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Para que un gobernante como Miguel Díaz-Canel se atreva a trazar un gráfico en directo en un programa de televisión, sobre un tema del que no es un experto, necesita de periodistas como René Tamayo León y de medios de prensa como Juventud Rebelde.
Necesita más, por supuesto. Porque para salir a dibujar un pingajo de tales proporciones hace falta tener todo controlado por el eje horizontal y el vertical. Si no dominas todo el cuadrante, entonces te pueden salir memes imprevistos en cualquier coordenada.
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Hace falta que el mandamás sienta esa confianza de que todo lo que dice va a misa, aunque sea un garabato mental, una línea que se comporta como la última ocurrencia que hace brincar un encefalograma plano. Cualquier crítica podría bajar su autoestima y desatarse una crisis de gobierno si el fantoche empezara a dudar si es digno de Fidel.
Para llegar así de tranquilo a delinear tal despropósito ante los ojos de todo un pueblo que busca una explicación a los males que padece, para eso hace falta que el gobernante haya sido educado en el desprecio paternalista hacia ese pueblo, en la impunidad diaria para soltar mentiras y lindezas.
Y hace falta una limitación de derechos y ausencia de libertades tal que le permitan seguir dibujando y hablando como si fuese un gobernante legítimo, que para eso los militares y el partido, los que de verdad cortan el bacalao, le han montado bien el timbiriche.
Por eso, cuando el gobernante se convierte en chiste, salen corriendo escandalizados los medios de prensa oficiales a tapar, como es su costumbre, el sol con un dedo. Y hacen de la incompetencia un “plano cartesiano” y del ingeniero Díaz-Canel un artista de la política, un ilustrado estadista.
Entender la magnitud de este desafío es la razón de ser de un periodista como René Tamayo, un adulador feliz en las abscisas y un guatacón obediente en las ordenadas. Atajando la libertad de expresión, Juventud Rebelde lanza a su Tamayo en una misión imposible: repeler el ataque de los memes estelares.
El resultado es otra joya de la inteligencia del régimen, la opinión de un cenizo lisonjero que se desvive por demostrar que su gobernante es el alfa y el omega de la dirigencia. Veamos y comentemos algunas de estas joyas del periodismo tracatán.
“El programa fue una muestra del talante de estadistas y el buen decir de las dos figuras principales del ejecutivo nacional, el Presidente de la República y el Primer Ministro. Es un lujo para cualquier país tener en la dirigencia a personas así”. Un lujo impuesto por la cúpula militar, que ya sabemos que entiende de lujos.
“Tratar de hacer chanzas sobre el plano cartesiano que trazó Díaz-Canel —que por demás le quedó tan bien como a cualquier profesor de física o matemáticas en una clase— es lo más ridículo que he visto por estos días”. Ya sabemos que el sentido del ridículo es subjetivo. Habrá quienes no hayan visto ridículo mayor que el artículo de Tamayo.
“Mercenarios, asalariados”, todos unos fracasados. En realidad lo que en su artículo parece un fracaso es el empleo de estos adjetivos. ¿Hasta cuándo la mercenaria y asalariada prensa oficial va a dirigirse con estos términos a la sociedad civil cubana que no comulga con los dictados del poder?
“Un claro reflejo de que la enjundiosa Mesa Redonda del pasado jueves les dolió hasta el tuétano. Por lo que se dijo y por quienes lo dijeron”. ¿Quiere decir que los cubanos hacen memes porque les duelen las ocurrencias de unos gobernantes que nunca han podido elegir? En este punto puede que tenga razón el periodista de Juventud Rebelde.
“Los susodichos memes no pasaron de ser reflejo de la animosidad, el rencor, el resentimiento, el odio y la impotencia de quienes nos adversan”. Ojo con la conjugación “nos adversan”: aunque en desuso, la expresión reconoce adversarios, lo cual podría significar una novedad en el lenguaje de la prensa oficial.
“Y al que le duela, que haga pucheros”. Décadas de dolor ya no provocan pucheros, provocan indignación y burla descarnada. Pucheritos solo es capaz de hacer quien llora por los viejos liderazgos con galimatías como “una nueva e incontestable reafirmación de que la continuidad está garantizada”.
Pero de fárragos así está lleno el artículo de René Tamayo, un adulador muy competitivo en una redacción de probada coba con el régimen. “Un ejercicio ejemplar de gobierno… de transparencia… una lección moderna de cómo se desata un nudo gordiano: de un machetazo”.
Le sugiero al enardecido aplaudidor que no insinúe desatar nudos gordianos a machetazos, que haga el esfuerzo intelectual de comprender cómo se ha formado el nudo y qué formas civilizadas e inteligentes existen para desatarlo. Esa banalidad del machete mambí ya aburre.
Es comprensible que uno quiera ir dando machetazos para resolver sus problemas, más cuando te ordenan hablar de la tarea Ordenamiento en un artículo sobre memes contrarrevolucionarios. De la abstrusa explicación de la tarea Ordenamiento solo queda clara una cosa: es otro concepto de mierda.
Así que, volvamos a los memes, dice René Tamayo, loco por dar su último sablazo. “Es un recurso que se está enseñando y empleando muy bien —debemos reconocerlo— por los laboratorios ideológicos y el Grupo de Tarea creado y financiado por el Gobierno de EE.UU., como parte de las campañas para subvertir el orden político y social en Cuba”.
Como el régimen no es bobo y se las sabe todas, por eso ha creado el Decreto Ley 370, para que no les subviertan ni la sombra. Por eso ahora tiene en los memes un nuevo enemigo, un inédito frente de batalla. Y se anuncia una guerra sin cuartel.
Termina Tamayo con una idea genial, hay que reconocerlo. Le propone a Díaz-Canel que, teniendo en cuenta la publicidad gratis generada por los memes, subaste su “obra” en MLC y destine la ganancia a comprar un laboratorio de PCR.
¡Qué lo haga, por favor! ¡Qué Díaz-Canel acepte la sugerencia de Tamayo! Algún mecenas estará encantando de sufragar una causa noble pagando por una cagada histórica.
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