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La Empresa Industrial Ángel Villareal Bravo, conocida como Ciclos Minerva de Villa Clara, fabricará este año 1,000 sillas de ruedas que serán destinadas a personas imposibilitados de caminar.
Así lo aseguró Eliel Pérez Pérez, director de Ciclos Minerva, única empresa estatal que fabrica este producto, al periódico Granma. Este funcionario aseguró que existe garantía de financiamiento y las materias primas necesarias para esa producción.
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La nota de la prensa oficial afirma, sin mayor precisión, que ciclos Minerva lleva años sin producir estas sillas, y omite qué por ciento de la demanda nacional cubre la nueva producción.
Las sillas serán entregadas fundamentalmente a Salud Pública e instituciones que asisten a personas discapacitadas, agrega la información.
Pérez Pérez dijo que ejecutan una nueva inversión financiada por la inmobiliaria Almest, que facilitará la instalación de un equipamiento más moderno y automatizado, lo cual influirá en la mejora de los procesos productivos.
Hace unos días, una nota de la prensa local de Villa Clara anunciaba que Ciclos Minerva aspira a producir 6,000 motos eléctricas para venta en tiendas en moneda libremente convertible (MLC).
La empresa villaclareña planea “ampliar y diversificar” sus producciones en 2023, para llegar a 18,450 bicicletas mecánicas, 6,000 motorinas, 1,000 triciclos eléctricos, 2,800 módulos de estantes y la citada cantidad de sillas de ruedas
Aun así, en 2022, aunque sus directivos reconocían que la producción de sillas de ruedas ha estado muy limitada en los últimos años debido a la carencia de financiamiento, aseguraban que para el cierre de abril tenían previsto concluir la fabricación de unas 400 sillas de ruedas, aunque no estaban seguros de incrementar la cifra en lo que restaba de año.
La escasez de sillas de ruedas en Cuba es notoria y un impedimento para la vida cotidiana de las personas enfermas o con necesidades motoras especiales. En los últimos años se han incrementado los pedidos de ayuda en las redes sociales de personas necesitadas.
La crisis ha disparado los precios en el mercado negro y ha obligado a soluciones rudimentarias, como la de un hospital que ensambló “a lo cubano” sillas plásticas dentro de sillas de ruedas deterioradas.
Unos pocos han podido recibir la silla que necesitaban a través de donaciones internacionales o gracias a articulaciones de la sociedad civil, como la del humorista Limay Blanco.
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