Cary, una niña cubana de 10 años, continúa a pie con su mamá y su papá en el trayecto migratorio que espera que les permita entrar en Estados Unidos.
La pequeña viaja junto al grupo de migrantes de Cuba que en febrero pasado estuvo perdido durante varios días en la selva del Darién y que en estos momentos ha salido ya de Honduras, acaba de llegar a Guatemala y se encamina hacia México.
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"Patria y Vida", se le escucha decir a la menor, delante de sus padres, mientras saluda a la cámara. A su lado, su mamá cuenta que la niña estuvo a punto de perder un pie en la selva del Darién, debido a las lesiones que le causaron las piedras y el agua. Sin embargo, finalmente pudo recuperarse y continuar viaje hacia Estados Unidos.
"Mírenla aquí, luchando por su libertad", dice la madre de Cary.
"Ha cruzado Darién y once países y mírenla aquí, tratando de cumplir sus sueños. Dice que cuando llegue a Estados Unidos va a estudiar, a hacerse una mujer de bien, de trabajo, va a ser abogada", explica su padre, que está convencido de que Dios los está bendiciendo.
"Vamos a llegar", comenta en uno de los vídeos compartidos por el habanero Yosmel Barrios, de Santa Felicia, en Marianao, que ha documentado la emigración cubana, cruzando fronteras desde Uruguay, pasando por Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Nicaragua, Honduras y ahora, Guatemala.
La historia de Cary
En declaraciones a CiberCuba, Cary, ha contado su experiencia migratoria. "Primero crucé el mar. Era muy difícil porque la lancha chocaba contra el mar y yo pensé que se iba a voltear. Cuando llegamos a Capurganá (frontera de Panamá) empezamos a caminar duro y no veíamos nada por la noche. Nos acostamos y ya después nos levantamos a las 5:00 - 6:00 am y empezamos a caminar de nuevo. En eso, toda la gente se nos separó porque nosotros íbamos lentos. Yo me estaba sintiendo los pies un poco cansados. Cuando descansamos, ya todo el mundo se había ido y teníamos que cruzar la Loma de la Muerte. Yo la crucé sola porque mi mamá iba atrás y mi papá delante. Yo tenía que ir en el medio. Ahí tú tenías que tirarte por las lomas. Corría el peligro de que si te tiras del barranco te partes un pie o algo así o te mueres. O sea, te entierras un palo y te mueres. Tú te embarrabas de lodo los pies", recuerda.
La niña cuenta, además, que al salir de la Loma de la Muerte, en la selva del Darién, se encontraron un río y los tres bebieron mucha agua. Después continuaron camino siguiendo el cauce del río. En un momento determinado, ella se quitó los zapatos y notó que tenía los pies "rayados", pero no le dio importancia y siguió caminando con sus padres.
En el siguiente descanso, Cary volvió a quitarse los zapatos y se dio cuenta de que tenía dos pequeñas "zanjas" en los pies. Al principio pensaron que no era nada grave y continuaron viaje hasta encontrar un platanal, donde la familia comió plátanos hervidos, después de cinco días sin probar bocado.
Para entonces, la madre de Cary estaba deshidratada y los tres estaban completamente agotados.
La niña recuerda que en el Darién la guerrilla los asaltó. "Nos quitó el dinero, la comida y todo. Por eso pasé mucha, mucha, hambre y me sentí sin fuerzas", añade.
Al llegar a un campamento donde estaban el resto de cubanos, Cary ya no podía caminar. "Me tiré en el suelo y empecé a arrastrarme". Fue entonces cuando un hombre la cogió en brazos un tramo y luego otro la llevó otro tramo hasta llegar a Emigración en Panamá.
"Allí me dieron leche y me quitaron los zapatos. Había dos zanjas gigantes en mi pie", dice la niña.
Yosmel Barrios, un guerrillero que no paga coyotes
Yosmel Barrios, que viaja también a pie junto a los padres de Cary hacia Estados Unidos, se define como "un guerrillero" que no paga a los coyotes porque no lleva dinero encima.
Él aclara a quienes sueñan con hacer la misma travesía que él está haciendo, que tengan en cuenta que el camino desde Nicaragua a Guatemala "no es nada fácil".
Al no tener dinero, tuvo que "coger trocha" y entrar al país cruzando montes. Una vez en suelo hondureño subió a un bus que lo llevó a Danlí, el segundo pueblo de Honduras, donde un retén policial le solicitó el salvoconducto para entrar en el país.
Yosmel Barrios dijo a la Policía que no tenía ese salvoconducto porque lo habían asaltado y llevaba varios días caminando, en una travesía muy dura, con un día y medio sin comer.
El retén le preguntó si viajaba solo y como así era, le perdonaron la vida y lo montaron de nuevo en el bus, que lo llevó adonde tenía que coger otro ómnibus hasta Aguas Calientes, en la frontera con Guatemala.
En seis horas de viaje, se encontraron cuatro retenes. Uno de ellos pidió a todos los que no llevaban salvoconducto que bajaran del bus. Eran 12 cubanos, La Policía les dijo que para seguir camino tenían que pagar 100 dólares por persona o los devolvían para Nicaragua.
Nadie tenía dinero. Los dejaron retenidos una hora, amenazados a punta de pistola. "A mí me quitaron 20 dólares. A una muchacha embarazada le quitaron 100 por ella y el marido y a los demás, igual", cuenta Barrios.
En Aguas Calientes otro retén volvió a pedirles dinero. "Yo les dije que era por gusto. Que me mataran porque no tenía dinero ni iba a virar ni para Nicaragua ni para Cuba. O es pa' lante o es muerto", les dijo.
El policía entendió que no mentían y los bajó del bus, pero les permitió seguir camino a pie. Y caminando llegaron a la frontera de Guatemala con Honduras, atravesando montañas hasta Esquipulas, el primer pueblo guatemalteco, donde hoy esperan para seguir camino hacia México.
"Yo soy un guerrillero que no tengo para pagar coyotes ni para que me pasen salvoconductos. Lo mío es monte y atravesar caminos, valles y montañas. Cary (la niña) está en la misma situación con sus padres. Seguimos luchando, pero seguimos a pie", concluye.
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