Ante escasez de comida académico cubano retoma huerto doméstico impulsado en el período especial

"Si el Gobierno quiere que proyectos como estos se multiplicaran y obtuvieran mejores resultados, debería crear esas condiciones" asegura el Premio Nacional de Historia del año 2017.

Dr.C. Hebert Pérez Concepción, Premio Nacional de Historia del año 2017 © Sierra Maestra
Dr.C. Hebert Pérez Concepción, Premio Nacional de Historia del año 2017 Foto © Sierra Maestra

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Este artículo es de hace 4 años

El periódico local de Santiago de Cuba, en su versión web, publica un artículo sobre el Doctor en Ciencias Hebert Pérez Concepción, prestigioso académico quien, por causa de la escasez de comida que azota esa oriental provincia de la isla, tuvo que cultivar su propio patio para producir alimentos.

Pérez Concepción, Premio Nacional de Historia en el año 2017, refirió al rotativo que la necesidad de cultivar el patio con variedades comestibles inició en los noventa del pasado siglo, en el llamado Periodo Especial, cuando junto a su difunta esposa vislumbraron que esa era una manera de aliviar las penurias que se padecían en esa época.


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“(…) de lo que cosechábamos comíamos nosotros, nuestros hijos, y nos alcanzaba para ayudar un poco a los amigos y vecinos. Cuando me di cuenta de que venía otra situación de contingencia, recuperé el huerto, que había dejado un poco abandonado”, explica el estudioso de la obra martiana y también traductor de textos históricos, cuya labor es muy apreciada dentro y fuera de Cuba.

En su casa, en la ciudad de Santiago de Cuba, este historiador tiene sembrados berenjenas españolas -variedad de fruto más delgado-, rúcula, varias plantas de plátano burro, macho y platanito, también del tipo enano y Johnson; posee cultivos de espinaca, boniato, yuca, ají, quimbombó, habichuela, mango y ñame, y esa variedad de cultivos los atiende él mismo en persona.

El investigador refirió al mencionado periódico local que todo lo que emplea en su huerta casera es natural, incluso el abono, y añadió que en los años 90 no le daba vergüenza dedicarse a cultivar la tierra a pesar de ser un prestigioso académico, como tampoco le dio pena que, obligado por la necesidad de mejorar la alimentación a su familia, tuvo que recorrer carreteras con un saco viejo recolectando bostas de caballo y visitar vaquerías para cargar con estiércol.

“Ahora ya no recurro a eso, porque utilizo los desechos del propio sembrado”, apuntó.

Hebert explica que sigue varias rutinas durante unas cuantas mañanas a la semana, de siete hasta las 10: limpiar lo más posible alrededor del plantón, regar, abonar… “Vale la pena, porque es muy cómodo hacer un potaje y tener en el propio patio un vegetal que echarle. A veces no alcanza el arroz a fin de mes, entonces dispones de viandas. Estoy tratando de aprovechar más los espacios que en otros momentos, y la variedad”.

En relación con el llamado reiterado por parte de las autoridades cubanas a incrementar la agricultura urbana y el autoconsumo, en la situación actual de escasez, este investigador e historiador refiere los escollos a los que se enfrenta quien decide poner en marcha un proyecto de este tipo; en este sentido se refiere a los folletos que se repartían y enseñaban cómo tener sembrados en casa.

Además señala que para desarrollar esta modalidad de producción de alimentos en el hogar debe disponerse no solo de conocimientos sino la existencia de una red de venta de materiales e insumos necesarios para poder realizarlas.

“Con un cuchillo de cocina se puede abrir la tierra, pero no se puede hacer un huerto. Y no hay dónde comprar las herramientas correctas. No conozco un sitio donde pueda comprar semillas, abonos y demás. Y todo eso hace falta. Si el gobierno quiere que proyectos como estos se multiplicaran y obtuvieran mejores resultados, debería crear esas condiciones. Porque ya le digo, las personas enseguida notarán la utilidad de tener aunque sea un poco de tierra con algo sembrado en esta”, concluye.

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