Cientos de cubanos en una localidad del municipio Boyeros, en La Habana, hicieron una cola de más de cuatro cuadras para comprar productos básicos.
Aunque la necesidad de hacer colas en Cuba por cualquier razón es harto conocida, el coronavirus la está llevando a su máxima expresión. La escasez se ha extendido tanto que algunos no dudan en afirmar que “estamos peor que en el Período Especial” y que la parte más “negra” vendrá cuando no haya Covid-19.
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Si bien las autoridades han incrementado el control en los establecimientos comerciales para acabar con el acaparamiento y los tumultos, ni entregar tickets temprano ni limitar la cantidad de mercancía que se puede llevar ni registrar el número de carnet de identidad de quien realiza la compra, han evitado las irregularidades.
A pesar de que las calles permanecen casi totalmente militarizadas, alrededor de las tiendas hay aglomeraciones a toda hora “para ver qué llega”. Es decir, que ya la larga espera se hace incluso cuando no hay nada que comprar porque, de un momento a otro, puede arribar un camión con productos altamente demandados.
Lo que ocurre es que ese camión pasa una o dos veces a la semana, y no se sabe cuál día ni con qué artículos ni a qué hora. Así, mientras la mayoría de las personas no encuentra qué comer o tiene que pensar en cuántas veces a la semana puede bañarse para que el jabón que tiene no se le acabe, permanecer aislado es cada vez más ilusorio.
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