El gobierno cubano no ofrecerá gratis los materiales de construcción, colchones y tanques de agua para los damnificados por el huracán Ian, sino que los venderá al 50% de su precio habitual.
Con estas "facilidades" el gobierno busca "brindar protección económica a las familias cuyas viviendas fueron afectadas" en Pinar del Río, Artemisa, Mayabeque y La Habana, así como en el municipio especial Isla de la Juventud, según se lee en el acuerdo 9411 del Consejo de Ministros publicado este sábado en la Gaceta Oficial No. 59 -extraordinaria.
Sin embargo, según se desprende de uno de los acuerdos, la "ayuda" dejará endeudados a los ciudadanos que no puedan adquirir a mitad de precio los materiales para reconstruir sus viviendas.
La disposición incluye en una de sus cláusulas que las personas cuyos ingresos no les permitan comprar los materiales, tendrán que "acceder a créditos bancarios, solicitar subsidios para la compra de materiales de construcción a cargo al Presupuesto del Estado y en el caso de los colchones solicitar financiamiento a cargo de la Asistencia Social".
Una nota de la Agencia Cubana de Noticias (ACN) donde se anuncia la medida, recalca la medida se basa en "el principio de que nadie quedará desamparado en nuestro país", pero no considera que las personas en situación de vulnerabilidad no tendrán más beneficios que un préstamo momentáneo para comprar, que deberán devolver.
La disposición, que responsabiliza de su cumplimiento e implementación a las ministras de Finanzas y Precios y del Comercio Interior (MINCIN) y a los gobernadores de las provincias afectadas, se presenta presuntamente respaldada por un gran financiamiento del Estado, cuando miles de damnificados deberán disponer de sus escasos recursos para conseguir comida en medio de una inflación imparable.
En abril de este año el gobierno cubano aumentó el precio a numerosos materiales de construcción que se comercializan en la red minorista del sistema del MINCIN. En la nueva resolución se llegó a duplicar el precio inicial de los productos, superando, muchos de ellos, el salario mínimo percibido por los trabajadores cubanos.
El sueldo mínimo de 2,100 CUP, fijado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, ni siquiera alcanzaría para pagar la mitad de un tanque de 2,100 litros -que pasó de costar 4,440 CUP a 9,017 CUP-; apenas alcanzaría para un metro cuadrado de tejas onduladas -a 1,497 pesos- y para una taza de descargue vertical blanco, que aumentó de 735 a 1,162 pesos.
Muchos pobladores de las provincias occidentales, donde se reportaron cuantiosas pérdidas tras el paso del huracán Ian, quizás no puedan reparar sus casas accediendo al financiamiento de la mitad del costo ni puedan plantearse solicitar un crédito o subsidio.
La situación de los cubanos en el occidente del país es crítica. En Pinar del Río, 228 familias no tienen a dónde regresar y cerca de 30,000 viviendas sufrieron daños, de las cuales 2,213 resultaron completamente derrumbadas por la fuerza de los vientos. En La Habana se reportaron al menos 26 derrumbes totales.
Ante la ineficiencia del gobierno para brindar ayuda a las personas damnificadas, que no solo se enfrentan a un escenario de destrucción de viviendas y cultivos, sino que además padecen apagones interminables por fallas en el Sistema Eléctrico Nacional, muchos han salido a las calles a expresar su inconformidad con la gestión gubernamental.
Algunas protestas recientes muestran a un pueblo cansado de la desatención del régimen, que no le garantiza los recursos básicos para la subsistencia y que, en cambio, despliega una violenta represión a quienes lo señalan.
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