Muere Marita Lorenz, una exespía que fue amante de Fidel

La mujer confesó una vez que Fidel no era precisamente un buen amante. “Estaba más interesado en las caricias que en el acto sexual real. Pero los dictadores son todos así”, dijo.

Marita Lorenz, en 2018, y junto a Fidel Castro, en 1959 © Captura de video en Youtube
Marita Lorenz, en 2018, y junto a Fidel Castro, en 1959 Foto © Captura de video en Youtube

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Marita Lorenz, una alemana que fue amante del exdictador Fidel Castro en 1959 y que más tarde fue reclutada por la CIA para matarlo, ha muerto este miércoles a los 80 años, informó la revista francés París Match.

Aunque durante varias décadas fue una figura desconocida, hace varios años se conoció su rol en los servicios secretos de Estados Unidos. En 2016 se anunció que la historia de su vida será llevada al cine por la actriz Jennifer Lawrence. El filme estaría basado en la autobiografía “Querido Fidel - Mi vida, mi amor, mi traición”, publicado en 2001.


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Marita llegó a Cuba en enero de ese año a bordo del Berlín, un crucero norteamericano capitaneado por su padre. Tenía entonces 19 años y había sobrevivido al campo de concentración de Bergen-Belsen durante la Segunda Guerra Mundial.

Cuando conoció al líder cubano ambos sintieron un flechazo. Ella le mostró su camarote y él la besó por primera vez: “Estaba subyugada. ¡Fidel emitió tal fuerza! No hicimos el amor, pero casi”, confesó a París Match en 2016.

La joven regresó a Nueva York con su familia. A los pocos días, Fidel la llamó por teléfono y la invitó a ir a La Habana. Ella accedió y partió inmediatamente. Fue ahí cuando empezó un romance que acabó de forma trágica. Durante varios meses, Marita vivió con Fidel en la suite 2408 del Habana Hilton, ejerciendo como su secretaria personal.

Acerca de su vida sexual, admitió que el dirigente comunista no era precisamente un buen amante. “Estaba más interesado en las caricias que en el acto sexual real. Pero los dictadores son todos así”.

El problema surgió cuando ella quedó embarazada. Si al principio a Fidel no le gustó la idea, después le dijo que todo saldría bien. Pero fue todo lo contrario. En noviembre de 1959, con más de ocho meses de gestación, Maritza se desmayó tras beber un vaso de leche. Al abrir los ojos, descubrió que estaba en el hospital Roosevelt de Manhattan, seminconsciente y sin su bebé.

Aunque le dijeron que había sufrido un aborto, jamás lo creyó. Otro médico en New York le aseguró que se le habían provocado el parto provocado mientras estaba en coma. Una certeza que el propio dictador le confesó en 1981, cuando Fidel la recibió en la Habana, en su último viaje a la Isla, y vio por única vez a aquel bebé robado, nombrado Andrés Vázquez.

“Le supliqué que me presentase a nuestro hijo. Entonces abrió la puerta y apareció Andrés. Se parecía a su padre. Sus manos y su rostro eran idénticos. Le di los regalos que le había llevado. Me dijo que estudiaba medicina. Mientras, yo no paraba de llorar”, recordó Lorenz.

Tras su despertar aquel trágico día de 1959, a la angustiada madre de siguió una larga convalecencia en la que fue captada por la contrainteligencia estadounidense. Fue así cómo volvió a la Isla en 1961, con la misión de ajusticiar a Fidel.

Todavía conservaba la llave de la suite 2408, donde seguía viviendo. Entró y él llegó poco después. Pero Fidel sabía que ella había ido a matarlo.

“Me entregó su pistola, que agarré. Y mirándome a los ojos me dijo: ‘Nadie puede matarme’. Tenía razón. Solté el arma y me sentí liberada”, relató a la publicación.

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