A sus 42 años, él creía que Uruguay era su destino. Llegó a Montevideo hace casi dos años, el 9 agosto de 2019, después de intentar escapar de Cuba en balsa hasta en nueve ocasiones.
Consiguió emigrar de la Isla gracias al dinero que le dio su hermano a cambio de su moto. Con eso logró comprar un pasaje de avión a Guyana y enfilar por tierra hacia sus sueños. Sin embargo, este 2 de mayo emprendió camino a Estados Unidos por la peligrosa ruta del Darién.
Tomó la decisión de seguir hacia la frontera de México en cuanto comprendió que las restricciones del Gobierno de Uruguay a los cubanos que no son perseguidos políticos le impedirá reunificar a su familia en este país.
Este 21 de febrero ya había preocupación entre la comunidad cubana en Montevideo ante la evidencia de que el Ejecutivo uruguayo estaba negando el acceso a las personas procedentes de la Isla, en plena pandemia, que no pueden justificar su solicitud de asilo político.
"Les niegan la entrada alegando que tienen que demostrar que son perseguidos políticos en Cuba", señaló en declaraciones a CiberCuba, pidiendo el anonimato porque en estos momentos es un migrante irregular.
Él estaba convencido de que iba a echar raíces en Uruguay, pero ahora reconoce que si quiere reunirse con su esposa, tiene que moverse. "Cambié de idea y estoy subiendo al gigante sudamericano", escribió vía messenger a CiberCuba antes de viajar hacia Brasil.
"Salí de Uruguay hacia Brasil y de ahí a la frontera de Bolivia. Voy a intentarlo. Todos los que vivían conmigo se han ido y están dentro (de EE.UU.). La selva, inevitablemente la tengo que pasar. No existe otra vía", comentó a este portal.
Justo al llegar a Lima, Perú, el grupo de cubanos con el que viaja se encontró con que las revueltas en Colombia le obligan a hacer un alto en el camino hasta que se calme la situación.
Perú, peor que la selva
"Perú es un reto muy difícil. Hay muchas restricciones por la pandemia; hay extorsiones, asaltos, robos de la misma policía peruana. Pasamos más miedo que en la selva ", contó a CiberCuba.
"Hay muchos retenes y varias vías de acceso, ya sea por Brasil o por Bolivia. Todos tienen unos cuantos retenes en las vías de acceso hacia Lima, la capital. Un camino largo por carretera de alrededor de 20 horas. Los agentes detienen los ómnibus y montan buscando inmigrantes; solicitan documentación y entrada sellada al país. Recogen la documentación y nos dicen que nos van a realizar un chequeo en el sistema y si no tenemos registrada la entrada nos pondrían a disposición de la Policía. Sutilmente ésta es la manera de decirnos: Págame y todo pasa".
"Pagamos y continuamos viaje, pero en todo el camino, el mismo chofer del ómnibus, les hacía señas con la luces a los puntos de control, para que nos pararan. Todo continuó bien hasta Lima que, por lo que pude ver, es una ciudad muy loca, con un tránsito infernal y no hay control de nada. Las calles parecen un hormiguero de carros y de gente", relata a este periódico.
"Llegas a la terminal y las personas que están gestionando pasaje, si no vas con ellos, tiran fotos de los emigrantes y hasta nos siguen para ver hacia dónde nos dirigimos. Hay muchos policías vestidos de civil, como los segurosos en Cuba", añade.
En Lima, el grupo con el que este migrante cubano se dirige a la selva del Darién se enfrentó a un peculiar operativo policial. "Nos tomaron toda la documentación y les tiraron fotos y chequearon en el sistema. Para sorpresa nuestra nos dijeron: 'No se asusten. Éste es un operativo de chequeo de identidad. Ustedes no están haciendo nada ilegal. Están solo de paso por nuestro país. No le den dinero ni a policías, ni a militares. No se dejen extorsionar".
"Un detalle, los venezolanos hacen y deshacen y no les pasa nada. Ni identificaciones les piden, pero con cubanos, haitianos y todos los demás emigrantes es como una cacería para quitarnos dinero", dice.
Al final, el grupo consiguió embarcar en un ómnibus hacia Ecuador. "Otras 20 horas más de viaje, las restricciones con la COVID al máximo. Para subir en los buses, nos pidieron prueba negativa. Te la hacen en la terminal en 10 minutos y cuesta 30 soles".
Sobre las advertencias de migrantes abandonados por los coyotes en la selva del Darién, prefiere no tomárselo al pie de la letra. "El cubano piensa que porque está pagando, tienen que ser las cosas como ellos exigen y eso no es así", concluye.
Entre 2016 y 2019 la Superintendencia Nacional de Migraciones de Perú dictaminó la expulsión y salida obligatoria de 258 ciudadanos cubanos, por exceder el límite de sus permisos de estancia o entrar de forma ilegal en el territorio, según informó en su momento el diario El Universal.
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