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Julián, un hombre que reside en Camagüey, se gana la vida honrosamente limpiando calderos, sartenes, ollas y otros utensilios de cocina.
"Quizás nadie lo mira cuando está en su labor, no es un vagabundo alcohólico, es un hombre que tiene una habilidad y la usa para ganarse el dinero honestamente, es digno de admirar", escribió en Facebook el profesor Ebenezer Seme.
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El mensaje alcanzó connotación y muchos reaccionaron a él, incluso antiguos vecinos y personas que lo conocieron destacaron los valores del cubano.
"Digno aquel que no repare en fronteras de categorías para llevar a su familia el sustento. Desde lo más profundo de mi alma, la admiración y respeto para ese señor", escribió el internauta Carlos Alberto Martín Roque.
"Un abrazo para Luna, como yo lo conozco. Fue compañero mío de trabajo hace muchos años y cuando estuve en Cuba, conversé con el y lo ayudé con algo. Él lo merece. Se gana su vida honradamente" recordó una mujer llamada Odalys Ramírez.
Con sus manos Julián va retirando el tizne acumulado en los calderos, que poco a poco recobran el color metálico original y devuelven la armonía que tuvieron antaño.
Sentado sobre el asfalto, armado con trapos viejos, lijas y mucha tenacidad, el hombre se gana el dinero de una manera honrada y la admiración de muchos camagüeyanos.
Pero Julián no es el único cubano que se dedica a limpiar calderos, como un medio de subsistencia, en medio de tantas carencias y necesidades.
Hace justo un año, la prensa oficialista en Cienfuegos contaba la historia de Carlos Bandomo Toledo, un hombre de 57 años, que se ganaba el pan limpiando utensilios de cocina por 80 pesos.
"Hay que quedar bien con la gente que les guste como quedan sus ollas y no quedarse con un caldero de nadie, aunque el dueño lo olvide", confesó el hombre al periódico 5 de Septiembre.
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