Sale a la luz amante secreta de Fidel Castro en Italia

Anna María cuenta que conoció a Castro el 20 de mayo de 1975 en la Nunciatura Apostólica de La Habana, adonde había llegado bajo los influjos de la entonces primera secretaria de la embajada de Cuba en Roma, Margarita Alcalde. 

 Anna María Taglia junto a la portada del libro, escrito por la periodista © Collage CiberCuba
Anna María Taglia junto a la portada del libro, escrito por la periodista Foto © Collage CiberCuba

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Cuatro años después de su muerte, Fidel Castro sigue sacando amantes del baúl de los romances secretos y ahora le apareció una italiana de ferviente fe católica que lo pretendió desde 1975, según un reciente libro con el revelador testimonio.

Ya teníamos el mito de la relación fugaz del alebrestado comandante con la despampanante Gina Lollobrigida tras una entrevista en La Habana en 1974, pero ahora el libro Fidel in Love: El gran amor secreto del Líder Máximo, de la periodista Paola Sorge, ofrece una nueva historia con dama italiana: se llama Anna María Taglia y afirma que los lazos sentimentales entre ellos se prolongaron por ¡cuarenta años!


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El libro, publicado por la editorial Castelvecchi, salió al mercado el pasado 3 de julio.

Anna María cuenta que conoció a Castro el 20 de mayo de 1975 en la Nunciatura Apostólica de La Habana, adonde había llegado bajo los influjos de la entonces primera secretaria de la embajada de Cuba en Roma, Margarita Alcalde.

Anna Maria tenía 27 años, estaba casada y era la sobrina del Cardenal Vicario de Roma, Luigi Traglia. Pertenecía a una familia de fervor católico, ideas conservadoras y militancia anticomunista.

Todo un reto para convertirse en la última tentación de Castro.

Su esposo Giuliano, un ingeniero civil, la acompañó en el viaje para encargarse de tareas relacionadas con la construcción de la autopista nacional conocida como Ocho Vías, que aún sigue sin terminarse en pleno siglo XXI.

"Llegué con un gran ramo de rosas rojas muy espinosas para colocarlas bajo el cuadro de la Virgen en la Nunciatura. Fidel estaba allí, fumando su tabaco y parecía visiblemente aburrido. No tenía una buena opinión de él, también debido a la propaganda de Estados Unidos en su contra, y pensaba que era un pequeño monstruo, como Stalin", relata la mujer que ya anda por los 78 años.

Su matrimonio había cumplido 10 años y tenía dos hijos pequeños, pero dice que el dictador la imantó y su vida cambió en ese justo momento. Eso es lo que confiesa Anna María.

El relato registra que cuando Castro la vio entrar, con un vestido azul de seda, se puso repentinamente de pie y trató de cautivarla con una frase de galanteo: "La primavera de Botticelli".

Así se abriría un capítulo entre la mujer católica y el revolucionario ateo que ya acumulaba una estela de romances en su haber, desde Naty Revuelta a Marita Lorenz, mientras Dalia Soto del Valle criaba ya los cinco hijos de su relación con Castro, que solo firmó el matrimonio con ella cuando murió Celia Sánchez, en 1980.

Anna María encajó justamente en la etapa entre Lollobrigida y Soto del Valle, al parecer fue por largo tiempo, aunque hay conocedores del tema que consideran que la duración del romance está un tanto inflada.

Todo parece indicar que Anna María había estado bajo los embates de proselitismo de la diplomática Alcalde, quien le contaba del "héroe que devolvió la dignidad a su pueblo y defendió sus derechos de los cubanos", según su testimonio.

Fue así que la convenció para que fuera a La Habana después de seis meses de conversaciones entre ellas.

Anna María afirma que quedó flechada por La Habana por "los bien cuidados edificios, la libertad, la exuberante vegetación y Fidel Castro".

"Allí respiré una alegría de vivir", narra la mujer, que viajó desde entonces con frecuencia a la capital cubana para pasar tiempo junto a su amado, aunque afirma que todo se mantenía "en secreto en Roma".

Según ella, con regularidad hablaban de religión y se las arregló para convencerlo de abrir una iglesia católica. El convencimiento no parece haber sido de inmediato, pues en Cuba no se inauguraron templos católicos hasta fechas muy recientes.

Lo más sugerente de su testimonio es que Castro estaba muy interesado en el Vaticano. Se explica por el reajuste estratégico respecto a la Iglesia Católica que el gobernante propició con fines políticos.

Anna María revela que Castro le dio una hermosa mansión en La Habana, que le dio por nombre La Casa de las Flores, donde la visitaba "todas las noches a las 11 p.m. después de haber terminado con sus compromisos políticos", lo cual tampoco parece verificable.

Asegura que experimentó "un amor y una pasión que no sabía que existía" y describe a su amante como "fuerte y decidido pero conmigo amable, cariñoso y simplemente maravilloso".

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Wilfredo Cancio Isla

Periodista de CiberCuba. Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad de La Laguna (España). Redactor y directivo editorial en El Nuevo Herald, Telemundo, AFP, Diario Las Américas, AmericaTeVe, Cafe Fuerte y Radio TV Martí.


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