La policía cubana detuvo a dos mujeres en Pinar del Río por presuntamente vender los tiques de sus turnos a un costo de 30 CUC en una cola para adquirir artículos en divisas, en las afueras de la tienda La Capitana.
Los ciudadanos que adquirieron los tiques se valieron de ellos para luego, por varios días, ocupar un espacio en la fila con el fin de comprar los split que vende el mencionado establecimiento e incurrir en un hecho de “acaparamiento”.
El Tribunal Municipal Popular de Pinar del Río sancionó a cada acusada por el delito de actividad económica ilícita, a un año de privación de libertad subsidiado por trabajo correccional sin internamiento y multa de 300 cuotas de 10 pesos cada una, informó el periódico oficialista local Guerrillero.
A una de las acusadas se le impuso una sanción accesoria de prohibición de frecuentar las tiendas de ventas de productos en divisas, conforme al artículo 41 del Código Penal, detalla el citado medio.
Si la mujer infringiera tal disposición, cometería una infracción tipificada como incumplimiento de sanciones accesorias, con marcos penales de tres meses a un año de privación de libertad o multa de 100 a 300 cuotas u ambas.
Mientras el país vive una severa crisis económica, agudizada por el contexto del nuevo coronavirus, las autoridades del régimen han fortalecido sus acciones y operativos contra las “ilegalidades”, ejecutando, en consecuencia, numerosos arrestos y decomisos de mercancías, a los cuales la prensa oficialista dedica buena parte de su cobertura.
La crisis sanitaria y las medidas restrictivas han favorecido, por otro lado, un mayor despliegue policial que en días regulares. En abril, un operativo en la provincia de Las Tunas dejó como saldo la confiscación de un cargamento de alimentos y el desmantelamiento de un taller furtivo de soldadura con objetos de fabricación artesanal.
Ese mismo mes, en seis municipios de la provincia de Cienfuegos se atendieron diversas denuncias por los delitos de hurto, actividad económica ilícita, acaparamiento, receptación y especulación.
“Ello permitió la ocupación de diversas mercancías, entre ellas productos del agro, leche en polvo, espaguetis, cajas de jugos, cerveza y helado, azúcar, cloro, confituras, paquetes de sazón y croquetas, cuadritos de congrí, memorias flash, audífonos, pescado, productos de limpieza, ropa, mangueras, lámparas LED, cámaras de bicicleta y ron, entre otras”, detalló el periódico 5 de Septiembre.
La denuncia anónima ha sido otro de los mecanismos que ha respaldado el trabajo policial en Cuba. Una de ellas condujo a las autoridades, a finales de mayo, a investigar por presuntos delitos de “especulación y acaparamiento” a un ciudadano en la Isla de la Juventud.
A consecuencia de una llamada, los agentes decidieron hacer un registro en una zona señalada y decomisaron 55 rollos de alambrón de cinco milímetros, 108 planchas de zinc galvanizado y otras 53 de acero de dos metros por 40 centímetros, materiales comúnmente empleados para la elaboración de puertas y ventanas de angulares.
Muchos de estos “delitos” están condicionados por la incapacidad gubernamental de asegurar las mercancías más elementales a la población, al tiempo que el régimen insiste en los efectos del embargo estadounidense sobre la economía nacional.
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