Después de vivir una racha negativa que hizo pensar a muchos en la posibilidad de que su momento de oro había expirado, el cubano Néstor Cortés ha vuelto por sus fueros desde el box y ayer, en Camden Yards, contribuyó de modo decisivo a una nueva lechada de los Yanquis.
Los Orioles apenas le pegaron seis hits (uno de ellos un dudoso doblete) en seis innings donde el zurdo hizo 94 envíos, no regaló boleto y recetó siete ponches, para de esa manera arribar a ocho éxitos frente a tres reveses en el curso.
La gerencia de los Mulos del Bronx respira con alivio gracias a las últimas señales emitidas por el oriundo de Batabanó, quien había lanzado en abril y mayo por debajo de 2.00 de efectividad, pero en junio pisó territorio minado y cerró con 4.15.
Por fortuna (para los Yanquis, para Cortés y para Cuba), julio ha sido otra cosa, y fuera de una salida trastabillante contra Boston -cuatro limpias en 3.2 episodios-, en sus otras aperturas no ha habido espacio para la casualidad. En numeritos, estas se resumen en 19 innings, dos carreras, 13 hits, 17 strikeouts y ¡una base por bolas!
Así, el muchacho que recién se estrenó en Juegos de Estrellas ha recuperado terreno en los lideratos de pitcheo de la Liga Americana, donde ahora mismo es quinto en promedio (2.48) y WHIP (1.00), con un anémico .211 de average adversario. Y algo más: su tasa de transferencias cada nueve entradas (1.95) es la octava mejor del circuito; y su BABIP, el sexto (.257).
Simple y llanamente, admirable.
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