vivo en la memoria de quienes lo vivieron.
Christian Arbolaez, el autor de este emotivo relato, compartió en su perfil de Facebook una crónica que refleja la importancia y el significado de este trabajo en la vida cotidiana de las familias cubanas.
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En su publicación, relata cómo su abuela esperaba con paciencia y urgencia aquel sonido inconfundible que atravesaba las calles: el silbato del amolador, pues para ella, era un ritual casi ceremonial que movilizaba a toda la casa.
“Si lo escuchas, me avisas rápido”, le decía su abuela, mientras se preparaba para interceptar al amolador con las tijeras y cuchillos que necesitaban recuperar su filo.
La descripción de Arbolaez transporta al lector a esas mañanas de sábado, cuando el sol doraba las aceras de Cárdenas y el día apenas comenzaba.
En su relato, detalla cómo el amolador, con su bicicleta o artilugio de trabajo, ofrecía un espectáculo único: girando la rueda, generando chispas y devolviendo vida a las herramientas del hogar.
El joven también reflexiona sobre la herencia familiar que acompañaba este oficio: “Ese silbato es el mismo de siempre”, solía comentar su abuela, sugiriendo que el amolador había heredado tanto su habilidad como su herramienta de generaciones anteriores.
Sin embargo, como menciona Arbolaez, esa tradición parece haberse apagado en la Cuba de hoy: “Ya no hay quien recorra las calles afilando cuchillos o reparando tijeras, y las herramientas, como los recuerdos, se desgastan sin remedio”.
Aunque ahora vive lejos, confiesa que cada vez que piensa en aquellos sábados junto a su abuela, siente que, al menos en su memoria, ese silbato sigue resonando.
La crónica de Christian Arbolaez no solo evoca la nostalgia por un oficio perdido, sino que también invita a reflexionar sobre las pequeñas tradiciones que daban sentido a la vida cotidiana y que hoy se pierden en el tiempo.
Preguntas frecuentes sobre la tradición del amolador en Matanzas y la nostalgia cubana
¿Qué representaba el oficio del amolador en Matanzas?
El oficio del amolador era una parte fundamental de la vida cotidiana en Matanzas. El sonido del silbato del amolador anunciaba su llegada, movilizando a las familias que esperaban con ansias afilar sus cuchillos y tijeras. Era un ritual que generaba una conexión comunitaria y familiar.
¿Por qué ha desaparecido esta tradición en Cuba?
La crónica de Christian Arbolaez señala que la tradición del amolador se ha apagado en la Cuba de hoy debido a los cambios sociales y económicos. Las herramientas de afilado se han vuelto menos comunes, y las nuevas generaciones ya no dependen de este oficio en su vida diaria.
¿Cómo se mantiene viva la nostalgia por las tradiciones cubanas en el extranjero?
Muchos cubanos en el extranjero, como Christian Arbolaez, mantienen viva la nostalgia por sus tradiciones a través de recuerdos compartidos en redes sociales. Actividades como empinar papalotes en Miami o cocinar platos tradicionales ayudan a recrear un sentido de pertenencia y conexión con sus raíces.
¿Qué impacto tiene la emigración en la preservación de las tradiciones cubanas?
La emigración puede ser un desafío para la preservación de las tradiciones, pero también un medio para mantenerlas vivas en el exilio. Los cubanos emigrantes suelen adaptarse a nuevas culturas mientras intentan conservar y compartir sus costumbres, como cocinar platos tradicionales o celebrar festividades propias de la isla.
¿Cómo se refleja la nostalgia en la comunidad cubana en el exterior?
La nostalgia es un sentimiento común entre los cubanos en el exterior, quienes a menudo recuerdan con cariño sus vivencias en la isla. Momentos como cocinar una calabaza o recordar lugares icónicos como el Mirador de Bacunayagua generan una conexión emocional con su tierra natal, a pesar de la distancia.
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