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Tania, la guerrillera que no disparó un tiro

Hace 55 años, murió en Bolivia, como parte del grupo comandado por el comandante Vilo Acuña; tras la partición de la guerrilla en dos.

Haydée Tamara Bunke Bider © Archivo Ulises Estrada Lescaille
Haydée Tamara Bunke Bider Foto © Archivo Ulises Estrada Lescaille

Este artículo es de hace 1 año

Haydée Tamara Bunke Bider, que pasó a la historiografía castrista como Tania, la guerrillera, murió hace 55 años en Vado del Yeso, Bolivia, sin haber disparado un tiro; violando extrañamente las reglas del trabajo secreto y contribuyendo al fin de la guerrilla del Che, destinada al fracaso desde su salida de La Habana.

Su misión en Bolivia consistía en penetrar las altas esferas bolivianas, valiéndose de su fachada de investigadora de folclore, objetivo que consiguió sin mayores contratiempos; bajo la identidad falsa de Laura Gutiérrez Bauer, pero su conducta posterior vendiendo al Che y a la red clandestina urbana de La Paz, aun sorprende a propios y extraños.

La llegada a La Paz de los delatores Regis Debray y Ciro Bustos fue el desencadenante de la costosa indisciplina de Tania; abandonando su sólida posición en la capital boliviana para asumir la tarea de llevar a los visitantes hasta la zona de Ñancahuazú, donde operaba la guerrilla; gesto que encabronó al Che y a la red clandestina urbana del partido comunista local, que vio la irresponsable acción como una muestra de racismo y superioridad blanca y europea; desdeñando a los agentes nativos para cumplir la misión.

Pero hay una clave fundamental para esclarecer la rara conducta de Tania, en su viaje desde La Paz hasta el oriente boliviano; llevando a Debray y Bustos, cargó con casi toda la información sobre el grupo guerrillero y la red urbana de La Paz; incluidos mapas, nombres, direcciones y teléfonos; un regalo inesperado para la CÍA y la Contrainteligencia local, que solo tuvo que abrir el jeep, abandonado frente a un hotel en Camiri, para hallar un auténtico tesoro.

Justificadores de absurdos, suelen argüir la patochada que Tania ardía en deseos de entrar en combate y habría forzado su incorporación a la guerrilla; pero la falacia cae por su propio peso, porque no se trataba de una jovenzuela con ardores revolucionarios, sino de una oficial operativa, entrenada por el KGB, la Stasi y la DGI cubana, que usó playa Baracoa y Cienfuegos para sus juegos de espía.

Cuba, Unión Soviética, República Democrática Alemana (RDA); adonde Tania llegó con 15 años, nunca han querido desclasificar los expedientes de la mitificada guerrilla de Ernesto Guevara de la Serna, que no consiguió una incorporación local en once meses de dura supervivencia y ni siquiera previó puntos de encuentros alternos con su Retaguardia, dirigida por el comandante Juan Vitalio Acuña Núñez (Joaquín), que deambuló hasta la fatal emboscada de Vado del Yeso; antesala de la liquidación del Che y la mayoría de su grupo guerrillero.

La tesis oficial es que Guevara dividió la columna en dos para separar la vanguardia y centro; donde siempre iba protegido, de los guerrilleros en peor estado físico, que no era el caso de Tania ni de Braulio; pero la verdadera razón es que el Che encargó a Joaquín la exfiltración de Debray, Bustos y Bunke; operación que frustró el ejército boliviano con la captura de ambos hombres y el repliegue del grupo, con la única mujer atrapada en la selva junto a sus compañeros; el jefe guerrillero ignoraba que su súper agente en La Paz ya habia sido descubierta porque el gobierno boliviano silenció el hallazgo de Camiri para poder desarticular la red clandestina urbana.

Estados Unidos y Bolivia también mantienen clasificados su archivos sobre la escaramuza de Guerra Fría, que más páginas ha llenado de mentiras; propaladas por la izquierda sectaria y oportunista; animada por La Habana para evitar explicar cómo Fidel Castro tuvo que bajarle la ventanilla al Che porque no podía abrir un frente con el Kremlin, estando ya en bronca con la Casa Blanca.

Tania nunca fue amante del Che; su única pareja, con quien planeó casarse y tener hijos, fue Ulises Estrada Lescaille, subordinado del comandante Manuel Piñeiro Losada; primero en la Inteligencia (viceministerio Técnico), luego en Liberación Nacional y por último, en el Departamento América del Comité Central del partido comunista. Dámaso José Lescaille Tabares, era su verdadero nombre y, en sus últimos años, escribió un libro, reivindicando a su novia, que lo llamaba su negrito.

La lectura del diario de Harry Pombo Villegas , un documento manipulado por el castrismo a su conveniencia; con el consentimiento de su autor, relata la queja de Tania el Che por el acoso sexual de José María Papi Martínez Tamayo; y la teoría de su amancebamiento con Guevara solo obedece a la épica machista latinoamericana y cubana; de palpitante actualidad con la estupidez de elogiar supuestos atributos genitales del presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, como hizo recientemente Gerardo, el espía sanaco.

Si el Che y Tania hubieran sido amantes, carecía de sentido que la enviara a una muerte segura porque si alguien sabía que de Bolivia no saldría vivo era Ernesto Guevara que, sentado en la silla de dentista de Luis Carlos García Gutiérrez, Fisín, respondió que no se preocupara por una pequeña carie porque "dentro de seis meses, los chanchos estarán jugando con mi carabela".

Tania, que adoptó su pseudónimo en homenaje a Zoya Kosmodemiánskaya, partisana soviética que, durante la Segunda Guerra Mundial, usó ese nombre de guerra; y pese a ser una de las oficiales más destacadas de la Operación Fantasma, como denominó Cuba a parte de su subversión en América Latina; resultó más letal para la guerrilla que la CÍA; aunque pagó con su vida, el extraño error o el cumplimiento de las órdenes emanadas de los centro principales de Moscú, Berlín y La Habana.

El entonces capitán boliviano René Vargas Salinas reclutó al campesino Honorato Rojas, a punta de bayoneta y amenazas de muerte, que incluía a su familia, y consiguió el dato clave de la hora en que el grupo de Joaquín cruzaría el río de Vado del Yeso; matando a todos los guerrilleros, excepto a dos; e incluida Tania, que fue la única que recibió cristiana sepultura, por orden del entonces presidente René Barrientos; decisión que -años después- facilitó la localización de sus restos para repatriarlos a Cuba.

Cuando todos se encontraban en el agua, una descarga cerrada de fusilería fulminó a la mayoría de los guerrilleros sin darles tiempo a responder, excepto Braulio, el único que pudo disparar, matando a un soldado. Tania trató de usar su fusil M-2 pero fue alcanzada por un disparo y la corriente se llevó su cadáver; encontrado días después.

Freddy Maymura fue hecho prisionero, pero al enfrentarse a sus captores, lo asesinaron; el único sobreviviente de la emboscada fue José Castillo Chávez, que logró salir vivo; dejándose llevar por las aguas, días después fue apresado y torturado en Valle Grande, pero vivió hasta 2008, cuando murió en La Paz.

Restituto José Cabrera también sobrevivió a la emboscada, pero fue capturado y asesinado el 4 de septiembre de 1967, en el río Palmarito; afluente del Ñancahuazú.

Las muertes de Vilo Acuña, Israel Reyes, Gustavo Machín (cubanos); Walter Arancibia, Moisés Guevara, Apolinar Aquino, Freddy Maymura (bolivianos), el peruano Restituto José Cabrera y Haydée Tamara Bunke Bider, hija de comunistas alemán y polaca; son responsabilidad de Fidel Castro Ruz porque Moscú no apoyaba su internacionalización subversiva, como respuesta el embargo norteamericano, de 1960.

Muertos Manuel Piñeiro, Ulises Estrada, Renán Montero y Héctor Gallo Portieles, jefe y oficiales de la DGI cubana de la época; solo cabría esperar que Juan Carretero deje testimonio de aquella aventura suicida; pero es probable que no lo haga porque -hace muchos años- aprendió que, hasta después de muertos, los comunistas son útiles.

Entonces, Ernesto Guevara ignoraba y quizá nunca supo, en toda su dimensión, el error de Tania, abandonando La Paz y dejando abundante información secreta en el vehículo utilizado. Si fue un costoso yerro o cumplía órdenes de Moscú, Berlín y La Habana, no se sabrá hasta que, al menos, pasen cien años; mientras tanto, los pioneros cubanos seguirán proclamando que quieren ser como el Che y las páginas de periódicos y web seguirán pintando a la guerrillera, que no disparó un tiro, como heroína internacionalista; pese a que solo fue otro peón sacrificado en la flor de su vida.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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