La casta verde oliva y enguayaberada tuvo que emplearse a fondo en la campaña a favor de su Código para las familias; hasta el extremo de convertirlo en un plebiscito sobre la dictadura más antigua de Occidente; consiguiendo récords de abstención y rechazo, con cifras similares a las de Estados Unidos, coco de su perpetua fantasía política.
El presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez nunca defrauda, y eligió, para ir a votar, un pulóver azul de marca extranjera, con el nombre de Cuba a la altura de sus nalgas, en vertical, subiendo por la espalda y, tras emitir su voto, besó a la pionera que custodiaba la urna y dio un apretón de manos al pionero, proyectando mayor jovialidad, como se aprecia en el vídeo difundido por la televisión estatal.
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La semiótica tiene en el cheo Díaz-Canel excelente base material de estudio.
Raúl, sin nasobuco, asumió pose de abuelito cariñoso, pero diferenciando claramente a la hembra del varón. Un besito a la niña en la mejilla y, tras titubear, acarició la cabeza del niño y, finalmente, la besó.
Ambos actuaron diferenciando entre uno y otro sexo, en todavía niños, cuando lo normal y adecuado es saludar a ambos pioneros de igual manera; evitando discriminaciones como las que pretende corregir la legislación que acababan de votar; pero el inconsciente -como la carne de res- es más fuerte que sus credos y se proyectaron como realmente piensan: Hembras y varones no son iguales y, por tanto, deben tratarse de manera diferente.
El impetuoso CENESEX debe tomar nota de tan acusado desorden emocional y someter a los miembros del Buró Político a cursos intensivos de tolerancia y empezar a influir para que cada estructura partidista, estatal y gubernamental acojan en sus senos a cubanos de todas las tendencias sexuales; en correspondencia con la balcanización oportunista y evitar que la nueva meta se quede en nada, como pasó con la discriminación racial, aun latente y dolorosa.
Ambos mandatarios acudieron a sus colegios electorales acompañados por parientes cercanos, dejando una imagen de familia tradicional, que es la más persistente en el imaginario afectivo cubano, por mucho que se empeñe el partido comunista en ditirambos oportunistas, que casi nadie se cree, como demostró el abultado número de noes, votos nulos y en blanco y abstención que cosecharon este domingo.
El referendo sobre el Código de las Familias ha privado a los zares del oeste de La Habana de otra de sus letanías preferidas, que consiste en criticar las elecciones democráticas en Estados Unidos, donde el presidente resulta electo con menos de un 30% de los votantes; mientras que la gran mayoría de electores permanece al margen, sin que les molesten el FBI ni la vecina militante.
¡Felicidades, compañeros! de tanto atacar al sistema político y electoral estadounidense; han conseguido igualarse en abstención y legitimidad; por ese camino, en cualquier momento se abren al bipartidismo para conseguir nuevas victorias.
Y, si no es mucho pedir, una vez que derroten a Ian, completen la información pendiente de las 36 circunscripciones, incluidas 11 de La Habana; algo inédito en los simulacros de Birán, S. A. y que reafirma la imagen de estado fallido.
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