La natural revelación de una niña cubana, en una directa de la presentadora Paula Massola, recomendando tener un amigo coronel para poder ir a la playa, encendió a la jacarandosa blogosfera patria, donde los vigilantes de las playas intentarán hacer de aguafiestas invocando su sagrado deber de cuidar la revolución, algo que intentaron también con los memes sobre la limonada del compañero Díaz-Canel.
La escena carece de importancia real porque la niña reaccionó de manera natural y, a pesar de su corta edad, sabe que para vacilar en Cuba hay que tener guara con los coroneles o dólares llegados de Miami y otras playas de emigrantes.
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Triste destino para un coronel devenido en conseguidor de playa, pero ¿qué otro sentido tiene llevar tres estrellas en la charretera en un país fallido como Cuba, si no es para disfrutar del comunismo de compadres y meter vacilones con la familia, amantes y amigos, incluida la farándula?
Es una pena que el coronel playero y la Massola no hayan alcanzado los beneficios de la Oftalmología revolucionaria y tengan menos luces que un semáforo, porque ¿a quién se le ocurre organizar un fetecún, en medio de la batalla contra el coronavirus, y muchos menos contarlo en las redes sociales?
Sería oportuno que las facultades de Psicología de las universidades cubanas realicen una investigación sobre los rasgos narcisistas en las conductas de aquellos hombres nuevos que no consiguen disfrutar si no propalan a los cuatro vientos que viven por encima de la mayoría empobrecida del pueblo cubano.
Lógicamente, no se trata solo del desliz de Massola -uno más- sino de esas imágenes insultantes de hijos y nietos de jerarcas paseando por el mundo neoliberal y despiadado mientras dan jamón a los hambreados por sus abuelos y padres.
¿Qué padecimiento mental sufrirán esos muchachones que, a la primera oportunidad, desatan un carrusel de vanidades sin justificar siquiera los ingresos que permitan tales alardes?
Cuba fue siempre país de generales y doctores por aquella tradición que imponía a las familias el deseo de tener un hijo militar, médico o abogado, que eran profesiones con porvenir.
Coroneles ha tenido muchísimos desde Manuel Sanguily, Loret de Mola, Leoncio Vidal, pasando por Laredo Bru, de Céspedes Quesada, Mendieta Montefur, Batista Zaldívar, Barquín, Ventura Novo, Piedra, Carratalá, Salas Cañizares, Carlos Tabernilla, Boajasan Marrawi, Lucio, Gallo Zamora, Cabrisas Ruiz, Tony de la Guardia, Felo Castiñeiras, Tortoló Comas y Alejandro Castro Espín; entre otros.
Ahora ha devenido en isla de coroneles gestionadores de playas para solaz y esparcimiento de los suyos y de ese grupito de elegidos que -salvo excepciones- viven en la inmoralidad de aparentar ser castristas y comportarse con absoluto desprecio hacia su pueblo, con modas y modos capitalistas, no siempre del mejor gusto.
Los vigilantes de la playa querrán ir ahora a degüello contra el coronel y Pau Massola,para lanzar cortinas de humo que distorsionen y oculten el verdadero problema: El castrismo es un poder injusto y excluyente, por mucho que sus exaltados guarapitos agiten fantasmas que solo existen en sus miedos.
Algún periodista debería visitar al degradado coronel Pedro Tortoló Comas para que cuente sus vidas paralelas -antes y después de perder sus grados- y ese castigo brutal de convertirlo en no persona por haber evitado un suicidio inútil en Granada.
Aclaración importante: La rabia de los cubanos pobres no es porque un coronel pueda ir a la playa, sino que a ellos les cueste sangre, sudor y lágrimas pasar unos días de asueto con su familia o con quien les de la gana y que no puedan ni soñar con la opción de dormir en cama mullida.
Pau evita los descuidos y baja el perfil; eres carne de televisión, pero conviviendo con hienas es complicado salir ilesa en medio de tanto oportunismo y simplonería barata y dile a mamá y papá que te regalen Los zapaticos de rosa que tiene un verso conmovedor:
Y cuando el sol se ponía
detrás de un monte dorado,
un sombrerito callado
por las arenas venía
En cuanto a la niña que contó el truco de la palanca que mueve la ola marina, deberían nombrarla presidenta de la Organización de Pioneros "José Martí" (OPJM) porque, en definitiva, revolución -entre otras muchas marejadas- es no mentir jamás.
¡Ah! Y no te pongas a aclarar si tu amigo, el coronel, es de las FAR o de la Seguridad porque ahora todos son lo mismo. Antes, cuando tus padres tenían tu edad, ser coronel del MININT permitía ir de ola en ola y de playa en playa; mientras que los del ejército padecían en villas militares; pero ahora andan juntos y revueltos.
Cuando crezcas, ojalá que Cuba ya se haya podido librar de ese traje verde oliva ortopédico y castrador que pretende seguir ocultando lo que todos saben y callan por miedo; si te dijeran algo feo en la escuela o el barrio, piensa que esos niños que te agredan mienten; solo fingen azuzados por sus cobardes padres.
¡Gracias, pequeña, por tu espontaneidad!
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